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El coche se perdió de vista y mi corazón se hizo añicos. Aquello no estaba bien. ¡Ser acusado de asesinato por tu propia madre! «Pero hay pruebas», me dije. En la habitación de Ryan había cosas de Hannah y Aidan, cosas que cualquiera podía haber puesto allí. Ryan nunca se ponía irascible ni nervioso cuando yo estaba en su cuarto, jamás, y ni siquiera consideraba el espacio que tenía en casa de su madre como su verdadera habitación. ¿Por qué iba a esconder allí aquella cadena si era de Aidan?

«Le han tendido una trampa», pensé.

Entré corriendo en la casa.

—¡Lauren! —grité. Tuve que agarrarme al marco de la puerta para sujetarme y poder parar antes de caer al suelo.

Lauren estaba acurrucada en su sillón, con las manos enlazándose las rodillas, llorando. Apreté los dientes para contener la rabia que me hervía en el estómago. Lloraba porque su hijo era culpable. ¿Por qué era incapaz de creer en él?

«Mantén la calma», me dije.

Me acerqué lentamente y me senté en el brazo del sofá, al lado de su sillón.

—¿Qué ha pasado?

—Encontraron esas cosas en su habitación. —Intentó secarse las lágrimas. Tenía la cara sucia y congestionada—. No puedo creerlo. No quiero creerlo.

—Pues no lo crea. Yo no lo creo. Ryan no lo hizo y lo sabe. La policía ya registró la casa en su momento y no encontró nada. No tiene sentido que pusiera ahora esas cosas ahí.

—Sí lo tiene. Él pensó que los registros ya habían terminado, que ya estaba
seguro.

Negué con la cabeza.

—No. Alguien tiene que haber dejado esas cosas ahí para hacerlo parecer culpable. A Ryan le han tendido una trampa, Lauren ¿Quién más ha estado en la
casa?

Pensé que tenía que haber dejado entrar a alguien.

—No... no estoy segura. Ha venido mucha gente a verme.

Su voz se quebró y rompió de nuevo a llorar. Se secó las lágrimas con la manga.

Respiré hondo para tranquilizarme y le pregunté:

—¿Han pasado por aquí Finn, Millie y Noah?

—Estuvieron aquí después del funeral de Aidan

—¿Solo esa vez?

Lauren asintió.

—Sí, solo esa vez.

Cerré los ojos e intenté rememorar aquel día. La policía había registrado nuestras casas enseguida, mucho antes del funeral. Pasamos la mayor parte del
tiempo todos juntos, aunque yo estuve alternando entre ellos y Ryan. ¿Quién de ellos había desaparecido solo? Ninguno se había movido del lugar donde los dejé, o eso creía, y en ningún momento estuve ausente mucho tiempo, aunque podría haber sido suficiente para subir a la habitación y volver a bajar ¿Quién de ellos habría tenido el atrevimiento de acudir al velatorio con los trofeos de sus amigos muertos con la intención de dejarlos en la habitación de Ryan? No me
imaginaba a ninguno de ellos con la valentía —o la estupidez— suficiente como
para hacer eso.

—¿Por qué Ryan querría hacer daño a su propio hermano y a su tío? —
preguntó Lauren, y me despertó de aquel bucle de preguntas.

—No lo hizo. No fue él. Tiene que creerme. Piénselo bien. Alguien ha dado el chivatazo a la policía y han encontrado como por arte de magia esos objetos de Aidan y de Hann en la habitación de Ryan. No tiene sentido que Ryan los
pusiera ahí después del primer registro. Los habría tirado. No renuncie a él, por favor. Ryan la necesita.

Échame la Culpa [R.G]Where stories live. Discover now