2: Tienda

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Zhongli cerró la puerta del piso, colocando el cerrojo mientras Childe arrastraba los pies hacia el dormitorio tras haberse quitado los zapatos. Se dejó caer sobre la cama, extendiendo los brazos a ambos lados. Zhongli se estiró a su lado, rodeándolo con los brazos.

—Lo siento —susurró, hundiendo la cabeza en el hueco de su cuello.

—No importa —contestó, tapándose los ojos con el brazo—. Es... algo que no voy a poder olvidar, haber ido no hace que sea peor. Sobretodo si no había nada. Además... tampoco debe haber sido agradable para ti.

No podía aceptar el hecho de que se hubieran levantado estando muertos. Eso... no era algo posible. Tenía que haber una explicación, algo que pudiera contradecir todo esto. Pero joder, ¿acaso algo podía meterle una lógica a lo que estaba ocurriendo? Sentía una presión en el pecho, los ojos le picaban y lo único que quería hacer era llorar. ¿Por qué? ¿Por su familia? ¿Por lo que había visto? ¿Por su futuro incierto? No estaba seguro, quizás una mezcla de todo. Zhongli se acercó más a él; estaba temblando. Childe se dio la vuelta, abrazándolo y colocando la mano en su cabello castaño, intentando calmarlo a pesar de que él tampoco estuviera en buenas condiciones.

¿Qué debían hacer ahora? ¿Esperar? Eso podía ser lo más inteligente, o lo más estúpido. ¿A qué tenían que esperar exactamente? ¿A nuevas noticias? ¿A la muerte? ¿A qué? Quizás lo mejor sería reunirse con Scaramouche, muy a su pesar. El enano parecía estar mejor informado que ellos, y aunque nunca lo llegaría a admitir, podía ser alguien en quien se podía confiar. Solo en algunas ocasiones. Le salvó la vida probablemente, en el callejón se quedó aturdido, podría haber muerto si no hubiera sido por él.

—Deberíamos ver las noticias —susurró Zhongli. Asintió, soltándolo. Ambos se levantaron y caminaron hacia el salón. Childe cogió el mando a distancia, presionando el botón. Suspiró aliviado al ver que se encendió.

—Se han reportado más de cien pacientes positivos con esta enfermedad, el número de muertos se desconoce. Varios grupos de jóvenes han atacado algunas oficinas de la policía, acusándolos de haber disparado numerosas veces a un indigente que... —una mano le pasó un papel a la presentadora, el cual leyó durante unos segundos para después volver a clavar la mirada hacia la cámara—. Esto es un mensaje oficial, presten atención —volvió a mirar el papel, como si no creyera lo que había leído la primera vez—. El Gobierno de Liyue ha instaurado el toque de queda.

Se quedaron callados, la presentadora seguía hablando, pero él ya no la escuchaba. El toque de queda. ¿Cómo se supone que la situación había empeorado tanto en tan poco tiempo? Hacía apenas unos días no se habían registrado casos en Liyue y ahora... Childe sacudió la cabeza. No podían confiar en los datos oficiales. Nadie había hablado sobre el número de muertes, estaba seguro de que las autoridades eran conscientes de los... ¿muertos? No sabía exactamente lo que eran, pero era imposible que el gobierno no se hubiera enterado de lo que estaba ocurriendo. Y aún así, no habían alertado sobre el peligro real.

—Se mantendrá hasta nuevo aviso, desde las nueve de la noche hasta las siete de la mañana, nadie podrá salir de su vivienda, sin excepciones.

—Ajax —lo llamó Zhongli desconcertado—. Deberíamos ir a comprar comida.

Fue a responder, su boca estaba seca.

—Sí... —asintió, sintiendo que la realidad se alejaba de él, a pesar de ser consciente de lo que ocurría.

¿Salir a comprar era seguro? Por supuesto que no, pero no tenían la comida suficiente como para quedarse encerrados durante un tiempo indefinido.

—Vamos a la tienda donde trabajo —dijo mientras cogía el brazo de Zhongli, arrastrándolo hacia la entrada—. Podemos coger lo que nos dé la gana, y puedo cerrar para que nadie entre.

𝙐𝙣𝙩𝙞𝙡 𝙙𝙚𝙖𝙩𝙝 𝙙𝙤 𝙪𝙨 𝙥𝙖𝙧𝙩 [ 𝘼𝙐 𝘾𝙝𝙞𝙡𝙞 +18 ]Where stories live. Discover now