A él le costaba respirar y jadeaba por el esfuerzo. Por fin soltó al hombre, que quedo con la cara destrozada por los golpes que él le dio.

Se levantó y temblando se giró a ella y la abrazo sin importarle que su cara y manos estaban llenas de sangre.

-Lo siento- dijo de manera agónica- no te pude salvar.

Ella aferrada a su cuerpo podía sentir como sus nervios estaban al borde de la locura.

-Si lo hiciste- dijo ella en medio del llanto.

Él con las manos temblorosas por la adrenalina que circulaba vertiginosamente por el sistema de Leo acaricia la cara sucia de ella.

-Lo siento tanto, Susy- dijo casi ahogado por el dolor- No te pude salvar.

Ambos estaban tirados en el suelo y ahí permanecieron por unos largos segundos.

-Pero si lo hiciste- dijo ella confundida por sus palabras.

Los ojos de Leo recorrieron el lugar y todo estaba destrozado y habían quedado dos heridos casi muertos. Si se quedaban lo más seguro era que llegara la policía y estos lo denunciaran a él.

-"Mierda"- maldijo en silencio- "Si la policía viene todo se va a al carajo".

Poco a poco los dos se calmaron y fue cuando él le dijo a la joven.

-Tenemos que irnos- él rápidamente trato de levantarse por si solo pero no pudo- ellos por lo general no andan solos.

Ella como pudo lo ayudo a levantarlo y subieron a la casa-rodante. Luego que lo instalo en el asiento del conductor bajo nuevamente a claro.

-¡Oye!- grito Leo al verla salir. Si ella tratara de huir la dejaría escapar. Estaba deciduo el hombre. No quería verla sufrir más – sube – suavizo la voz para evitar que ella se sintiera temerosa.

-Espera un momento- le grito. Ella no le prestó atención y rápidamente recogió unas pocas cosas y entre ellas el botiquín de primeros auxilios.

Al terminar subió al vehículo y dejaron atrás a los dos hombres inconscientes.

Él ya acomodado en el asiento del conductor, encendió el auto y se pusieron en marcha. Tenían que poner tierra de por medio por si habían más hombres o por si llegaba la policía a aquel lugar.

Rápidamente marcó unos números y llamo a Pepe.

-Cambio de lugar. Nos atacaron- hizo silencio mientras escuchaba en la línea - Si, esos eran unos principiantes. Querían robarme, pero todo está solucionado. ¡Los mate!

La joven sentada en la cama solo se limitaba a escuchar y frunció el ceño al oírlo.

-Él no los mato- dijo pensativa.

Sin perder tiempo Leo saco otro móvil y comenzó a textear mientras conducía.

-"Próximas coordenadas limpieza en el lugar" –borró la entrada a la bandeja después de enviado el mensaje.

Casi de inmediato recibió un mensaje.

-¿Qué pasó? ¿Comprometido el encargo?- preguntaron.

-No. Solo es un contratiempo. Hay que limpiar- dijo.

-Considéralo hecho- termino.

Él suspiro mientras conducía y borro todos los mensajes.

Aquellos hombres lo tomaron con las defensas bajas y era un error colosal para él que era profesional. Suspiro molesto. Últimamente él se encontraba muy distraído pensado en lo que no debía.

Amor prisionero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora