CAPÍTULO 4

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-Acabo de preguntar ¿Qué quién es?-dijo Draco algo impaciente y temeroso.
-Disculpe, soy yo niño Malfoy, Delfina. ¿Puedo pasar?
-¡Ah! Eres tú... Si, claro, pasa... Realmente espero que sea algo sumamente importante para que vengas a molestarme.-dijo el chico un tanto furioso por esa interrupción, y por ese susto que le dio.
-Ah, si, bu,bu,bueno disculpe, es que...- la anciana empleada domestica comenzó a tartamudear, ya que a pesar de que al que se dirigía era a un niño de apenas 11 años, aquel niño tenía un genio de los mil demonios y a parte si se le hacía enojar, iba y los acusaba con su padre, y las cosas se ponían mucho peor.
-¡Te estoy hablando, anciana! ¿Qué la edad ya te afecta tanto hasta para que llegues a escuchar lo que te digo? ¿Quieres a caso que le diga a mi padre para que ya te eche a la maldita calle? Que bueno, es ahí donde realmente perteneces ¿verdad criada?
-¡No! Disculpe, solo le venía a avisar que su padre lo espera en su despacho en 5 minutos.-dijo la anciana con los ojos llorosos y la cabeza agachada.
-¡Esta bien, lárgate ya!
Cuando la anciana Delfina se fue, Draco se sintió un poco mal, ya que a veces no llegaba a medir lo que decía, solo hasta que veía sufrir a las demás personas que llegaba a lastimar, se daba cuenta de que había hecho mal, pero aún así aunque se llegara a fijar de todo el daño que llegaba a causar nunca se disculpaba, ni en sus expresiones daba a notar un poco de arrepentimiento...solo en el fondo de su ser se arrepentía, pero realmente ¿eso de que servía?
El joven Draco fue criado así desde más pequeño, así que ¿Cómo lo podrían parar? Si así fue educado por sus mismos papás, ¿Cómo lo podrían cambiar? Si realmente nadie le decía que eso estaba muy mal.
Cuando el niño llegó de nuevo hasta aquella puerta enorme color negra, sintió de nuevo la desdicha y la pena. Un enorme silencio se apoderó de toda la casa, hasta que por fin se decidió a golpearla tres veces. En seguida su padre respondió al llamado de aquel pequeño
-Pasa Draco.-dijo el Lucius con un tono seco y enojado.
-¿Qué pasa, padre?-le respondió Draco con tan solo un hilo de voz.
-Te quería contar algunas cosas que pasarán este año en el colegio.
-Esta bien padre, dime.
-Mira Draco, no sé si recuerdes el apellido Potter.
Draco asintió y su padre continuó.
-Bueno, ellos eran unos compañeros de la generación de tu madre y mía, solo que pertenecían en una casa distinta a la nuestra, específicamente con la que tenemos mayor rivalidad.
El caso es que James Potter, formaba parte de una familia de sangre pura, como la nuestra, pero al pasar los años se enamoro de una chica que no pertenecía a nuestro mundo, ya que su familia no tenía ninguna afinidad con la magia, ella era una hija de muggles, llamada Lily Evans. Ellos decidieron casarse y tuvieron a un niño, llamado Harry... Harry Potter.
El caso de toda esta historia es que al principio tu madre y yo pensábamos que eso sería pasajero, ya que nosotros, los de sangre pura, no nos permitimos enamorar a menos que la otra persona sea de nuestra misma clase social, y tal vez pensarás el por qué de nuestra vergüenza o preocupación de que se quedará con aquella sangre sucia... creeme que no era porque lo llegaramos a apreciar, simplemente era que, James dejaba en mal a nosotros los puros... es por eso que tu madre y yo siempre te educamos con los valores con los que nos educaron a nosotros, para que tú nunca, nunca nos dejes en mal delante de todos los de nuestra misma sangre.
-Padre por supuesto que no, tú sabes que nunca les fallaré, yo siempre haré que se sientan orgullosos de mi... pero padre ¿para qué me cuentas todo esto ahora?
-Lo que pasa es que nunca pensé que te lo tenía que contar, ya que creí que aquel niño Potter se había perdido para siempre de nuestras vidas, ya que él, junto a sus padres arruinaron muchas, muchas cosas que se iban a lograr en esos años... pero al parecer al estupido del director se le ocurrió la brillante idea de ir a buscarlo para que pudiera asistir al colegio este mismo año y darle todos los millones que heredó, al morir los estúpidos de sus padres... Así que quiero que te juntes con él y se conviertan en "amigos"-dijo Lucius encerrando entre comillas aquellas últimas palabras y con un tono un tanto sarcástico.
El pequeño niño no entendía realmente porque su padre le contaba aquella historia de aquel traidor a su sangre y como es que quería que se volviera amigo de aquel estúpido por el cual se arruinaron varias cosas, es por eso que tuvo el valor de preguntarle sobre algunas dudas que tenía, pero rápidamente se arrepintió ya que su padre lo miro con rabia y simplemente lo ignoró, después de unos segundos demasiado incómodos en los cuales lo único que reinaba era el silencio sepulcral, su padre por fin le indico que saliera.
Cuando Draco estuvo a punto de cerrar la puerta, su padre lo detuvo con unas palabras.
-¡Hey, chico, espera!
-Dime, padre.- dijo el chico con un tono de tristeza y miedo a lo que le fuera a decir su duro padre.
-Si te contaré el por qué quiero que te hagas amigo de aquel imbécil, pero no hoy...
pero creeme que te contaré eso, y muchas cosas más, mucho más...-respondió su padre con una sonrisa casi diabólica y con un tono muy irónico
-Esta bien padre, esperaré...- Draco le respondió con una sonrisa ladeada, con una sonrisa que le llegaba a su rostro, pero no a sus ojos...
Cuando subió a su cuarto se dio cuenta de la inmensa tormenta que había fuera, y se quedó petrificado, ya que esa tormenta le parecía hipnotizante, le parecía realmente mágica.
Y al verla se preguntaba como es que a aquella tormenta no le daba nada de pena mostrarse así, delante de todos, mostrarse caótica, mostrarse rebelde, mostrarse fuerte, mostrarse perfecta, mostrarse, tal cual era...
Se lo preguntó varias veces, pero no hubo respuesta alguna, a menos que la respuesta que estaba buscando se encontrara en aquellas gotas que caían una a una en aquella acera ...
pero ante esa falta de respuesta, lo que se creo fue una nueva pregunta y esta vez no fue para la tormenta.
-¿Por qué es que yo no me puedo mostrar tal cual soy?- externó, pero la verdadera pregunta no era aquella, sino ¿cómo es realmente que él era?

AMOR VINCIT OMNIAWhere stories live. Discover now