Lili y yo reímos por lo bajo.

—Si intentas venderme a Mau, no estás haciendo un buen trabajo —respondió Lili—. No suena muy apetecible que digamos.

—¿Ya se lo dijiste a él? —pregunté.

—¡Sí! Pero pues su respuesta tiene sentido: lo hace dormido, no es consciente. Me pide disculpas, pero sigo durmiendo terriblemente mal.

—Hazle lo mismo —propuso Lili. Sandy la observó—. Si te despierta de un manotazo, échate encima de él. Si te empuja, empújalo más. No cambia nada, pero al menos él también duerme mal. Si te trasnochas, que él lo haga también.

Sandy tomó su vaso para beber otro poco y desvió la mirada, como si estuviera viendo sus posibilidades... y sonrió, así que el plan de Lili debió gustarle.

—Lo haré. Si no duermo, que él tampoco lo haga.

—Que injusto, si no es culpa de él —dije.

—Entonces duerme tú con él, y déjame dormir con Sandy —retó Lili. Sin querer hacerlo, me sonrojé.

Sandy me miró, cruzándose de brazos y asintiendo.

—Sí, ya que lo defiendes.

—Vale, puede que no...

Me callé cuando todos escuchamos un cristal rompiéndose.

Miramos hacia el lugar de donde provino el ruido: en una mesa al otro extremo había una chica y en el suelo, un jugo regado y su vaso destrozado. Frente a ella, había dos tipos mayores que la miraban con desdén y burla. El lugar se quedó tan en silencio, que logramos escuchar lo que uno de ellos dijo:

—Eres una puta.

Noté por el rabillo del ojo que Sandy se ponía de pie y se iba hacia allí. Fueron segundos veloces y lo siguiente que vi fue a mi amiga empujando al que llamó puta a la chica, y poniéndose frente a la mesa, protegiéndola.

Lilian se levantó después, también en reflejo y caminó hacia ellos; no supe cuándo me levanté yo, pero también llegué a la mesa.

—Déjala en paz —exclamó Sandy, mirando a los ojos al que había hablado.

Déjalo —respondió él con desdén—. Es él, no ella.

—Me vale una mierda si es él, ella o eso, déjala.

Miré entonces a la chica que sentada tras la mesa estaba encogida, no sé si de miedo o de vergüenza. Estando tan cerca, noté que sus facciones tiraban más a masculinas, angulosas y anchas, aunque intentaba cubrirlas con maquillaje —uno muy bien hecho, cabe añadir— y estaba usando un bonito vestido verde que dejaba sus piernas y brazos descubiertos.

Observé a los dos que la molestaban, y vi que no eran chicos, eran ya adultos, mínimo de treinta y pocos. Altos, bien vestidos, más formales en realidad que cualquier persona, parecían turistas por la forma en que no encajaban en el lugar.

—Es una abominación —dijo el segundo tipo, mirando a la chica. Me acerqué a Sandy, haciendo una barrera para impedir que pudieran verla—. Se irá al infierno.

Nos sorprendimos todos al escuchar la risa de Lili.

—¿Infierno? ¿Qué infierno? —dijo divertida, como si estuviera escuchando un chiste.

—Pecadores como él...

—Entonces nos vemos todos allá —cortó Lili, dando un paso hacia el tipo. Era más baja que él, pero le sostuvo la mirada—. Meterse en la vida de otros, esparcir odio y atacar también te da pases al infierno.

En el armario de Kim •TERMINADA•जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें