Raichi Jingo

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La adolescente estaba sentada jugando con sus dedos de forma nerviosa. Las clases habían terminado hace un rato, entonces ¿Qué hacía ella ahí? Fácil, como tu hermana. Ahora sí hablando en serio, la fémina estaba esperando a su impetuoso novio, otra vez habían llamado al peliblanco a la sala de profesores y ella tenía una leve sospecha del por qué.

- Oi (N), vamos- Al estar absorta en sus pensamientos no se percató del momento en el que el de dientes afilados había salido. Antes de siquiera hacer un movimiento, el adolescente ya le había arrebatado las dos mochilas que tenía en las manos para colgárselas en un hombro cada una.

- ¿Qué te dijeron?- Preguntó la fémina una vez emprendieron rumbo a sus hogares, ambos vivían a una diferencia de dos cuadras así que el irse juntos era rutina desde antes de empezar su relación- ¿Raichi?- Lo llamó al notar que el peliblanco trataba de evadir la pregunta mirando hacia otro lado- De acuerdo, si lo adivino me debes un helado.

- ¿Qué? No te daré nada.

- Te regañaron porque en el examen escribiste "Mío" en vez de tu nombre- Se quedó unos instantes mirando fijamente al adolescente y cuando este se sonrojó supo que había dado en el clavo- Acerté.

- Silencio.

La fémina soltó un suspiro.

- Yo te he dicho varias veces que le tienes que escribir tu nombre a tus cosas. Escribirle "mío" es igual a nada- Lo regañó mientras se detenían en la tienda de conveniencia a comprar helado.

Al salir de la tienda se toparon con un grupo de adolescentes sentados a las afueras de la misma. La pareja no les había prestado atención hasta que el peliblanco escuchó claramente un "Que no me entere que ese culito pasa hambre" dirigido hacia su novia. En ese momento no le importó nada ya que nadie, pero absolutamente nadie le faltaba el respeto a su novia y mucho menos frente a él.

- ¿Qué mierda dijiste?

- ¿Ah? Vaya vaya, pero miren qué tenemos aquí. Hey, linda, le tienes que colocar un bozal a tu perro.

Esa había sido la gota que derramó el vaso, Raichi no lo pensó ni dos veces antes de darle un puñetazo al tipo que había pronunciado aquello.
Lo que la pareja no tenía previsto era que, de un momento a otro, pasaran de ser 3 personas a ser 10. ¿De dónde mierda habían salido los otros 7? Nadie lo sabe, quizás los tenían en la mochila y era cosa de sacarlos.

A Raichi no le habría molestado pelear contra todos ellos, el problema era que, al ser tantos, no tendría control sobre todos y lo que él no quería era que se acercaran a (N). Con él podrían hacer lo que quisieran, pero con ella no.

- ¡Nos vamos!- El de dientes afilados tomó de la mano a su novia y empezó a correr siendo perseguido por el grupo- ¡Apura tu lindo trasero!- Comentó al notar que la fémina se iba quedando atrás.

- ¡Maldita sea, Jingo! ¡Ya no nos siguen!- Ambos llevaban 15 minutos corriendo sin parar, ¿los helados? En algún lugar habrían caído. Para Raichi correr durante ese tiempo no significaba nada, pero para (N) era el mayor ejercicio de toda su vida- ¡Jingo!

El peliblanco por fin pareció despertar del trance en el que estaba y se detuvo de inmediato causando que la fémina tropezara y callera de rodillas al pavimento. Poco le importó el ardor que había provocado la caída, simplemente se tendió en el suelo tratando de regular su respiración.

Raichi se puso de cuclillas a un lado de ella para revisar las heridas que habían quedado en sus rodillas, ambas sangraban y se veían dolorosas. Abrió su mochila para sacar la botella de agua que había en esta y suavemente trató de limpiar como pudo las rodillas de su cansada novia.

One Shots | Blue Lock |Where stories live. Discover now