17. Distante

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Por un instante, pensé que la voz chillona de Sara iba a reventar el parlante de mi celular.

—Nombre —dijo con un tono autoritario—, lugar de nacimiento, antecedentes y todos los detalles de su cita.

—Sara, eso no fue una cita.

Apenas estaba recuperándome de la pesadez por las escasas horas de sueño y mis palabras sonaban lentas y empujadas. La única razón por la que no colgaba de plano la llamada era por el gran despliegue de tolerancia que Sara había demostrado ante mi actitud extraña y por años de amistad.

—No te creo —barbotó, insistente—. Me lo cuentas todo o voy a tu casa.

—Se llama Leo —repliqué al instante—. Y sospecho que tendríamos la posibilidad de vivir un sórdido romance.

Incluso decirlo en broma me daba estremecimientos involuntarios pero el truco con Sara era encandilarla con alguna novedad interesante, esas eran la fuente de su energía vital. Después de eso, ella misma se retroalimentaría en el propio cuento y, finalmente, estaría en paz.

Podría equivocarme, pero por la forma cómo hablaba, me dio la impresión de que Leo le pareció simpático. Una idea de la cual no sabía exactamente qué pensar pero a la que no le di muchas vueltas porque aún tenía fresco en mi mente el sueño que acababa de tener. Así que casi no le presté atención a la retahila de chillidos de emoción que Sara chirrió por la línea.

—¿Qué significa foerim? —le pregunté a Leo ese día.

Era nuestra primera sesión de clases de creación después de la misión, y parecía como si él estuviera retomando una lección que se había dejado el día anterior. No hizo ninguna mención de lo que había acontecido recientemente; de hecho, no me hizo ninguna pregunta y parecía más interesado en teclear en su laptop.

Lo había encontrado junto a su acostumbrada caja de comida chatarra, desperezándose en su sofá como un gato negro a pesar de que era casi la media tarde. Mis sospechas de que él vivía los días al revés estaban casi confirmadas, parecía que él dormía en las mañanas y estaba activo en las noches, como los murciélagos. O como Batman.

—¿Conversaste con el conector? —inquirió él a su vez luego de frotarse el rostro para apartar la somnolencia, yo asentí en silencio—. Foerim significa distante —explicó por fin—. Nosotros los llamamos antiguos, y ellos nos llaman los distantes, porque para ellos esta dimensión es el Mundo Distante.

Me dio la impresión de que él lucía más extenuado que otros sábados y me pregunté si era por ese objeto que iba a agenciarse de alguna manera sospechosa.

—Evita entablar conversaciones con él, se pueden deducir muchas cosas de una charla —agregó finalmente con un gesto cansino.

—Claro... —asentí distraídamente mientras me enfocaba en hacer girar varios objetos que había creado en distintas direcciones en el espacio de la sala. Me hizo recordar a la forma de un átomo en movimiento. —Ammm... Leo ¿qué pasaría si Orbe se enterara de esta situación?

Leo guardó silencio por un momento como si pensara la mejor respuesta, pero aquel silencio parecía guardar además sus propias cavilaciones.

—Si eso pasara, digamos que ya no tendrás que preocuparte por los años que debes trabajar para ellos —respondió con seriedad pero también había una pizca de ironía en su voz.

—Y ¿qué pasaría contigo?

—Tendría problemas —dijo con simpleza y luego de un momento el incesante sonido del teclado de su computadora se volvió más pausado hasta detenerse—. ¿Te ha dicho algo ese antiguo?

Plenilunio (versión borrador)Where stories live. Discover now