N i n e y e a r s l o s t

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Jungwon estaba sentado conmigo en la clase de literatura, enfrente estaban Sunoo y Jennie, y en el primer puesto al lado de la mesa de la maestra se encontraba Sunghoon

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Jungwon estaba sentado conmigo en la clase de literatura, enfrente estaban Sunoo y Jennie, y en el primer puesto al lado de la mesa de la maestra se encontraba Sunghoon.

Había pasado un año desde que él llegó y las cosas se complicaron bastante en mi vida. Resultó que Sunghoon era un estudiante ejemplar y se llevaba de las mil maravillas con Seulgi haciendo los deberes y realizando proyectos. Con Sana las cosas eran casi iguales, lo del empujón cuando se conocieron quedó en el olvido y Sunghoon se comportaba como el hermano mayor de mi hermana. Pero conmigo ni siquiera se atrevía a mirarme directamente a los ojos, la última vez que lo hizo fue cuando se disculpó con Sana, desde ese día en adelante me evitaba, me dirigía la palabra solo cuando era necesario y trataba en lo posible de no estar en la misma habitación que yo.

¿Acaso olía mal? ¿Era feo? ¿O no le agradaba?

Era como vivir con un fantasma, sabía que estaba ahí pero no lo podía ver. Era un niño despreciable, nada comparado con su madre, la mejor niñera que haya tenido salvo por el pequeño detalle de que aún no me dejaba comer galletas después de las ocho.

Sin embargo, desde la misteriosa aparición de esas galletas frente a mi puerta, cada vez que hacía una pataleta, a la media noche unas galletas sobre una servilleta tocaban mi puerta. Comencé a creer seriamente que el hada de las galletas con chispas de chocolate existía.

La maestra leía un aburrido poema. Puse cara de concentrado, pero en realidad estaba pensando en cómo convencer a mi mamá para que me dejara ir a la casa de Sunoo esta tarde con Bisco. Seguramente me diría "lleva a Sunghoon". Antes me molestaba que me obligara a ir a todos lados con Sana, pero misteriosamente se le metió en la cabeza que el niño tonto podía ser mi amigo. Error, el jamás lo sería.

No me gustaba la idea de que el fuera a la misma escuela que yo, por alguna razón que estaba fuera de mis conocimientos mis padres le pagaban la educación a Heeseung y Sunghoon. Para navidad les daban regalos, les dejaban comer en la misma mesa que a nosotros y eran libres de las reglas y listas de alergias y cosas que se debían hacer.

—Ni-ki, podrías decirle a la clase de que se trataba el poema—salté en mi asiento y me aparté un mechón de cabello que caía sobre mi frente. Cuarenta pares de ojos se giraron a mirarme, recordé que la abuela siempre me decía que, si no sabía algo, sonriera y me echara el cabello hacia atrás con delicadeza.

Lo hice como me había enseñado, pero no pareció surgir efecto. La sonrisa era más parecida a una mueca sarcástica y cuando me iba a echar el cabello hacia atrás, se me enredó entre los dedos.

Escuché algunas risas, la más fuerte era la de Félix, que estaba sentado junto a Sunghoon. El le susurró algo al oído y se rió más fuerte, pero a Sunghoon pareció no hacerle gracia.

—Te estamos esperando, Ni-ki—me dijo la maestra, caminando hasta mi puesto con la mirada que ponían las personas cuando hablaban con un enfermo mental. Eso me molestó.

Cásate conmigo ; SungkiWhere stories live. Discover now