Capítulo 36

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Sábado, un hermoso sábado

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Sábado, un hermoso sábado.

Con sus tareas hechas, Koemi tenía permiso de salir de casa sola, siempre con cuidado, claro.
Después de recibir un “cuídate mucho” de su madre, salió de casa sin un rumbo establecido, con sus audífonos conectados a su teléfono.

Le gustaba tener paseos sola, no es porque le desagrade caminar con alguien, al contrario, ¡Le gustaba tener compañía! Especialmente si era Chisato o uno de sus otros amigos.
Pero, a veces es lindo tener un momento a solas contigo mismo, quién sabe que puedas descubrir. También solía hacerlo cuando estaba triste o enojada, la ayudaba a calmarse.

Con su abrigo puesto y un paraguas en su brazo (si, su madre la obligó a llevarlo, no quería que se empapara). Caminó por las calles, escuchando la música que se reproducía en su teléfono; la melodía de muchos instrumentos juntos, como una orquesta.

Creyó que por ser un día nublado, estaría bien escuchar melodías, le transmitía paz.

En realidad, hacer cualquier actividad cotidiana con música lo convertía instantáneamente en algo mucho más agradable. 

Una de sus actividades favoritas era ver el cielo, especialmente durante las mañanas y las tardes, cuando el sol irradiaba sus primeros o últimos rayos de luz, haciendo que el cielo se vea casi mágico.

Porque así era llamado ese momento del día, “La hora mágica”. La hora del día que más amaba observar.

Aunque también le gustaba observar la niebla, especialmente cuando hacía el suficiente frío como para ver su propio aliento, era divertido.

¡El cielo es hermoso!

Había caminado ya durante unos 30 minutos, haciendo breves pausas para observar una que otra cosa que llamara su atención; panaderías, flores, árboles, animales, etc.

Hasta que comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia.

En ese momento se encontraba bajo el techo de una tienda, había parado ahí para poder ver unos bálsamos. Se quedó ahí unos momentos, observando la lluvia.

A pesar de tener audífonos, logró escuchar la campanilla sobre la puerta de la tienda, observando a una anciana.

Observó su rostro preocupado al ver la lluvia, también observó las bolsas que tenía en mano. Luego de unos segundos, la anciana estaba a punto de poner un pie en la mojada acera.

—Disculpe —Koemi llamó la atención de la mujer, haciendo que alejara su pie de la calle. —Por favor, déjeme ayudarla.

Koemi se había acercado a ella con una sonrisa. Esperaba que no la rechazara.

—¿Estás segura, pequeña? No quiero ser una molestia para ti —la mujer sonrió.

—No es una molestia, por favor, déjeme ayudarla.

𝐶𝑎𝑓𝑒í𝑛𝑎〈𝑆𝑎𝑖𝑘𝑖 𝐾𝑢𝑠𝑢𝑜〉Where stories live. Discover now