Parte 9

2.6K 313 3
                                    

Él se marchó dejándola en la soledad de la pequeña habitación.

Leo estaba muy furioso consigo mismo y con Susana. Con él porque no tuvo la fortaleza de sucumbir a las caricias de la joven. Una joven que era inexperta y vulnerable a cualquier hombre. Con un simple beso ella sucumbió al placer. Gracias a la idea que la joven tenía fija logro escapar a su propia trampa.

Leo imagino que hubiese sido Joel el que ella intentara seducir. Ese era un acanalla más jugado por su lesividad, él jamás se contendría ante ninguna mujer y mucho menos una que es virgen y retenida contra su voluntad.

Se pasó la mano por los cabellos. Esta tan furioso que descarga su ira contra una silla que está a las afuera de la casa-rodante.

Él siempre se regía por reglas que nunca quebrantaba pero desde que conoció a la joven siempre andaba quebrantándolas. Primero se resistió a cumplir la orden dada esa mañana, alegando que había mucha gente alrededor. No la quiso secuestrar y paso por alto la orden que le impartieron y fue cuando "ella" la amante del jefe entro en el juego.

Pateo con rabia una piedra que se le atravesó en el camino. Él no tenía ninguna intención de hacerle daño pero tenía que dejarle claro que era mala idea utilizar su cuerpo como señuelo.

-No todo el tiempo te podré proteger- murmuro en medio de la soledad del bosque.

Después más calmado decidió regresar a la habitación donde sabía que la encontraría llorando y hasta desesperada. Se sentía mal y muy preocupado de los sentimientos que emergía dentro de él por aquella chica. Tendría que enfocarse en su mujer y no una a la que no podría amar.

Suspiro antes de entrar y verla.

Con el rostro endurecido le entrego una camisa limpia de las suyas. Ella la miró y recibió. En silencio ella se la coloco y miraba como su rostro reflejaba disgusto.

Ella trago saliva y bajo la mirada avergonzada. Él nunca la había agredido, pero estaba vez... sus ojos morrones claros se llenaron de más lágrimas y comenzó a llorar.

Él al ver aquel llanto le dolió en su corazón y salió.

Ella confundida. No entendía el desconcierto de sus emociones. Le dolía que él la tratara como a un trapo, pero también comprendía que ella no debió hacer eso. Lloro.

Tenía que escapar buscaría una nueva forma pero ahora solo iba a dormir, no pensaría en nada más.

- Esperare pacientemente. Mañana tendré una nueva oportunidad- pensó tristemente. Faltan ocho días, para... no se sabe para qué, no se sabe que le depara el destino a la pobre Susana.

Muy temprano ella despertó y como siempre con los ojos cerrados escuchaba la canción ahora favorita. El canto libre de las avecillas. En silencio y pesarosa paciente espero que Leo la sacara como siempre de la casa – rodante y la sentara en la silla que estaba al lado de un enorme y hermoso árbol.

Sentada en la cama aun esposada respiraba con cierta dificultad, también se sentía toda dolorida. Pensaba que pronto se le pasaría el malestar. Desde la distancia observaba al hombre con cara de fierro, aun se encontraba enojado con ella.

Ella se sentía mal por él. Él siempre trataba de consolarla, ayudarla y hasta de protegerla y ella cambió todo por tratar de escapar.

Leo la tomo de la mano y la llevo con él y en silencio la sentó en el lugar donde siempre la ubicaba y se marchó. Ella cojeaba al caminar pero no se quejaba, miraba la expresión de Leo, que era dura y sombría.

Amor prisionero.Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ