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«¡you won!» y simplemente soltó un suspiro desinteresado observando cómo los personajes animados en su teléfono festejaban su victoria, era muy fácil ganar en ese juego y ya le había quitado un poco el chiste a siquiera jugarlo. quizás lo desinstalaría pronto.
— ¿qué más puedo hacer? — se preguntó mentalmente apoyando su mentón sobre una de las palmas de sus manos y observando inexpresivo a su alrededor. como era hora del salida, habían tan sólo un par de chicos en el salón de clases despidiéndose o charlando entre ellos. él no acostumbraba a quedarse después de terminar clases, pero tenía que esperar a su hermana para poder salir juntos y ella siempre acostumbraba a hablar de más con sus amigos. además que tampoco es que se llevara bien con ninguna persona de su clase.
— ¡kyouka! — al escuchar su nombre siendo vociferado por la característica voz de la castaña llamándolo desde otro lado del salón, levantó la mirada de su mesa y la llevó hasta ella, la cual le hizo un ademán con la cabeza para indicarle que ya se iban. el menor se levantó de su mesa, tomó su mochila y, luego de guardar todas sus cosas, se la colgó en el hombro para tomarle el paso a kyoko. — ¿en tu mundo otra vez, enano?
se quejó mientras sentía como la más alta revolvía su cabello con una de sus manos, desordenando este.
— más bien aburrido, diría yo...— pasó ambas manos sobre su cabello largo, intentando arreglarlo de esta forma y agregó. — ¿por qué siempre te tienes que quedar picoteando con yuki?
vio cómo se encogía de hombros.
— porque es mi amiga, claro está. — rodó los ojos como respuesta a sus palabras. — yo no me quejo cuando tú te quedas hablando con remi, ¿o sí?
— de hecho, sí. siempre lo haces. — ahora la que rodó los ojos fue la castaña más alta. — además, yo no hablo tanto...tú pareces una cacatúa.
su camino a casa (casi como todo el tiempo) fue pasado entre pequeñas peleas de broma y algunos chismes de lo que habían hecho ambos en el día. siempre era así, se había vuelto una rutina desahogarse con el otro en el camino de la escuela a la casa.
— ¡kyouka, ya me voy! — observó desde la cocina como la mayor se terminaba de poner sus zapatos frente a la puerta, dispuesta a ir en busca de su hermano menor, sota, en la escuela mientras que él se encargaba de preparar el almuerzo.
— adiós...— murmuró una vez cerró la puerta. ni siquiera le dejó despedirse, así era su hermana. vivía su vida minuto a minuto. a veces era estresante verla hacer las cosas de la escuela o los quehaceres, a kyoko no le gustaba desperdiciar su tiempo.
suspiró dejando caer las verduras en la olla junto a los fideos. se suponía que su madre debía estar haciendo esto, pero ella pasaba todo su tiempo trabajando y haciendo horas extras. no la culpaba; después de todo, lo único que ella quería era el bienestar para sus hijos, cualquiera lo haría, ¿no?
