-Miren estos son hasta ahora los identificados de la banda de tratas de blanca- en la pequeña oficina habían varios agentes estudiando el caso sobre los secuestros y en un pizarrón se encontraba las fotos de Pepe, Joel y Leo- tenemos que tener en cuenta que...

Matilde se paró en la puerta de la oficina, y con una sonrisa saludo al agente Sanabria que dirigía la reunión de los agentes.

-Hola ¿Cómo has estado Sanabria? -él era uno de sus superiores e instructores. Ella le guardaba mucho respeto y cariño.

Sanabria la miro a los ojos fijamente.

-Bien Benavides, ¿y tú?- mientras le contestaba el saludo él intencionalmente tapo con su cuerpo las fotos que estaban en el gran pizarrón.

Rápidamente otro agente se levantó y la rodeo y le dio la vuelta para sacarla de la reunión.

-Wow, trajiste donas- le dijo- puedo tomar una.

Ella le sonrió.

-Sí, la traje para ustedes- respondió feliz por aquel recibimiento- tenía tiempo de no verlos.

-Si bastante- dijo – ¿Cómo has estado?- le pregunto el agente.

-Bien, solo pasaba para saludar a mi antiguo equipo- dijo.

_Ya viene el jefe- le comento el hombre que devoraba la pequeña dona- Me marcho. Que la pases Benavides. Adiós. se marchó apenas llego el superior de los dos.

-Adiós, Mendoza- se despido del joven que se iba con otra dona entre sus manos.

-¡Vamos a charlar acá! - Él se llevó a la joven lejos de la oficina, pero antes le hizo una señal a uno de sus hombres para que retirara las fotos y recogieran el material- ¿Cómo has estado en tu nueva división?- le pregunto el superior.

Sanabria era un hombre alto de cabellos negros y ojos oscuros como la noche. Tenía un carácter de mil demonios. Se le conocía en la división por ser un hombre leal a la causa y sobre todo por lo correcto.

-Muy contenta. Me han tenido muy ocupada- dijo con un suspiro.

-No te gusta- le pregunto al verla extraña- era lo que más querías.

-Me encanta, pero siento que me está quitando tiempo para verme con mi novio- le confesó preocupada.

Él suspiro y la miro con cariño. Ella fue una de sus mejores cadetes y se recibió con honores. El la veía como una hija.

-Tu sabes que este trabajo es muy exigente y muchas veces tenemos que renunciar a lo que amamos o deseamos. Lo sabias desde el momento que ingresaste a la escuela de cadetes.

Ella sonrió con pesimismo.

-Lo se...- no pudo seguir pues su teléfono sonó y ella tuvo que responder de inmediato- lo siento Sanabria tengo una reunión en mi división.

-Cuídate Benavides- le dijo Sanabria. Él la miro partir y apretó los labios. Quedó él pensativo y preocupado por la joven.

Con pasos agiles se dirigió a la sala donde estaban sus hombres y furioso los miro.

-¿Quién es el encargado de vigilarla?- preguntó enfadado.

Un agente se levantó y resacándose la cabeza respondió algo apenado.

-Lo siento. Ella estaba en su apartamento. Me confié pero le deje seguridad- se disculpó. Luego comenzó a llamar para solicitar información por la falla en la vigilancia que era de veinticuatro horas, que tenían sobre Matilde.

Sanabria apretó la boca desesperado. Todo se podía complicar.

-¡Tenemos que apresurar esto! O caeremos y perderemos todo! - dijo Sanabria al agente que estaba con él en esos momentos. Él estaba preocupado y se pasaba las manos por la cabeza por la desesperación.

Amor prisionero.Where stories live. Discover now