Capítulo 3

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Con un golpe seco, el cuerpo de Naruto cayó hacia atrás al tiempo que era liberado del agarre con el que Sasuke lo había mantenido preso hace solo segundos atrás. Se escuchó un golpe seco en el momento en que el cuerpo del rubio dio de lleno contra el piso junto con un gemido adolorido que se le escapó de los labios por la sorpresa del golpe.

Se oyeron varias exclamaciones por parte de los ahí presentes y, en un instante, todo el salón se había quedado en silencio ante la escena que acababan de presenciar.

Uchiha Sasuke acababa de asestar un certero puñetazo en la cara del chico nuevo, que aparentemente era su alma gemela y que, además, no eran almas gemelas comunes y corrientes, sino las más antiguas que existían, aquellas que la mayoría creían eran solo un mito, y que se supone debían estar locamente enamoradas, no queriendo agarrarse a golpes.

Dicho mito parecía que acababa de serles confirmado como una realidad, pero definitivamente no de la manera en que esperaban.

El rubio frunció el ceño y apretó los labios, sintiendo una ráfaga de ira por la manera en que el pelinegro acababa de tratarlo.

— ¡Eso dolió, grandísimo hijo de pu-!

— ¡Naruto! —Iruka lo frenó antes de que su antiguo (y nuevo) estudiante pudiera terminar de decir la palabrota.

Naruto levantó su brazo al tiempo que se sentaba en el piso, señalando a Sasuke con su dedo índice en un deje acusatorio y con el rostro lleno de indignación.

— ¡Él empezó! —se quejó.

—Y más que te va a doler cuando termine contigo, pedazo de imbécil. —habló el pelinegro al tiempo que se arremangaba la manga del uniforme, avanzando hacia Naruto con la intención de asestarle otro golpe.

—Wowowowowo. —Iruka se interpuso inmediatamente parándose frente a Sasuke con las palmas hacia el frente, al tiempo que Naruto se levantaba del suelo con una mano sobre su mejilla lastimada. — ¿Qué está ocurriendo aquí? —cuestionó, sin comprender ni un poco lo que estaba pasando entre el que probablemente era su mejor alumno y Naruto.

— ¡Yo acabo de llegar! —se quejó el rubio, también sin comprender el motivo de la reacción del otro muchacho y moviendo los brazos de arriba abajo, señal de que estaba exasperado.

—Hn.

Ese fue el único sonido que salió de la boca de Sasuke antes de que retrocediera y se diera la vuelta para regresar a su asiento.

Justo en ese instante sonó la campana del almuerzo, avisando que la hora de clases había terminado oficialmente y que todos los alumnos eran libres de salir de sus aulas para comer y disfrutar de su descanso.

Justo con esa intención, Sasuke tomó el almuerzo que le había preparado Itachi y, sin dirigir ni una mirada a nadie, se dirigió hacia la salida. Sin embargo, al pasar junto al rubio al que acababa de dejarle la marca de su puño en su mejilla, su brazo fue detenido con fuerza y observó con molestia como la mano de Naruto lo tenía sujetado, impidiéndole seguir con su camino.

— ¿A dónde te crees que vas tú? —habló el ojiazul con una voz que gritaba a leguas que se encontraba cabreado. —Nos encontramos luego de... ¿cuánto? ¡Como un milenio sin vernos! —exclamó exasperado. — ¡¿Y lo primero que haces es recibirme con un golpe, maldito bastardo?!

Sasuke lo miró sin un ápice de arrepentimiento, su rostro la máxima expresión de indiferencia.

— ¿Y? ¿Qué esperabas? ¿Que me lanzara a tus brazos después de lo que hiciste? —le respondió, mofándose. —Imbécil.

Almas ancestrales: Sol y LunaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon