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Justin regresó de Japón al día siguiente, pero nadie sabía de él. Todos trataban de informarse, pero no había noticias. El día transcurrió como cualquier otro. Cuando salió a almorzar, ______ se dijo con tristeza que a partir de ese, todos sus días serían iguales. Ya no saldría con Toni. Otra vez vagaría sola por la ciudad visitando tiendas y gastando el dinero que le quedaba.
Casi sin darse cuenta llegó al restaurante al que Justin la había llevado y comió en un rincón solitario. De regreso iba deteniéndose en las tiendas y atisbó por la calle angosta que aquella vez llamó su atención; quería retrasar su retorno a la oficina lo más posible.
En un arrebato casi infantil decidió internarse en esa calle. Nadie lo sabría, ni siquiera Justin se encontraba allí para darse cuenta de que estaba rompiendo la promesa que hizo aquel día.
Era un callejón oscuro, algo más de lo que imaginó; escuchó el taconeo de sus propios zapatos y por un momento dudó en seguir adelante, pero la íntima satisfacción de desobedecer a Justin la animó a continuar.
Se sintió más tranquila cuando llegó a una calle más alumbrada por el sol. Había una fuente silenciosa en cuyo interior, en vez de agua, había hojas secas de los árboles y papeles arrugados; era un lugar descuidado, sucio, las casas tenían las persianas cerradas, parecían abandonadas. No había tiendas interesantes ni restaurantes elegantes; sólo había pobreza, suciedad y un silencio aterrador.
Caminó un poco más. Inclusive los rayos del sol brillaban amenazadores, su propia sombra la asustó y empezó a angustiarse. Quiso correr, regresar a la seguridad de la pequeña plaza, quiso convencerse de que su imaginación le estaba jugando una mala pasada, de que no había peligro.
Al dar media vuelta, se quedó aterrada al notar que no estaba sola. Tenía el camino bloqueado por tres jóvenes malencarados.
Dio unos pasos atrás hasta topar con la fuente. Con la mirada buscó a alguien que la ayudara, pero sólo estaban esos tres hombres que se le acercaban poco a poco.
Supo que no tenía escapatoria. Intentar una huida la llevaría a otro lugar quizá más oscuro y solitario; además, esos hombres seguramente llevaban cuchillos. Aterrada, se quedó inmóvil.
De repente se escuchó una voz tan enérgica como una tempestad que la hizo brincar tanto a ella como a sus atacantes, quienes se volvieron sorprendidos. ______ hizo un esfuerzo para distinguir la figura, su corazón brincó de júbilo al ver salir de la oscuridad a Justin.
Alto. bronceado, amenazador. Mucho más alto que cualquiera de los asaltantes, los dominó con la mirada; no fue su altura la que los asustó, sino la violencia que inclusive ______ percibió.
Los atacantes dudaron un instante, él adelantó un paso, con los brazos en los costados y el rostro blanco por la furia. Fue demasiado para ellos. Sus nervios no estaban acostumbrados a esa reacción fría, casi inhumana. En menos de un segundo la calle quedó vacía, excepto por ______ y Justin, quien la observaba impasible.
Ella permaneció allí, de espaldas a la fuente, le temblaban las piernas y las lágrimas brotaban de sus ojos, pero Justin no se movió, sus ojos echaban chispas.
______ corrió hacia él, con los brazos extendidos en busca de protección, lo llamó por su nombre con alivio y miedo a la vez.
— ¡Justin!, ¡Justin! —lo abrazó muy fuerte, pero él la retiró, mirándola con tanta frialdad como nunca.
______ sollozaba como una niña, Justin la tomó del brazo y casi a rastras la condujo por las calles, ante la mirada atónita de los transeúntes, hasta su coche mal estacionado en la esquina.
La obligó a entrar y ella se arrinconó lo más retirado posible de él; tenía tanto miedo que ni siquiera se percató de que Justin conducía como un demonio.
Cuando llegaron a su casa y Justin la obligó a salir del auto, ______ volvió a ubicarse en la realidad y empezó a buscar las llaves en su bolso. El se lo arrebató, sacó el llavero, abrió la puerta, entraron y cerró con violencia.
— ¡Muy bien! — dijo él al fin—. ¡Así que tus promesas nada valen! Siempre haces lo que se te da la gana, sin medir las consecuencias. ¡Inclusive lograste que Toni me desafiara al cortejarte todas las noches durante mi ausencia! —exclamó furioso, sujetándola de un brazo.
— ¿Cómo te atreves...? —temblaba y no pudo continuar, aún no podía hablar.
— ¡Estoy enterado de cada uno de tus pasos! —gritó fuera de sí—. Sin embargo, ahora te encontré por casualidad. Mi avión llegó retrasado y, al pasar por ese lugar, el resplandor de tu cabellera fue inconfundible. Al menos elegiste caminar por la única calle visible desde la avenida. El hecho de que ahora te encuentres aquí, a salvo, sólo se debe a una serie de circunstancias. ¿Te das cuenta de lo poco que te sirve alardear de tu habilidad para cuidarte? ¿Te das cuenta? —ella calló, sólo movió la cabeza aceptando sus palabras—. Ya veo que prefieres la compañía de mi primo a la mía —expresó indiferente—. El es encantador, amistoso, un caballero honorable. ¿Prefieres también la compañía de esos delincuentes a la mía? Si no hubiera aparecido en esos momentos, ¿te imaginas lo que habría pasado? Te aseguro que estaban interesados en algo que no era el contenido de tu bolso.
______ se apartó de él y corrió hacia el cuarto de baño, cerró la puerta y se inclinó sobre el lavabo cuando la náusea la invadió. Recordó que Justin tenía razón.
Pasado un rato y sintiéndose mejor, se lavó las manos, el rostro, los dientes y salió a enfrentarse con Justin.
—Siéntate y bebe esto —ordenó él y al notar que aún no era capaz de coordinar, la ayudó a sentarse y le acercó el vaso a los labios—. Todo —mandó. Ella bebió pequeños tragos. Cuando ______ terminó el licor, Justin colocó el vaso sobre una mesa y la levantó, la miró escrutador y acto seguido la abrazó confortándola como si fuese una chiquilla. La llevó al dormitorio y, deteniéndose a un lado de la cama, empezó a desabrocharle el vestido. ______ permaneció quieta, obediente, sumisa. Al caer el vestido sobre el suelo él lo hizo a un lado y se agachó para descalzarla—. Ahora vas a dormir. A la cama. ______. Los efectos del brandy esfumarán tus pesadillas y un buen sueño hará el resto.
Ella no se movió, seguía con la mirada fija en algún lugar entre el mentón masculino y el pecho. Justin abrió la cama y la ayudó a meterse, observó unos minutos la fragilidad de ese cuerpo y en seguida la arropó hasta la barbilla.
—Debo regresar al trabajo —ella le explicó en voz baja; tenía los ojos empañados por las lágrimas.
—Yo avisaré por ti —le prometió al acercarse a la puerta—. Dudo mucho que me cuestionen algo —añadió mordaz—. Creerán que en vez de Stefanie, fuiste tú quien me dio la bienvenida.
Cerró los ojos angustiada, deseando haber sido ella quien lo hubiese recibido. Se dio cuenta de que Stefanie estaba todo el tiempo en la mente de Justin.

Estaba oscuro cuando despertó y una mirada al reloj le dijo que eran más de las ocho. Se levantó, se puso una bata y salió descalza a la sala. La sorprendió encontrar las luces encendidas. Justin estaba recostado en el sillón, leyendo una novela.
— ¡Oh! ¡Regresaste! —su corazón dio un vuelco al descubrirlo.
—Te equivocas. No me he ido —la corrigió mientras se ponía de pie—. Pensé que podías necesitar ayuda, pero veo que ya estás mejor.
— ¿No has comido? —preguntó al recordar que Justin acababa de bajar del avión cuando la rescató.
—No, ahora que lo mencionas, recuerdo que no he comido —estiró su largo cuerpo y se frotó la nuca—. De hecho, creo que me estoy muriendo de hambre.
—Yo... puedo prepararte algo —se ofreció con timidez—. Tengo algunas cosas en el refrigerador.
— ¿No te importaría cenar conmigo?—inquirió sarcástico. Ella volvió la cabeza hacia un lado para evitar que viera su tristeza. No quería contestarle, no tenía deseos de pelear—. Llamaré al restaurante. Hay uno muy agradable por aquí. Haré que nos envíen algo de comer. Será más fácil y rápido, y tú no tendrás que molestarte —al no responderle, él se acercó y la tomó por la barbilla—. Lo siento, ______ —se disculpó—. Te pido perdón por la terrible experiencia, te pido perdón por la violencia con que te señalé el peligro que corriste y te pido perdón por mi desagradable comentario de ahora.
Ella alzó la mirada, sus labios temblorosos no la dejaban hablar.
—Todo está bien ahora —al fin logró decir—. Tú tenías razón. Yo también te pido perdón por haberte puesto en peligro, por haberte inquietado y te agradezco que me hayas cuidado.
—Tú cuidaste a mi padre aquella ocasión, cuando... estaba incapacitado —sonrió—. Quizá sólo pagué esa deuda; por otra parte, jamás estuve en peligro, excepto de convertirme en asesino —los labios temblorosos de ______ parecían fascinarlo, pues no les quitaba los ojos de encima. Al fin cayó en la tentación y apenas los rozó con la boca. Fue una caricia tierna, sin demanda, sin pasión, reconfortante— ¿Qué te gustaría comer? —le preguntó acercándose al teléfono—. Que no sea spaghetti —al notar que ella se movía le preguntó—. ¿A dónde vas? —su voz era tierna, como si le hablara a una chiquilla.

Un MomentoJB&TU (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora