Capítulo 27

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Últimamente Kusuo había estado observando a Koemi, aunque obviamente lo negara

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Últimamente Kusuo había estado observando a Koemi, aunque obviamente lo negara.

Podría describirla como una chica extrañamente normal.

Se encontraba en su habitación, era una tarde tranquila, ninguna de las molestía se había presentado a su puerta, así que no había necesidad de finjir que la casa estaba vacia, sin mencionar que poseía aquel anillo que le permitía descansar a su mente.

En realidad estaba ciertamente tranquilo, sin padres melosos que lo molestaran, todo gracias a esas extrañas citas que tenían.

Había terminado sus tareas, y los quehaceres de la casa estaban hechos, simplemente, había tranquilidad.

Sin moverse de su silla, comenzó a mirar por la ventana.
Por azares del destino o por algún otro motivo que desconocía, dos pequeñas niñas corrían por la acera.

Su mente inevitablemente recordó la misma escena, pero esta vez, con dos chicas mayores.

Ah.

Recordó como esa chica había corrido al igual que una pequeña niña.

Siguió observando a las niñas hasta que las perdió de vista, al mismo tiempo que se levantaba para traer una gelatina de café.

Curiosamente, la gelatina que estaba dispuesto a comer, era una de las gelatinas que Koemi le había ayudado a comprar.
No es como si la hubiera conservado, simplemente al ver que sólo quedaba una, decidió comprar más, dejando a esa gelatina como la última de las que habían sido compradas con ayuda de la chica.

Comenzó a degustarla mientras miraba nuevamente por la ventana de su habitación, observando como el cielo comenzaba a llenarse de nubes grisáceas. Y las pocas personas que pasaban por ahí comenzaban a usar paraguas.

O a correr.

Mientras veía a las personas, su menta comenzaba a jugarle en contra.

Comenzó a recordar un día lluvioso en especial, uno en el que Koemi era protagonista.

Un día cualquiera, lleno de chicos y chicas molestas, siguiéndolo a todas partes, añorando estar en casa, o en una isla desierta.

Ese día, Mera faltó a clases, haciendo que Satou y Hirai hablasen más de lo habitual. Sin mencionar que verlos solo aumentaba el deseo de Saiki por ser normal.

El almuerzo transcurrió igual de molesto, casualmente todas sus molestias estaban reunidas.

Santo Cielo” era lo único que podía pensar.

Al final del día, había suficientes nubes para comenzar la lluvia, y exactamente eso pasó.

Usualmente él sería la primera persona que iría a casa, pero esta vez no fue así.
Todo gracias a Nendou, quién lo había involucrado en un molesto problema.

En resumen, Nendou golpeó a Takahashi en la cabeza con su borrador, convirtiéndolo de alguna manera en un "cómplice" de Nendou. Luego de que el señor Matsuzaki comprobara que él no tenía nada que ver con ese problema, pudo ir por sus zapatos.

Estando en aquel pasillo, divisó una figura femenina parada frente a la salida de la Academia.

¿Qué hace aún aquí?

Casi al instante se dio cuenta que ella no tenía ningún paraguas, por un momento se preguntó del porqué no le pidió a Satou que compartieran paraguas, conociendo al chico, habría aceptado, era lo normal en una situación como esa, y sin embargo, ella seguía ahí.

Luego de ponerse sus zapatos, estaba dispuesto a teletransportarse a casa, pero no lo hizo.

Era como si algo le dijera que se quedara.

No seré el Takeru en esta situación.

Usaría la misma técnica que usó con Yumehara, simplemente, parar la lluvia.

Quizá esa sería una buena forma de estar a mano con la deuda de las gelatinas.

Se teletransportó hacia el techo y estiró la mano hacia el cielo con el objetivo de parar la lluvia, o eso hubiera pasado si algo no hubiese llamado su atención, bueno, alguien.

Ah.

Koemi había salido de la protección que le brindaba el techo de la Academia, caminando bajo la lluvia empapandose con cada paso que daba.

Luego de caminar algunos metros, se detuvo y miró al cielo con una sonrisa en su rostro y luego cerrando sus párpados, sintiendo como cada gota de lluvia se derramaba sobre ella.
Luego de unos segundos, miró al frente y caminó un poco más, llegando hacia un pequeño charco de agua, miró hacia los lados para asegurarse que nadie la estuviera observando, claro, sin saber que un psíquico observaba cada acción que hacia. Luego, con una sonrisa saltó hacia el charco haciendo un sonoro ruido y observando como el agua salpicaba a todas direcciones, sin estar satisfecha, se dirigió a un charco más grande, haciendo lo mismo que con el pequeño, saltando a el como si no hubiera un mañana, sin importar cuán mojados se encontraban sus zapatos.

“Hoy es un buen día para una taza de café caliente”  Ese era uno de sus pensamientos.

Kusuo seguía ahí, observando a esa rara chica, que más que una chica parecía una niña. Riendo y saltando, se percató de cómo las gotas de lluvia que habían caído sobre su cabello lucían como pequeños cristales que brillaban con cada movimiento que hacia.

Una escena realmente llamativa.

Ese día Kusuo descubrió que a ella le gusta la lluvia, un dato realmente innecesario a decir verdad.

Sin siquiera notarlo, la lluvia había terminado, al igual que su recuerdo. Su gelatina de café aún seguía frente a él.

Tsk.

Volvió a meter una cucharada de su gelatina en la boca, tratando de distraer su mente del recuerdo de su risa resonando en su cabeza.

Santo Cielo, creo que estoy perdiendo la cabeza.

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¡Por cierto! Me cree una cuenta en instagram por diversión.
¡Para mis dibujos! , digo, por si quieren echar un vistazo c:

Estoy como @lyci_bluu

Es todo, ¡Cuídense y sonrían!

𝐶𝑎𝑓𝑒í𝑛𝑎〈𝑆𝑎𝑖𝑘𝑖 𝐾𝑢𝑠𝑢𝑜〉Where stories live. Discover now