Capitulo 15

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Los cólicos se habían portado bien conmigo la noche anterior pero la sensibilidad en mis senos casi no me había dejabo dormir, mayormente duermo de lado o boca a bajo; ¿y que significa no dormir? Estar de mal humor todo el día.

Hoy estaba al cuidado de Tyson y se está comportando mejor que el otro día. Aunque tengo que decir que con mi mal humor y su carácter, somos agua y aceite.

Ya había pasado la hora del almuerzo y había hecho un desastre por toda la sala.

Tyson me había dejado en la sala para ir a buscar algo, tenía más de veinte minutos que se fue y no ha vuelto. Me dijo que podía elegir algunos peluches o juguetes para que me entretuviera mientras el volvía y luego poner algo en la televisión.

¿Que había hecho yo? Pues quería a aquellos ositos que había encontrado el otro día cuando hice los cupcakes con Snow y no los encontraba por ningún lado, así que comencé a sacar todos y cada uno que los juguetes y peluches que se encontraban en el corral esparciéndolos por toda la sala a medida que los iba lanzando.

Me van a matar cuando vean este desorden pero una parte de mi no le importa.

Sus fuertes pasos bajando por las escaleras resuenan por toda la sala alertándome. Lo escucho hablar cosas, volteo y el esta hablando por teléfono sin prestar atención al desastre que había hecho.

Se detiene cuando posa sus ojos en mi y en el desastre que estaba por toda la sala.

Se masajea el puente de su nariz, le dice a la otra línea que espere unos segundos para luego tapar el micrófono con una de sus manos.

— ¿Que carajos pasó aquí?— dice con un tono bastante enojado y su ceño fruncido.

No dije nada solo me concentre en seguir buscando aquellos peluches.

— Te estoy hablando Ross y más te vale recoger todo esto antes de que termine de preparar tu merienda— un bufido de fastidio sale de mi cuerpo aún de espaldas a él.

Escucho sus pasos por la sala hasta entrar a la cocina y seguir hablando con aquella persona.

Cansada y aburrida me acuesto en la alfombra rindiéndome de buscar.

Ese cosquilleo se vuelve a hacer presente y cierro los ojos tratando de decirle mentalmente a mi vejiga que aguante un poco más. Llevaba casi una hora aguantando mis ganas de ir al baño simplemente porque no quería usar el estupido pañal. No podía terminar con la poca dignidad que me quedaba.

— Ross— su llamado me sobresalta y alzo mi mirada buscándolo por toda la sala pero no lo veo. No había movido ningún juguete o peluche.

Me levanto caminando hacia la cocina encontrándolo parado junto a la silla alta con el teléfono aun en su oreja.

— No me jodas, si quieres verla tendrás que venir— lo escucho hablar mientras hace una seña en mi dirección para que me acerque y me acerco con pasos perezosos.

Al llegar a su lado me carga, colocándome en la silla poniéndome el pequeño cinturón.

Me da la espalda buscando algo en la encimera cerca de la estufa para luego volver como un plato y un cuchara en sus manos.

Acerca una cucharada a mi boca, la abro sin reprochar. En realidad tenía hambre, pero que digo si siempre tengo hambre.

Después de un par de cucharada me fijo en la cuchara y noto algo color morado. Niego cuando acerca la cuchara a mi boca, frunce su ceño y la vuelve a acercar a mi boca pero esta vez giro mi cabeza hacia otra dirección. Se me había quitado el apetito ahora solo quiero dormir.

Una Pequeña Princesa TraviesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora