Parte 18

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La tarde está decayendo y la oscuridad comienza a tomar el control del día.

En medio del bosque muy cerca de la carretera una joven llora la caída del hombre que le salvo la vida y que no entiende porque aquella mujer que les apunta con un arma le ha disparado.

Susana aun de rodilla en el suelo, ante el cuerpo inerte de Leo miraba con odio a la mujer que acaba de abalear a la persona que tanto la ha ayudado y que era su primer amor.

-¿Por qué lo hizo? - trataba de entender lo que estaba sucediendo - ¡Él solo trataba de ayudarme! - decía entre gritos y lágrimas.

Matilde aterrada miraba la placa que cuelga del cuello de Susana, entendiendo el error fatal que acaba de cometer.

-¡Maldición!- exclama confundida.

En fracción de segundos de los arbustos sale un hombre armado.

-¡Manos arriba! - dijo el hombre con una placa colgada en el pecho y un chaleco blindado.

Matilde levanto las manos. En una estaba el arma y en la otra la placa.

Momentos seguidos quedaron rodeados. Los gritos de Susana se ahogaban en el pecho de Leo que lloraba desconsolada. La sangre de Leo empapaba la camisa y el rostro de la joven.

Uno de los policías se acercó para revisarlo pero Susana no dejaba que lo toquen. Su estado histérico era abrumador.

Ella desesperada gritaba con dolor.

-¡Suéltelo él me salvo!- Y se aferraba a él tirado en el suelo- ¡No lo toquen! Arresten a esa mujer. Ella lo mató.

En esos momentos se acercó Sanabria y al ver y oír aquellas palabras su cara se crispó por la contrariedad.

- ¡Agente caído! ¡El agente Mejía! - Y tomando a Susana y la quita a la fuerza.

-No, él me salvo- grita desesperada- él es bueno. Ella sigue aferrada a la mano de él.

Rápidamente llegaron los camilleros.

-Por favor déjenos llevarnos al agente Mejía- dijo el hombre vestido de blanco. Y lo subieron a la ambulancia y se lo llevaron.

Ella mira con desespero, con perplejidad, toda confundida.

-¿Agente Mejía?- repite desorientada.

Sus ojos miel de Susana observa a todos los hombres.

-Señor ¿Le avisamos a su prometida? - pregunto uno de los agente. La pregunta queda sin respuesta cuando un policía trae esposada a Matilde Benavides.

-¡Maldita sea!- exasperado grito Sanabria - ¡No te podías quedar quieta!- respiro de manera incomoda- ¡Llévensela! - señalando a Matilde y la señorita Ávila llévenla al hospital. Sus padres la están esperando.

El rostro de Sanabria se ve todo descompuesto por el enojo y la preocupación y de forma rápida vuelve de retomar la operación.

-¡Rápido, sigan las coordenadas!- comenzó a gritar a sus hombres.

Los policías siguieron peinando la zona. A lo lejos se escuchan disparos, gritos y dan captura a los hombres que integraban la banda.

Uno de los agente llevaba Susana por el brazo a otra ambulancia. Ella está cubierta por la sangre de Leo. Alguien le tare una manta para resguardarla del frío.

Permanece en silencio. Se encuentra abrumada por un torbellino de emociones que amenazaban con llevarse todo a su paso. No puede dar crédito a lo que le está sucediendo. Esta libre.

Amor prisionero.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu