Parte 4

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El sol del nuevo amanecer brilla con intensidad pero aun no hace el calor tan abrumador que caracteriza a esa zona de la región. Los ojos de Susana se abren con cierta dificultad debido al brillo que entraba por la pequeña ventanilla de la habitación.

Ella se despereza y sonríe al recordar una pesadilla.

-Que sueño tan horrible- dijo aun adormilada en medio de la habitación.

Sus ojos recorrieron aquella habitación que no conocía y fue cuando comprendió que aquel sueño era solo su triste realidad. Trago el nudo de lágrimas que se le formo en su garganta y se negó a llorar.

-Con llorar no saco nada- se dijo en voz alta para consolarse.

Su lengua lamio sus labios que están resecos y tenía un sabor amargo en la boca por causa de la dosis para dormir. Suspiro y con dificultad trató de sentarse en la cama y al intentar levantarse se lastimó la mano que estaba sujeta a una esposa y está a la barra de la cama. Ella trata de encontrar algún recuerdo de como llego a esa cama.

Mira pero no lograba ver nada por la posición incómoda en la que se encuentra, su mano esposada en un barra sobre un borde de cama, le impedía incorporarse. El dolor le atusa el brazo por el nuevo intento de levantarse.

-¡Oye!- gritaba para llamar la atención de Leo- ¡Oye secuestrador de pacotilla! - gritaba aun con más fuerza- imbécil - no pasa nada. Ella se concentra en agudizar el oído para ver si puede escuchar algo, pero todo es silencio, un silencio que le causa escalofríos.

Ella deja caer la cabeza y suspira.

-Tengo que ser fuerte- se dice.

Los sonidos a lo lejos de la brisa meciendo los árboles es tranquilizador, sus nervios están al borde del colapso. El cantar de muchas aves, le indicaban que estaban en un lugar abierto, muy posible en el campo.

-"Tengo que escapar"- piensa la joven mirando el techo de la casa-rodante.

Susana con la idea fija de escapar, mira el lugar donde yacía acostada. Sus ojos miel recorren las paredes y la estancia de la casa rodante y que además es algo vieja y desgastada. A uno de los lados tiene una ventana y debajo de ella algo que parecía una cocina, no podía ver bien desde donde ella se hallaba.

Mientras miraba el techo ideo un plan para escapar haría hasta lo imposible de salir de ese tremendo lio en el que se había metido.

-"¡No me pondrán detener!" – pensaba convencida que eso era lo que ella debía hacer.

Un ruido la alertó y se quedó inmóvil expectante.

Leo llego y la vio que estaba despierta. La contemplo en silencio pero no dijo nada. Se acercó a ella y le quito las esposas y sin maltratarla la levanto de la cama y la llevo a las afueras del vehículo y volvió a esposarla, a una cadena que estaba en un árbol. A un lado también había un pequeño taburete de lona.

Ella miraba concentrada las esposas y la cadena y comenzó a jalonearla y buscar alguna debilidad para ella poder escapar.

Él la miraba en silencio y veía como ella trataba de soltarse. Sonrió al ver el espíritu combativo de la mujer.

-¡Te vas a lastimar!- la saco de sus pensamientos.

Ella se sobresaltó al oírlo y lo miro con furia.

-Si no quiere que me lastime, entonces suéltame- lo miro con cara suplicante y humilde – no soy un animal para que me mantengas amarrada.

Él dejo salir el aire de los pulmones. No le gustaba cuando las cosas se le complicaban y este era uno de esos asuntos. Complicado.

Amor prisionero.Where stories live. Discover now