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『 ↳✧･ﾟ 𝐒𝐎𝐎𝐁𝐈𝐍 ; 』

✎ᝰ┆adv// suicidio.❞

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Era imposible, y era horrible todo lo que estaba pasando. Quien diría que después de una semana normal de clases hubiera caos y miedo por pisar la puta escuela.

El lunes, el líder del decatlón académico del colegio, Dongsun, fue encontrado colgado en el gimnasio a las ocho de la noche. La señora de limpieza que lo encontró aseguró haber escuchado varios ruidos en el gimnasio a las cinco de la tarde, pero que estaba segura que era Dongsun recogiendo todo después de una sesión de ensayo con su equipo. Después, se extrañó en no haber recibido una despedida por parte del chico, ya que siempre que se iba solía despedirse de todos quienes siguieran en la escuela. Cuando fue a buscar a Dongsun, los gritos de la señora anunciaban el estado en el que lo había encontrado.

Aunque nunca crucé una palabra con el, me sentía tan culpable. Tan triste por no haber detenido las burlas que otros le hacían a mitad de recreo.

Mientras iba en el autobús, recordé aquella vez cuando Haneul, el hijo del maestro de matemáticas, lo llevó al baño de niñas y en frente de todas le bajo los pantalones y los calzones a Dongsun. Todas se rieron, menos yo. Mire a los ojos a Dongsun, y un nudo en mi garganta empezó a formarse mientras recordaba como su expresión era de vergüenza.

Baje del autobús, aunque me rehusaba pisar el colegio. Ya habían pasado tres días, y mis amigos organizaron un picnic todos juntos para calmarnos entre todos el día de mañana. No iba a ir, obviamente. Quería estar sola, y quería pensar las cosas. Quería pedirle perdón a Dongsun, pero era imposible.

Llegue a mi casillero, el colegio estaba un poco más callado de lo normal. Mis amigos me veían de lejos, y cuando cruzamos miradas todos me saludaron con la mano. Salude de vuelta, pues me acorde que les dije ayer que me dejaran de hablar por un rato porque quería acomodar mis pensamientos.

Suelo alejarme de la gente cuando entro en pánico o depresión, no quiero lastimarlos o empeorar las cosas. Un toque en mi hombro me asusto mientras sacaba mis libros.

- Perdón, es que...
- Ayer les dije que me dejaran sola. - me voltee a sacar mis lápices.
- No puedo dejarte sola.
- Soobin, ¿es tan difícil de entender que quiero estar con nadie más que conmigo? - le grite.

Todos me voltearon a ver, y yo solo pedí disculpas haciendo reverencia.

- Solo escúchame. Y-Yo, se que cuando estas triste te pones muy mal. Muy mal. N-No quiero que nada te pase.

El timbre sonó, cerré mi casillero y el me abrazo justo cuando me volteé para caminar al salón.

- Te busco al rato.

Se fue corriendo a su salón, y mentiría si dijera que los abrazos de Soobin no me hacían sentir bien. De hecho, estar con el me hacía sentirme tranquila, pero eso me daba miedo a explotar frente a él y arruinar todo.

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- Ah, acá estás. Solo me quedan diez minutos para hablar contigo. - dijo Soobin después de encontrarme en las escaleras que daban al cuarto de música. - Toma, te traje esto. Se que no comes cuando estás mal. - me dio una barra de chocolate y una leche de fresa.

Las tome y le di una sonrisa.

- ¿Quieres desahogarte conmigo? - me dijo quitándome la leche mientras la abría.

Negué con la cabeza mientras me arrebato la pajilla de la mano y la metió en la leche.

- Entiendo. No te preocupes. Quizá, aquí no. ¿Quieres venir conmigo a casa de mi abuela? Hoy no tengo mucho que hacer y pensaba hacer algo de comer o... no se. Algo. - me dijo ansioso mientras me agarraba de los hombros.