20. ¿Acaso no es evidente?

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Siempre me ha fastidiado ese momento en las pesadillas en donde te percatas que te encuentras en una pero por más que lo intentes no puedes despertar. Es como si tu mente te castigara a ti mismo por ser el perpetrador de aquellas perversas dilucidaciones. Intentar despertar es como golpear una muralla impenetrable que uno mismo ha erigido. Qué ironía.

Sin embargo, de no haber sido por eso, tal vez nunca habría podido escuchar aquellas palabras. Y esas iban a cambiar el rumbo de mi incursión en aquella aventura sobrenatural.

—Cómo te atreves, foerim —se escuchó retumbar desde todas partes.

El claro de un bosque se había establecido alrededor nuestro y sobre nuestras cabezas se alzaba el cielo de la Noche Eterna. Intenté despertar, realmente lo intenté, me pellizqué en mi brazo con fuerza, me mordí la lengua y jalé de mis pelos pero, a decir verdad, nunca había sido exitosa para despertar de una pesadilla a consciencia.

—No puedo... ¿tienes alguna otra idea? —mascullé con alarma mientras me arrellanaba de forma automática al costado de Leo. Él no respondió.

Sabía que él sería tan inútil como yo para defenderse porque no contábamos con nuestra habilidad de la creación. Pero vamos, él siempre sabía qué hacer. Siempre se inventaba un escape... o al menos yo tenía la fuerte impresión de que era así, y si no lo era, tenía esta espectacular oportunidad para demostrarme lo contrario.

—Alguien como yo jamás caerá por tonterías como esas —declaró la voz de Bloom y seguidamente, como si se unieran las partículas en el viento, su figura se materializó a una larga distancia en frente de nosotros. Vestía un traje blanco y en su faz se componía un gesto de severidad. Luego agregó en un falso tono divertido: —Oh, veo que trajiste compañía.

Leo simplemente le devolvió la mirada con reserva y estoicismo. Había un contraste repentinamente notable entre las ropas blancas de Bloom y las negras de Leo, parecía incluso hecho a propósito. La expresión inaccesible de Leo me impedía saber si es que tenía un plan remanente para este caso o si estaba en camino a obtener uno.

Sabía que Bloom podía ahora materializar cosas que podían afectarnos en la realidad, pero no tenía idea de cuál era la extensión de eso y la incertidumbre me estaba taladrando el pecho. ¿Cómo escapar de alguien que tiene el control de todo?

Mientras nos inundaba un silencio cargado de tensión, Bloom lentamente ladeó la cabeza con los ojos extrañamente entornados, observando a Leo con detenimiento.

—¿Te he visto antes? —le preguntó y él mismo parecía intranquilo por la pregunta.

Leo, sin embargo, no varió su impasibilidad. Y cuando por fin habló su voz estaba impregnada con cierta autoridad, una que no consideré apropiada dadas las circunstancias.

—Lax Umels Virdenz —dijo y en realidad, esas palabras me dejaron confusa, pero tuvieron un efecto totalmente distinto en Bloom—. Deja que ella se vaya, no tiene ni idea de lo que está en juego.

Bloom pareció por primera vez desencajonado y atónito, como si lo acabasen de golpear con una pared de cemento que no había visto venir. Quise preguntarle a Leo qué era lo que le había dicho pero ninguno de los dos despegaba la mirada del otro, como si se estuvieran retando con los ojos. Entonces Bloom pareció hacer un esfuerzo para recuperar su compostura, pero no pudo retomarla sin un aire vacilante.

—Eso lo decido yo, foerim —repuso con acidez—. ¿Cómo es que sabes mi nombre? ¿Nos conocemos?

Aquello me descompaginó. ¿Leo lo conocía? Él ni siquiera pestañeó cuando yo lo observé con extrañeza, pero tuve la impresión de que evadía mi mirada a consciencia.

Plenilunio (versión borrador)Where stories live. Discover now