Capítulo 16

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Cuando Naruto regresó al apartamento de los Uchiha el almuerzo ya estaba listo. Sasuke e Itachi conversaban en la cocina y, cuando decidió hacer acto de presencia, ambos dejaron de hablar y lo observaron de arriba abajo, el menor con una ceja alzada y el mayor con curiosidad.

—Olvidé las llaves, ¿de acuerdo? —se excusó haciendo un puchero.

Itachi soltó una risita disimulada, dándose la vuelta para buscar los platos en los que servir la comida. Sasuke, en cambio, suspiró y se cruzó de brazos.

—Olvidas las llaves, olvidas tu bicicleta, solo falta que olvides tu cabeza en alguna parte.

— ¡Oh, por Dios, mi bicicleta! —exclamó, llevándose las manos a la cabeza.

¡Su bicicleta seguía en la escuela! Llevaba ahí desde el lunes, asumiendo que nadie se la hubiera llevado creyendo que había sido abandonada. No era común que hubiera robos en Tokio, pero una bicicleta que llevaba días en un lugar público gritaba "objeto perdido u olvidado" con todas las letras. No podría culpar a nadie si alguien la encontraba y se la llevaba creyendo que al dueño original no le importaba.

Sasuke lo observó en silencio mientras se lamentaba, y negó suavemente con la cabeza en resignación.

—Eres un desastre. —le dijo.

— ¡Hey! —Naruto arrugó la nariz. —Para tu información, esa bicicleta la pagué yo mismo. En serio espero que siga donde la dejé. —dejó caer sus hombros en derrota y Sasuke volvió a negar con la cabeza.

—Se les enfriará el almuerzo. —les recordó el Uchiha mayor, a lo que los dos adolescentes se dispusieron a servirse y comenzar a comer.

El almuerzo pasó tranquilo, en silencio. La mayoría de la conversación fue hecha por Naruto e Itachi, mientras que Sasuke comentaba ocasionalmente pero no participaba activamente en lo que fuera que estuvieran discutiendo.

Al terminar, cada uno lavó sus propios platos e Itachi se retiró a su habitación, probablemente para avanzar en algún trabajo de la universidad.

Naruto se dejó caer en el sofá, echando la cabeza para atrás y estirando los brazos encima del respaldar. Suspiró con una sonrisa satisfecha, cerrando los ojos. El yakisoba era de sus comidas favoritas, aunque por supuesto estaba debajo del ramen en su lista de preferencias. El que recién había preparado el mayor de los Uchihas era de los mejores que había probado nunca, así que había repetido ración hasta reventar. Panza llena, corazón contento, dicen.

Junto a él el mullido asiento del sofá se hundió y no tuvo que abrir los párpados para saber que era Sasuke quien se había sentado a su lado.

Sin disimular ni perder tiempo se corrió un poco para acercarse y pasarle un brazo por los hombros, su sonrisa prevaleciendo. El pelinegro se giró a mirarlo con una ceja alzada y los brazos cruzados, pero Naruto solo lo atrajo hacia sí y se acurrucó contra él como un gatito en busca de mimos.

—Deberías estar pensando en ir por tus cosas en lugar de pegarte a mí como una garrapata.

El rubio frunció el ceño con un puchero.

—Iré luego. —murmuró y lo rodeó también con su otro brazo, girando un poco su cuerpo para estar más cómodo. —Hey, ¿sabes a quién me encontré hoy?

— ¿A quién?

—A Sakura.

El Uchiha arrugó la cara en un claro gesto de fastidio.

—Nos encontramos en la calle por casualidad y se disculpó por su actitud de estos últimos días. —continuó antes de que el pelinegro pudiera hacer algún comentario.

Almas ancestrales: Sol y LunaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt