Parte 5.

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La rubia bufó por quinta vez, intentando llamar la atención, nuevamente de forma fallida.

Leslie se quejó frustrada mientras mordisqueaba la punta de su lápiz, inquieta. De nada le había servido ir a la casa de sus amigos para estudiar tranquila si al llegar se había topado con semejante imagen.

La castaña junto a Tristán riendo y bebiendo agua, la estaba poniendo de los pelos. ¿Desde cuándo su amigo entrenaba acompañado? no sabía que Tristán era un chico de salir a correr, creía que su rollo se trataba más de los gimnasios y los entrenamientos pesados.

Un nuevo quejido molesto abandono los labios de la rubia.

Se notaba a millas que a la castaña le atraía su amigo y a Leslie más que molestarle, la enfurecía. El lenguaje corporal de ella demostraba lo mucho que quería meterse en su cama y Tristán no se quedaba atrás, él la veía una forma tan caliente que la rubia estaba a punto de explotar como una bomba.

¿Por qué no la veía a ella de esa forma? se preguntaba con inquietud.

Si, la morena no estaba mal, era preciosa si había que admitirlo pero no era nada comparada con Leslie y eso era lo que más enfurecía a la pequeña.

—¡Tristán! —chillo Leslie sin saber muy bien que es lo que iba a hacer pero con la clara intención de romper ese momento.

El rubio se disculpó con la castaña y abandonó la acalorada conversación para ir detrás de su amiga, como era costumbre.

—¿Qué necesitas, pulguita?

—¿Puedes explicarme esto? —pensó rápidamente, señalando con el dedo índice un texto de humanidades.

Claro que ella lo comprendía pero de igual manera necesitaba que el rubio esté cerca suyo y sabía que no iba a negarse puesto que era algo que el entendía muy bien ya que algo tenía que ver con su carrera universitaria.

Leslie sonrío viendo desde su sitio a la castaña estirarse impaciente en la cocina.
Tristán titubeó mirando a Leslie y luego hacia la dirección en la que se encontraba su acompañante.

—Por favor.... —rogó la rubia tirando su labio inferior hacia abajo y palmeando la silla a su lado.

Asintió rendido y aunque intento explicarle aquello de pie, Leslie lo tironeo a la silla de su derecha.

Él comenzó a analizar el texto, primero debía leerlo para intentar explicarlo. Leslie observo como las cejas del mayor se hundían concentrado y apretó su falda de jean impaciente.

No iba a dejar de reprocharse mentalmente el echo de no haber notado lo atractivo del chico. ¿Por qué ahora?

Los labios de él se abrieron comenzando a hablar, pero Leslie no oyó ni una palabra, perdida en su propia cabeza y por alguna razón, pensó que sería buena idea sentarse sobre el.

—Less... Estoy sudado —se quejó el rubio temiendo incomodarla.

Pero Leslie hizo caso omiso, queriendo tenerlo aún más cerca. Tristán arrugó su entrecejo confundido, pero no sé quejó. No sería la primera vez que ella esté sobre el ¿Por qué se opondria?

—Está bien, no me molesta —murmuro Leslie con la voz aterciopelada. Sus ojos cayeron en el cuello de su amigo que brillaba humedecido y Tristán se sintió un poco ahogado derepente.

Más de una vez la rubia se había alejado de él por estar sudado ¿qué había cambiado ahora?

—Ibas a explicarme —indicó ella ante el silencio y la tensión que cargaba el rubio. Tristán aclaro su voz y comenzó a leer en voz alta aquel texto tratando de ignorar la cercanía de Leslie. Pero de nada le estaba sirviendo eso.

BOYS TEARSWhere stories live. Discover now