Intruso

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Por la noche se celebraría el banquete de Halloween, después de que llegaran los alumnos de Hogsmeade, después de dejar a los gemelos regrese al gran comedor para encontrar a Harry saliendo de este.
-¿A dónde vas?- le pregunte curiosa
-voy a ver a Hagrid, ¿vienes?-
-claro te acompaño-
al llegar a la cabaña del semigigante nos recibió fang con unos ruidosos ladridos
-shhh tranquilo fang- le dije de manera tierna para que se calmara, logrando que dejara de ladrar
-hola Marie, Harry- dijo con voz un poco apagada
-pasen.. pasen...- al ingresar vimos que no llevaba muy bien esto de haber dejado de dar clases
-Hagrid eh estado pensando en hablar con Dumbledore, para que puedas clases otra vez...- pero inmediatamente me interrumpió
-por supuesto que no yo no sirvo para eso- dijo muy convencido de sí mismo
-Hagrid tu clase iba muy bien, el único problema fue Malfoy- dijo Harry tratando de animarlo
-Mira Hagrid podemos hacer esto, hablo con Dumbledore que te deje estar presente en mis clases, y así la materia la damos los dos, en lo que tomas confianza para darlas tu solo después- esperaba que aceptara mi propuesta
-pero no.. yo no...- intentaba replicar, pero Harry lo convenció de aceptar, después de eso ya se estaba haciendo tarde por lo que regresamos al castillo.
me despedí de Harry para dirigirme a la oficina del director y hablar con el de varios asuntos.

Después de subir por las escaleras que custodiaba la gárgola, toque la puerta de su oficina, enseguida escuche un pase
-buenas tardes director- dije alegre
- buenas tardes mi querida Bella- dijo tranquilo
-no me habían dicho así desde que llegue- dije pensativa
-quería hablar con usted de dos temas-
-tu dirás querida-
-para que Hagrid recupere su confianza en sí mismo para volver a dar clases, quería sabe si es posible que ambos impartamos algunas clases juntos, gradualmente dejar que el de clases solo hasta que se encargue de varios grupos-
dije de manera rápida
-es una fantástica idea, supongo que ya se lo dijiste a él, o ¿me equivoco?- sonrió de manera cómplice
-si está enterado de todo-
-está bien Bella, no hay ningún problema, ahora ¿qué es lo otro que quieres decirme?-

-quería saber si sabe algo de... mmm... los Cullen- dije insegura
-lo último que supe es que se irían a Italia-
-oh está bien, bueno ese no era precisamente el tema-
-sé que solo es tu curiosidad querida-
-debido a lo del libro, al terminar lo del libro iré a Rumania-
- ¿interés en los dragones? -
- algo así, sé que el libro ya no lo terminare, solo que no quiero que se pierda, sería algo así como un diario de campo, o en eso pretendo que se convierta por ahora-
-entiendo, sabes creo poder contactarte con una persona que te ayudaría mucho-
-eso sería estupendo, gracias profesor-
al terminar la plática me dirigí al gran comedor pues no faltaba mucho para iniciar el gran banquete.

Después de saciar el hambre que tenían los alumnos y profesores, todos se dirigieron a sus respectivas habitaciones, para descansar, al llegar a las escaleras para dirigirme al segundo piso pude observar un alboroto en la entrada de la sala común de Gryffindor.
me dirigí rápidamente hacia ellos para saber que estaba pasando, llego al mismo tiempo que Dumbledore.

La señora gorda había desaparecido del retrato, que había sido rajado tan ferozmente que algunas tiras del lienzo habían caído al suelo. Faltaban varios trozos grandes.

Dumbledore dirigió una rápida mirada al retrato estropeado y se volvió. Con ojos entristecidos vio a los profesores McGonagall, Lupin y Snape, que se acercaban a toda prisa.

–Hay que encontrarla -dijo Dumbledore-. Por favor; profesora McGonagall, dígale enseguida al señor Filch que busque a la señora gorda por todos los cuadros del castillo.

–¡Apañados vais! – dijo una voz socarrona.

Era Peeves, que revoloteaba por encima de la multitud y estaba encantado, como cada vez que veía a los demás preocupados por algún problema.

–¿Qué quieres decir, Peeves? – le preguntó Dumbledore tranquilamente. La sonrisa de Peeves desapareció. No se atrevía a burlarse de Dumbledore. Adoptó una voz empalagosa que no era mejor que su risa.

–Le da vergüenza, señor director. No quiere que la vean. Es un desastre de mujer. La vi correr por el paisaje, hacia el cuarto piso, señor; esquivando los árboles y gritando algo terrible -dijo con alegría-. Pobrecita -añadió

–¿Dijo quién lo ha hecho? – preguntó Dumbledore en voz baja.

–Sí, señor director -dijo Peeves, con pinta de estar meciendo una bomba en sus brazos-. Se enfadó con ella porque no le permitió entrar, ¿sabe? – Peeves dio una vuelta de campana y dirigió a Dumbledore una sonrisa por entre sus propias piernas-. Ese Sirius Black tiene un genio insoportable.

El profesor Dumbledore mandó que los estudiantes de Gryffindor volvieran al Gran Comedor; donde se les unieron, diez minutos después, los de Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherin. Todos parecían confusos.

–Los demás profesores y yo tenemos que llevar a cabo un rastreo por todo el castillo -explicó el profesor Dumbledore, mientras McGonagall y Flitwick cerraban todas las puertas del Gran Comedor-. Me temo que, por vuestra propia seguridad, tendréis que pasar aquí la noche. Quiero que los prefectos monten guardia en las puertas del Gran Comedor y dejo de encargados a los dos Premios Anuales. Comunicadme cualquier novedad -añadió, dirigiéndose a Percy, que se sentía inmensamente orgulloso-. Avisadme por medio de algún fantasma. – El profesor Dumbledore se detuvo antes de salir del Gran Comedor y añadió-: Bueno, necesitareis...

Con un movimiento de la varita, envió volando las largas mesas hacia las paredes del Gran Comedor. Con otro movimiento, el suelo quedó cubierto con cientos de mullidos sacos de dormir rojos.

–Felices sueños -dijo el profesor Dumbledore, cerrando la puerta.

Volteo a vernos
- revisen todas las partes del castillo que aún faltan, cada rincón-

Empecé a caminar rumbo al segundo piso, camine por las aulas, pero no había rato alguno, al terminar regrese por el camino largo para revisar más lugares.

Después de media hora más regresé al gran comedor, él profesor Snape estaba hablando con Dumbledore, al acercarme pude escuchar su plática.

Hemos registrado todo el primer piso. No estaba allí. Y Filch ha examinado las mazmorras. Tampoco ha encontrado rastro de él.

–¿Y la torre de astronomía? ¿Y el aula de la profesora Trelawney? ¿Y la pajarera de las lechuzas?

–Lo hemos registrado todo...

–Muy bien, Severus. La verdad es que no creía que Black prolongara su estancia aquí.

–¿Tiene alguna idea de cómo pudo entrar; profesor? – preguntó Snape.

–Muchas, Severus, pero todas igual de improbables.

–¿Se acuerda, señor director; de la conversación que tuvimos poco antes de... comenzar el curso? – preguntó Snape, abriendo apenas los labios, pero debido a la cercanía yo logre escuchar

–Me acuerdo, Severus -dijo Dumbledore. En su voz había como un dejo de reconvención.

–Parece... casi imposible... que Black haya podido entrar en el colegio sin ayuda del interior. Expresé mi preocupación cuando usted señaló...

–No creo que nadie de este castillo ayudara a Black a entrar -dijo Dumbledore en un tono que dejaba bien claro que daba el asunto por zanjado.

-ningún rastro profesor Dumbledore, ¿algo más que desee que haga antes de ir a hacer guardia al segundo piso? - en ese momento percibí la mirada fría de Snape.

-no por el momento no profesora Marie, tengo que bajar a ver a los dementores. Les dije que les informaría cuando hubiéramos terminado el registro.

–¿No quisieron ayudarnos, señor? – preguntó Percy.

–Sí, desde luego -respondió Dumbledore fríamente-. Pero me temo que mientras yo sea director; ningún dementor cruzará el umbral de este castillo.

Dumbledore salió del salón con rapidez y silenciosamente. Snape aguardó allí un momento, mirando al director con una expresión de profundo resentimiento.

-deberías tener cuidado con tu tío, puede que no sea la persona que realmente conoces- dijo con una voz fría.

-no entiendo a qué se refiere, profesor- dije retándolo con la mirada para después marcharse.

Me dirigí al segundo piso y hay me quede toda la noche.

Mi vida mágicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora