C h o c o l a t e c o o k i e s

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Mamá se arreglaba para ir al teatro con mi padre, llevaba un vestido liso de seda rosa y un sombrero con plumas que yo utilizaba para disfrazarme de indio nativo cuando Sunoo, Jungwon y Jennie venían a jugar a la casa

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Mamá se arreglaba para ir al teatro con mi padre, llevaba un vestido liso de seda rosa y un sombrero con plumas que yo utilizaba para disfrazarme de indio nativo cuando Sunoo, Jungwon y Jennie venían a jugar a la casa. Si mamá se enteraba de eso, era niño muerto.

Nos dijo que se irían en cuanto llegara la nueva niñera. La anterior fue una anciana de cabello gris que no hacía más que apretarme las mejillas cuando rompía cosas o desobedecía órdenes. Acostumbraba a portarme mal y a ser muy entrometido, la niñera no soportaba mi manera de ser.

Como ella vivía aquí, en una habitación al lado de las nuestras por si se nos antojaba algo para las noches, era insoportable. Controlaba cada minuto de nuestras vidas, hasta que un día murió.

Papá nos dijo que ella se fue a hacer un viaje para visitar a unas hadas que vivían en Escocía, Sana se lo creyó y le escribió una carta que mamá prometió enviarle. Seulgi y yo sabíamos la verdad, la mujer ya había pasado a la otra vida y por lo que escuché hablar a las cocineras, fue un ataque cardíaco. Como era demasiado pequeño para medir la gravedad de una muerta, sólo me alegré de no tener que soportarla más. Era más parecida a una bruja que una amiga de las hadas.

Comenzó a caer una suave lluvia que hacía que un dulce olor a tierra y flores se mezclara y entrara por las ventanas. Las sirvientas las cerraron para que no se mojaran los marcos y porque mamá se volvió loca al pensar en la humedad y en lo esponjoso que se pondría su cabello.

Cuando ella subió corriendo las escaleras para darse un retoque de último minuto, sonó el timbre retumbando por toda la casa. Ralph el "mayordomo", se apresuró con su paso de pingüino a abrir la puerta. Un viento se coló hacia adentro e hizo que estornudara, nos habían vestido para la ocasión con unos espantosos atuendos de color lila a todos iguales, nos formamos en fila por orden de estatura y nos quedamos quietos cuando la nueva niñera entró.

Era joven, me relajé en cuanto le vi el rostro.

A su lado iba un niño de cabello castaño y parecía ser más grande que Seulgi, era alto y vestía unos jeans y una chaqueta verde mojada por la lluvia. Supuse que sería su hijo, no me gustó la idea de que vinieran otros niños a vivir a mi casa.

— ¿Aquí es? —preguntó el chico masticando chicle. La niñera sintió y nos sonrió con amabilidad.

Sana no se resistió y se apresuró a abrazarla, era una niña bastante encantadora que se encariñaba rápido con las personas. La niñera la levantó y la abrazó como si fuera su propia hija, tal vez no era tan mala como la anciana.

—Tú debes ser Sana, me han contado mucho sobre ti—le dijo ella. Sana abrió sus ojos sin caber en la felicidad, se llevarían muy bien.

Cásate conmigo ; SungkiWhere stories live. Discover now