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—Chris y yo estuvimos en contra de comprar un anillo de compromiso —murmuró nostálgica—. Pensábamos ahorrar ese dinero e invertirlo en la casa.
—Qué romántico. Ahora entiendo su dolor —declaró cortante—. El es un verdadero héroe de novela. ¿Y ahora qué piensa hacer?
—Por supuesto que no pienso ir a Roma, de eso puede estar seguro. El equipo puede arreglárselas sin mí, así que todo lo que hizo resultó una inútil pérdida de tiempo.
—No acostumbro perder el tiempo, signorina —le advirtió—, y si usted decide ir o no a Roma, me tiene sin cuidado. A pesar de su insolencia me agradaría contarla entre nosotros cuando nos vayamos, pero si desea permanecer aquí, en este mediocre palacio, y seguir llorando su pena, es su decisión —por alguna inexplicable razón, la idea de ver partir a sus compañeros le dolió. Se imaginó desolada entre esos muros que tantos recuerdos le traían. Se cubrió el rostro con las manos y dejó que las emociones contenidas brotaran en sus lágrimas—. ¡______! Sobrepóngase. Todo pasará. Acompáñenos a Roma, y olvide a ese idiota que no supo valorarla.
Unos brazos fuertes como el acero la rodearon, ella temblaba por la frustración, pero empezó a sentirse relajada, así que se apañó, aterrada por la repentina necesidad de ser protegida por él.
—Su... su café está en el escritorio, señor Bieber—anunció entre sollozos—. Se va a enfriar.
—No importa —sus ojos la miraron de una manera extraña—. Y mi nombre es Justin.
— ¡El nombre del demonio! —respondió agresiva. 
Tenía deseos de lastimarlo. Lo odiaba por haberle dicho esas verdades que ella ya sabía.
— ¡Tienes mal genio, pequeña zorra! —ella supo que sé había excedido cuando vio la furia en sus ojos y, tomándola por los hombros, le hundió los dedos hasta lastimarla—. Me estás culpando porque tu estúpido novio prefirió su carrera que a ti.
— ¡Nos casaremos cuando regrese! —le mintió herida en su orgullo. 
—Quizá para entonces a él ya no le intereses —la insultó—. Quizá una simple secretaria sea poco atractiva después que encontremos petróleo y los medios informativos italianos se peleen por entrevistar a los pilotos de los helicópteros, en especial al jefe de operaciones. Quizá para entonces su fama llegue a todo el mundo y lo acosen mujeres hermosas que resulten más atractivas para él—ella se libró de su presión y lo abofeteó. La furia que descubrió en esos ojos fríos superaba la suya. La tomó por el brazo, obligándola a verlo—. ¡Eres una pequeña fiera! Tu egoísta novio no es pareja para ti, ¿no te parece? El necesita una madre, alguien que le asegure siempre que está haciendo las cosas bien, alguien que celebre sus travesuras. Tal vez eso fuiste para él, pero yo no soy un monigote ni permito que alguien me corrija. ¡Entre nosotros el único que corrige soy yo!
La besó con tal fiereza que la dejó pasmada. Sus manos la apretaron con fuerza. ______ supo que si no la soltaba en ese momento, se desmayaría.
Justin aflojó la presión y levantó el rostro para mirarla con una calma amenazadora.
— ¡Señor Bieber, por favor! —suplicó en voz baja. La soltó y caminó hacia el escritorio con las manos en los bolsillos. Estaba tenso.
Temblorosa, ______ salió corriendo y fue a refugiarse en el cuarto de baño de damas, esperando no encontrarse con alguien.
Incrédula, se miró en el espejo. Tenía el cabello revuelto y el rostro cubierto de lágrimas, pero sus ojos brillaban como nunca y sus senos inflamados apenas eran contenidos por la blusa. Desde el momento que vio a Justin Bieber supo que debía tener cuidado y ahora la había atacado brutalmente.
Ella se dedicó a su trabajo y no volvió a ver a Bieber. Cuando regresó del cuarto de baño, él ya había desaparecido.
Después del almuerzo le entregó el dinero a Chris. El se mostró ansioso por concluir el asunto y olvidarse de su pasado. ______ lo compadeció y le pareció imposible haber sentido amor por él.
Lo analizó en silencio.
En apariencia era él mismo hombre que entró muchas veces en esa oficina con sigilo para sorprenderla con un beso.
—Esto no es el final, ______, tú lo sabes. Volveremos a comenzar y entonces seré tan rico que no tendremos de qué preocupamos. Mientras tanto, estaré muy ocupado.
—Lo sé —le regaló una gran sonrisa. Nunca dejaría de ser un soñador—. Bueno... pues nos veremos dentro de dos años.
— ¡Eso es! —hizo una mueca simpática—. Adiós, ______ querida —se inclinó, le besó la mejilla y salió jovial, alegre, sin remordimientos.
—Ya veo que acabas de regresar "el anillo".
Justin estaba apoyado en el marco de la puerta del privado de Bill con los brazos cruzados sobre el pecho. Ella se preguntó cuánto tiempo llevaría allí. Ni siquiera sabía que estuviera en el edificio.
—Si usted quiere llamarlo así, por mí no hay problema —le dio la espalda, sabía que estaba sonrojada. No tenía por qué ser cortés; fue él quien rebasó el límite del respeto. ______ sentía que los labios aún le hormigueaban, no obstante, él parecía haber olvidado el incidente—. Perdón por haberle robado esos minutos a la empresa, señor Bieber —dijo mordaz—. No se preocupe, pienso reponer el tiempo que perdí hablando con Chris, ¿podría decirme cuánto fue?
Justin estate a su lado y ella ni siquiera lo había escuchado acercarse.
—Diez minutos —respondió despacio y en voz baja—. Diez minutos es mucho tiempo—caminó alrededor de ella.
— ¡Señor Bieber... por favor! —presentía otro ataque, pero ahora él no estaba colérico.
—Justin—la corrigió con suavidad y la tomó por los hombros—. Llámame Justin, aunque sea el nombre del demonio.
Lo miró a los ojos y tuvo miedo. ______ no necesitó bajar la mirada para comprobar que sus senos se levantaban duros y firmes bajo la blusa.
El bajó la mirada y con lentitud la volvió a subir para verla con fijeza a los ojos.
—Esta es la tercera ocasión que me ofreces ese cumplido, signorina —su voz era ronca—. Te excito, ¿verdad?
— ¡No, eso es mentira!—intentó liberarse. ¿Cómo se atrevía a tratarla así?
—Yo sé que sí —insistió—. Tienes una lengua rápida e incisiva, pero esto no puedes negarlo. Tu cuerpo me lo está gritando —ella no concebía que eso le estuviese sucediendo. Quizás en Italia los hombres acostumbraban tratar así a las mujeres, aunque no mediase intimidad alguna, pero en su país, era un insulto. El parecía no saberlo, mas ella se lo diría. Justin hundió los dedos en el sedoso cabello femenino con dulzura—. Tu cabello es estupendo —musitó y la observó con interés—. Eres una hermosa y feroz criatura. Necesitas que alguien te dome —impresionada por la situación, no pudo mover un solo músculo. El sonrió y observó con detenimiento sus labios, como si la besara con los ojos—. No voy a lastimarte —la besó, sus labios se movían con sensualidad, exigiendo una respuesta.
Mil emociones recorrieron el cuerpo de ______ como una descarga eléctrica cuando esa boca la reclamó con una dulce necesidad que la hizo olvidar dónde estaba.
Justin la atrajo con una mano en la cabeza y otra en la espalda. ______ vibró al sentir el contacto del cuerpo masculino, perdió la voluntad y surgió el deseo. Gimió satisfecho al notar que ella se acercaba más a él.
Las manos varoniles se movían con la misma habilidad con que sus ojos la recorrieron aquel primer día.
Ella se preguntó qué diría Bill si entrara en ese momento y la encontrara en los brazos de ese extraño, de ese hombre que, dando rienda suelta a sus instintos animales, la acariciaba como si le perteneciera, pero no se apartó.
—Voy a domarte, ______ —advirtió triunfal—. Te abrazaré y haré que pierdas ese terrible temperamento, que transformes esa energía en reacciones más agradables.
Un escalofrío la recorrió al descifrar el significado de la mirada de Justin; comprendió la razón de la promoción de Chris y su traslado a Zarein. En ese instante se dio cuenta del deseo oculto en esos fríos ojos que la desnudaban. El la deseaba y había decidido quitar del camino un obstáculo: ¡su boda!
El hecho de que Chris hubiera aceptado gustoso la promoción ahora era irrelevante. El que ella hubiese descubierto que Chris no la amaba, que más adelante la habría abandonado con cualquier otro pretexto no le interesó en ese momento. Todo lo que sabía era que Justin Bieber había irrumpido en su vida con rudeza y determinación. Ahora estaba allí, victorioso, con el deseo a flor de piel. Era un hombre poderoso, dinámico, cabeza de una fuerte empresa y no estaba acostumbrado a ceder terreno.
De pronto, ______ también se sintió poderosa. Poseía un arma con la cual castigaría al demonio y la usaría sin misericordia. El no olvidaría el nombre de ______ Gordon.
—______, ¿vendrás conmigo a Roma?—interrogó acariciándole el cabello con dedos posesivos.
—Sí—respondió abatida. La forzó a que lo mirara a los ojos. Ella encontró en su mirada un brillo apasionado, pero al mismo tiempo calculador.
— ¿Te atreverás a jugar este juego peligroso conmigo, signorina? —preguntó—. ¿Lo jugarás en mi territorio y con mis reglas? No olvides que sólo uno puede ganar y que el vencedor tomará todo —miró intencionado el cuerpo femenino y ella se sonrojó—. Tú también sientes deseo, nuestras fuerzas están niveladas. Anhelo empezar con el juego. ¡El premio puede convertirse en obsesión!

Un MomentoJB&TU (Terminada)Where stories live. Discover now