Parte 6

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Leo manejo durante horas. El campamento donde escondía a Susana estaba más de tres horas de camino al lugar donde él se dirigía. Manejo en un total silencio, mas sus pensamientos estaban en la mujer que había dejado al cuidando de Pepe.

Él era desconfiado por naturaleza, y no le gustaba dejar su trabajo tirado ni a medias, pero el asunto pendiente lo obligaba a salir de su escondite.

Llego hasta un apartamento sencillo y pequeño donde vivía cuando se quedaba en la ciudad. Rápidamente bajo del auto y saco una maleta donde estaba su ropa sucia.

Sus ojos marrones recorrieron el lugar. Busco las llaves del apartamento e Ingresó al lugar y reviso las pocas estancias del lugar con cuidado y minuciosamente. No podía darse el lujo de descuidarse y que todos su plan y trabajo se perdieran por falta de precaución. Se dirigió a una pequeña oficina y en uno de los cajones del escritorio había un maletín que tenía contraseña, lo abrió y reviso lo que contenía. Nuevamente lo cerró y lo dejo en un sillón.

Con la maleta en mano llego a la zona de lavado y rápidamente metió la ropa a la lavadora y después se dirigió al baño.

Cuando comenzaba a quitarse la camisa la puerta de la calle se abrió y dejo entrar a una mujer morena que al verlo le sonrió feliz.

Ella sin perder tiempo se arrojó a los brazos fuertes del hombre y se besaron. La mujer estaba locamente enamorada de él.

-Marcos, mi amor- le dijo colgada del cuello, y dándole un beso en la boca – te he extrañado un montón.

Él la abrazo, y respondió al beso. Los ojos de Marcos la miraban y hacia comparación con los ojos marrones claros que siempre lo desafiaban con la mirada.

Ella se gozaba de aquel beso y por eso no se percató que era frio y sin sentimientos.

-¿Cuántos días te vas a quedar? - le interrogaba Matilde. Estaba emocionada de volver a verlo.

Él medito las palabras de la mujer y respondió con cierto fastidio.

-No lo sé, Maty - dijo molesto- me retrasaron a un mes.

Ella se separó de él con brusquedad y lo miro muy seria.

-¿Cómo? Tú me dijiste que solo eran ocho días – reprocho ella ahora también molesta con él.

Él suspiro.

-Lo sé nena, pero tengo un problema. La entrega de la mercancía se atrasó, ¿Qué puedo hacer yo? -dijo terminándose de quitar toda la ropa y ya desnudo ingreso al baño. El agua tibia al caer sobre sus tensionados músculos lo relajaron bastante.

Mientras enjabonaba su cuerpo sus pensamientos estaba en la casa- rodante y en la chica que últimamente le estaba convirtiendo su vida en un maldito infierno.

-No puedo sucumbir- dijo en voz baja. Se lo repetía constantemente para creerlo y mantenerse lejos de la tentación- soy profesional.

-Pequeño monstruo- murmuro al recordar la última vez que ella trato de escapar de él.

Suspiro profundo. No lograba dejar de pensar en el pequeño monstruo y sobre todo en que Pepe la estaba cuidando.

-¡Ojala, ella no intente escapar nuevamente!- dijo aun metido bajo el chorro de agua tibia- Porque ese imbécil si le pega.

Salió de sus pensamientos al ver a Matilde meterse en la ducha totalmente desnuda.

-Ven mi amor, yo te baño- lo dijo de manera maliciosa. Tomo el jabón en sus manos y lo froto para sacarle abundante espuma y comenzó a enjabonar el cuerpo del hombre. Pasaba sus manos por todo su cuerpo, acariciaba de manera sugestiva, haciéndole expresiones de coquetería. Con su fina mano tomo la virilidad de él que estaba ya dura por la excitación. Él la tomo y la empotro en la pared húmeda y resbaladiza de la ducha y comenzó a besarla con frenesí. Estaba necesitado de aquellas demostraciones de amor, porque necesitaba sacar de su cabeza a la pequeña monstruo.

Amor prisionero.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang