Cambio

2.4K 159 0
                                    

Lo último que recuerdo de ese día es ver todo dando vueltas, me desmaye y al despertar de encontraba en mi habitación, Charly estaba preocupado por mí, pero no tenía cabeza para pensar en nada.
Llevo dos días sin comer ni hablar con nadie, sabía que esto estaba mal pero que podía hacer, realmente pensé que esto nunca pasaría, que llegaría a ser como él, que realmente me quería y podíamos pasar nuestros años de existencia juntos.
Charly entro a mi habitación y se sentó junto a mi para observar el bosque.
-sabes que no tienes que permanecer aquí si esto te lastima- sabia a que se refería, en ese momento me entrego una carta.
-la mando Dumbledore- sabía que a él no se le escapaba nada.
-te dejo para que la leas- él se levantó y me voltee para observarlo como estaba a punto de salir.
-gracias Charly- él sonrió y salió.

Isabella en Forks Washington
se por lo que estas pasando, de haber sabido que esto terminaría así, hubiera buscado otra opción para mandarte, sé que en estos momentos no te encuentras bien, puedes volver a Hogwarts cuando lo desees.
Se que te apasionan las criaturas y que tu investigación quedo varada, quiero ofrecerte el puesto de profesora de criaturas mágicas. Espero tu respuesta lo antes posible.
Att: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, Orden de Merlín – Primera Clase, Gran Hechicero, Jefe de Magos del Wizengamot, Jefe Supremo

Había dejado mi investigación de campo por él, tenía un propósito cuando llegue aquí, quería escribir un libro de aquellas criaturas que nadie se atrevía a estudiar por mitos de lo peligrosas que son, Dumbledore me había ayudado con algunos contactos, investigo un poco y encontró que aquí existían algunas criaturas extraordinarias.
Pero mis prioridades cambiaron cuando lo conocí a él, deje de lado mi investigación para llevarme un buen golpe con la pared al saber que no había valido la pena.
- debes ir- dijo Charly desde la puerta, lo mire confundida como sabia.
-me mandó una carta también, sabes que debes ir, es mejor que te alejes de aquí- sabía que era lo mejor, ya había estado mucho tiempo separado de "mi madre" Dumbledore le pidió un favor, y este le costó dos años separado de su esposa, sabía que el la extrañaba y no podía seguir aquí, era lo mejor para ambos.
-sí, lo sé, es lo mejor- saque mi varita debajo de una tabla que se encontraba cerca de mi cama, no la había usado en muchos meses, al tomarla sentí ese cosquilleo como cuando la compre en el callejón Diagon y con un solo movimiento empecé a hacer mi maleta.
-gracias por todo Charly, te extrañare- dije abrazándolo.
-realmente fue bueno convivir contigo, pero pronto nos veremos, Dumbledore hizo llegar un translador, es ese- dijo dándome una sonrisa sincera y señalando un libro, tome mi maleta encogiéndola y metiéndola en mí bolsillo, observe el cuarto para verificar que no se me olvidaba nada, le sonreí a Charly por última vez en Forks.

Al llegar a Hogsmeade un carruaje me esperaba, solté una risita, Dumbledore sabía que aceptaría, al subirme el carruaje inicio el camino a Hogwarts, en ese momento decidí que Isabella Swan, quedaría en el pasado, porque solo fue una etapa, una fachada para cumplir un sueño que no pudo ser.
Al detenerse el carruaje bajo la verdadera Isabella, una chica pelirroja, ojiverde, delgada de piel pálida, con pequeñas pecas en el rostro. Mi verdadero aspecto, con ayudo de Dumbledore pude lograr que mi condición de metamorfomaga no se viera afectado por mis emociones y solo cambiara cuando yo así lo deseaba.

Al ingresar con la primera persona que se encontró fue con la profesora Mcgonagall, que se sorprendió al verla.
-buenas tardes, profesora Mcgona...- pero no pude terminar la frase la maestra me abrazo.
-no esperaba volver a verte por aquí, pero es un gusto que hayas regresado- le devolví el abrazo sintiéndome feliz, ella me había ayudado muchísimo durante mis años de estudiante.
-te espera en su oficina, no olvides que le encantan los dulces de limón- sonreí al escuchar eso.
-gracias mini, la veo en la cena- ella me sonrió y me dirigí a la gran gárgola en la torre del director.
recorriendo los pasillos podía ver a los alumnos en sus clases, y algunos maestros me saludaban desde sus aulas. Al estar cerca de la gárgola me encontré a peeves
-la roja regresa, pero que mal le fue- empezó a cantar de manera alegre.
-valla, pero si no cambias- le dije riendo para seguir mi camino.
-nos vemos aburrida roja- al llegar enfrente respiré profundo.
-dulces de limón-

Mi vida mágicaWhere stories live. Discover now