parte 10

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Susana daba gritos al ver que Leo recibía golpes tras golpes y no lograba responder.

-¡Dios lo va a matar!- ella grito.

Y cuando vio que el hombre estaba dispuesto a terminar con la vida de Leo agarró entre sus manos un madero encendido y lo golpeó fuertemente derribándolo.

Arrojó el madero y corrió hasta donde yacía Leo inconsciente y lo zarandeo para despertarlo.

El rostro él lo tenía lleno de sangre y esto la asustaba cada vez más.

-Leo despierta, por favor- le decía desesperada – No me puedes dejar sola.

Ella inclinada al lado del hombre herido no se percató que el cruel hombre se despertó y la miraba con odio.

Ella sin darse cuenta que el hombre se levantó aun atolondrado por el golpe, la miro fijamente odiando como ella se interpuso para evitar matar al hombre así que se dirigió a ella por la espalda y la agarro por los cabellos y la alejo de él.

-Ese hombre ya está muerto- le dijo en medio de una carcajada aterradora. Y la arrojó con fuerza contra el suelo y se encaramó sobre ella con la intención de abusarla.

-Leo, Leo ¡Por favor ayúdame!- gritaba desesperada. Ella luchaba y con manos y pies trataba de quitarse al hombre de encima - Leo, Leo...

El hombre estaba tan drogado que no media las consecuencias de sus actos y tampoco quería pensarlo. Él al verla como un conejillo asustado la codicio. Ella era frágil y dulce, la chica de ojos miel le gusto desde el m ismo momento que la vio. Sintió placer al ver como el hombre la protegía escondiéndola detrás de él y mintiendo que era su esposa solo para protegerla.

Estaba con el ánimo elevado y eufórico por aquel acontecimiento. Trataba por todos los medios besarla, pero ella luchaba tanto que les costaba someterla.

Un golpe ciego que ella lanzó para defenderse cayó en el rostro del hombre reventándole la nariz y haciéndolo sangrar. Esto lo enfureció y sin compasión alguna la abofeteo.

- ¡Quieta perra! – Gritaba colérico porque no podía doblegarla a su capricho- ahora va a saber lo lindo de la vida.

-¡Suéltame desgraciado! – luchaba la mujer con todas sus fuerzas.

De repente ella quedo liberada.

-¡A ella nadie le pega! - dijo Leo iracundo.

Con el rostro lleno de sangre Leo lo tomo por los cabellos y quitándoselo de encima lo derribo a un lado. Los ojos del moreno la miraron y al verla desvalida su coraje creció como un torbellino hasta que explotó.

-¡Maldito!- grito – nunca más le harás daño.

Leo cayó sobre el hombre y con fuerza le daba golpe tras golpe. El enojo lo hacía golpear y golpear tan rápido y tan seguido aun estando el hombre inconsciente. La ira lo tenía cegado y sus manos estaban llenas de sangre. Con cada golpe que daba salpicaba sangre al rostro de él, pero esto no lo detenía.

-No le volverás hacer daño- le gritaba.

Susana al verlo y darse cuenta de la intención de él era matarlo corrió a duras penas porque todo el cuerpo le dolía y lo abrazo por la espalda para quitárselo de encima.

- ¡Lo vas a matar! - gritaba llorando- ¡Tú no eres malo! - Lo jalaba --¡Suéltalo! ¡Por favor! - gritaba desesperada llorando.

Él a lo muy lejos la escucho llorar y se frenó de inmediato. Ella ya sufría demasiado para que viera más horror.

Amor prisionero.Where stories live. Discover now