Capitulo 1

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Risas inundaban los pasillos de aquella institución.

El calor era insoportable y la multitud de estudiantes a mi alrededor no ayudaba con la situación.

Rato atrás, me había quitado mis lentes y había aflojado mi moño para ver si mi dolor de cabeza podía disminuir pero el bullicio lo empeoraba.

Me sentía mareada, desorientada.

—Ross, ¿estás bien? Estás pálida— me sobresalte al escuchar la voz de Omar a mi lado. El y yo siempre fuimos amigos, nuestras madres son amigas y nos conocíamos desde pequeños pero no teníamos la mejor relación del mundo.

Su cabello casi rubio estaba desordenado y su frente estaba llena de sudor, probablemente estaba saliendo de Educación Física. Ese profesor era el peor de todos sin importar que mal te encontraras te hacía saltar un millón veces, el creía que solo eran excusas para no hacer los ejercicios pero a mi me valían tres hectáreas de mierda.

Layla, mi mejor amiga; llego a su lado inspeccionándome con la mirada y su mueca me confirmaba que no me encontraba bien a la vista de otras personas.

—¿Y a ti que rayos te pasó?— me pregunto.

Enserio quería salir de aquí.

Todo me daba vueltas.

Me estaba asfixiando.

Mi garganta se seco y estaba comenzando a sudar frío. Pasó mi lengua por mis labios respirando profundo para poder contestarles.

—No me siento bien— comencé a tratar de echarme aire con mis manos, con los minutos que pasaba el calor empeoraba y yo me sentía peor.

—Esto no está bien, necesitamos ayuda nunca la he visto así— comentó Omar.

Pero a mi sinceramente no me importo lo que estaba diciendo su voz se escuchaba muy lejos.

Una fuerte mareo nubló mi vista provocando que me sostuviera de lo primero que estuviera en mi camino.

—Esto está muy mal, muy mal— Layla comenzó a correr por los pasillos buscando ayuda mientras Omar trataba de mantenerme despierta.

—Ross, por mucho que peleemos y me jodas la vida por favor quédate conmigo ¿si?— su voz sonaba desesperada.

— No te preocupes, hierba mal no muere— dije con una vaga sonrisa y mi cabeza gacha.

No tenía fuerzas y casi no podía sostenerme. Sentía que mi cuerpo en cualquier momento se apagaría.

—Mierda Ross, te llevare a la enfermería— y no dijo mas nada cuando sentí que me cargaba entre sus brazos como princesa.

Mis ojos comenzaron a pesar y no lo pude evitar.

(...)

El aire fresco me envolvía.

Un dolor en mi brazo me molestaba así que intenté abrir mis ojos pero la luz me obligó a volver a cerrarlos de repente.

— Está viva— se escuchó un sollozo en toda la habitación.

— Claro que está viva estúpida, solo se desmayó—.

—Oye, no tienes el derechos de hablarme así, idiota—.

—Aja, ¿y tú si? Eres una bruja—.

—Y tú un duende, deberías crecer un poco más ¿no crees?—.

—CÁLLATE LA PUT...— aquella vos fue interrumpida por otra.

—Guarden silencio los dos, para tener diecisiete años parecen unos críos—.

Una Pequeña Princesa TraviesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora