10. Juego de roles

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—Entonces mi tía abrió la puerta horrorizada y el mapache más asustado salió corriendo para nunca más volver

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—Entonces mi tía abrió la puerta horrorizada y el mapache más asustado salió corriendo para nunca más volver. Obviamente se llevó la gallina, que no paraba de cacarear por todo el camino como si quisiera alertar a la comunidad de que se acercaba el fin del mundo —concluye Lily, dando paso a las risas de todos los que nos encontramos en la sala, terminando de comer la pizza que nuestros padres de algún restaurante consiguieron.

Desde que empezamos a comer las historias no han cesado, encabezadas por Lily, Kya y Alan, que parecen haber congeniado mejor que el resto. Generalmente la estrella del espectáculo es Julieth, pero hoy que parece molesta con la presencia de la acompañante de Lucas no se ha interesado en añadir muchas palabras y menos en hacer bromas. Además, hace más de diez minutos salió hacia la cocina seguida por su hermano con la ridícula excusa de que iría a lavar un plato y hasta ahora no ha vuelto.

Evidentemente no le creí su socapa. La conozco lo suficiente y podría apostar a perder los dientes enteros a que está buscando algún chocolate.

No obstante, los chicos no otorgan peso a la ausencia de ambos y continúan sumergidos en su charla junto al resto que también se integra, mientras yo nuevamente y sin quererlo me encamino a continuar con mis sinuosas divagaciones, a seguir sintiéndome una persona mala y egoísta que ni siquiera es capaz de actuar con naturalidad delante de su novio por más que lo intenta, porque su cerebro no le permite quitarle a otra persona el protagonismo para dedicarle un ínfimo instante a él. Todavía mi órgano principal parece agitado, desesperado y ansioso por descifrar la actitud extraña de Lucas, de quienes me rodean y el origen mismo de mis propios sentimientos como si nada más tuviera importancia. Pero aun así, se mantiene tan inútil como desde el inicio y no logra conseguir nada.

Incluso Keanu, a quien injustamente vi al inicio como mi distracción, no ha conseguido que todo esto que siento desde que inició el fin de semana se suspenda al menos por un momento con su bonita sonrisa y su entera presencia. Al contrario. Él pronunció algunas palabras esta mañana que luego de la interrupción de Lucas no quiso volver a mencionar, dejando el tema al aire a propósito por más que le pregunté y a mi cerebro en la tediosa tarea de investigar a qué se debe tanto misterio, intensificando mi turbación.

Y me hace percibir estúpida. Siento como si todos se hubieran puesto de acuerdo para rodearme con hechizos aturdidores y de este modo evitar que me dé cuenta de lo que fuera de esa burbuja de protección maligna está pasando pero que asumo patente. Todos parecen seguir una misma melodía de la que yo me desvié y que terminé por importunar desafinándola, perdida entre las líneas e inhábil de hallar el camino de vuelta en las partituras que indican la sinfonía correcta por mucho que lo desea.

No es sencillo. Me desespera. Se siente mucho más tormentoso que cuando intentaban preparar una fiesta sorpresa para Lucas y para mí y yo me enfundaba en mi papel de agente secreto enfrascada en descubrirlos. Me tomaba tiempo y dedicación, pero era fácil entonces. Ahora parecen haberse camuflado en una de las hendiduras presinápticas mis habilidades investigativas, incordiando y evitando como consecuencia que el paso de información sensitiva se transmita de una zona a otra por medio de las neuronas para obtener una eficaz y acertada respuesta, logrando satisfactoriamente ridiculizar mi mera existencia con su perlesía.

Tametzona ©Where stories live. Discover now