6 - Máscara desvaneciéndose

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 —Entonces tus bolsillos se rompieron... ¿Cómo?— preguntó evidentemente incrédulo.

—Así estaban cuando me puse la falda— mentí.

Al inicio de un receso al momento de David darme sus cosas para guardar le dije que no podía porque ambos bolsillos de la falda estaban completamente abiertos de rotos, claro que esto es falso, mis bolsillos están perfectamente, pero decidí que si no quería que me vinculen en ningún sentido con David.

Debía empezar por ya no cuidarle sus cosas durante receso pues entre menos interacción tenga con el mejor, lo mismo con prestarle o aceptarle algo, no lo haré más, sé que ya me veré muy mala onda, pero no importa. Y en cuanto a él habla desde un principio he sido cortante pero él me sigue hablando así que en esa parte estoy resignada.

—Pero bueno no tienen que estar mi teléfono y dinero necesariamente dentro de tus bolsillos, con que los tengas a un ladito tuyo mientras estás sentada en las gradas es suficiente para que me los cuides. 

—Podría pasar alguien por mi lado y robarlo. 

—No creo que eso pase. 

Yo tampoco creo que nadie le pueda robar el teléfono en el salón, en todo primer año nunca hubo robos y así hasta ahora.

—Podría pasar— contra ataqué.

—Es muy poco probable— soltó una risa.

—Pero podría pasar—

—¡Que no es probable!— alzó un poco la voz, pegué un pequeño brinco, era la primera vez que me hablaba así.

—Mejor dile a alguien más. 

—Pero Azul-

—Mi sándwich se enfría. 

Y me fui a sentar a las gradas, interrumpiendo a David y dejándolo hablando solo.

Juro que cuando le dí la espalda para irme podía sentir una tensión muy pesada sobre mis hombros, estoy segura que esa tensión era su mirada con odio mientras me alejaba y lo confirmé cuando al voltear y sentarme el seguía ahí sin moverse, con las manos a la cadera y asintiendo con la cabeza viéndome fijamente.

Lo que hizo después me sorprendió. Sacó un aparatito de plástico negro de su bolsillo, su billete de cincuenta lo metió dentro de la funda de su celular y posteriormente el celular lo metió dentro de ese plástico negro, ese plástico lo colgó de un extremo de su pantalón escolar y se fue a jugar, ese plástico era un protector pro de teléfono. Todo este tiempo no necesitó que alguien le cuidase su celular, maldito.

Me contuve de poner cara de sorprendida o algo por el estilo, simplemente lo dejaría pasar sin mostrar que me haya afectado en lo más mínimo.

David por lo que veo si le enojó que le dejara con la palabra en la boca, que bueno, que me odie para que ya no me hable más.

***

Tenemos la última clase libre, el profesor de física se a enfermado del mal del puerco.

Cada quien estaba en lo suyo, unos corriendo de aquí para allá por todo el salón, otros en bolitas de sillas platicando, yo solo estaba rayando cualquier garabato que me viniera a la mente en la libreta, hice unos ojos de mujer.

—Hola— se sentaron en la banca vacía de mi lado, David.

Creí que estaría enojado.

—Hey— fue lo único que respondí.

—Azulita quería pedirte una disculpa por cómo me porté en el receso, lo estuve pensando y mi reacción no estuvo bien. 

Si, lo sé.

—¿Si me perdonas? No me volveré a poner así de insoportable. 

Mi vista estaba fija en el pizarrón vacío, callada negué con la cabeza a su pregunta.

—Azulita por favor, no quiero que estés enojada conmigo— suplicó.

No estaba enojada, simplemente no lo perdono.

—¿Que puedo hacer para que me perdones?.

—Nada, y no estoy enojada.

—Entonces solo perdóname y ya por favor. 

Dios, es un insoportable, no lo aguanto.

No le respondí.

—Uy, Dei, se te enojó la novia— hizo Samuel de comentario en alto desde atrás y solo empeoró las cosas.

—Uuuu— corearon varios.

Del coraje quería romper en pedacitos el lápiz que tenía en mis manos.

—No somos novios, dejen en paz— dije y les lancé una mirada fea a toda esa bandita que insistía con aquello.

—Ya chicos calmados— David ni si quiera se molestaba en negarlo de manera sería.

Todos volvieron a lo suyo.

—Ya vete a tu lugar— le dije a el sin mirarle mientras seguía rayando mi libreta

—Me iré solo si me perdonas. 

Maldito.

—Te perdono, ya vete— tuve que acceder al final.

—Gracias Azulita, verás que no me volveré a portar así.

Finamente regresó a su lugar con su bolita de amigos, susurraron entre ellos cosas inaudibles para mis oídos.

[✓] BullyingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora