Capítulo 8

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—No recuerdo la mitad de la noche. —Nat se tocó la cabeza e hizo un gesto de dolor al recordar la resaca . Nunca en su vida tomo de esa manera... Según recuerda.

—Natasha borracha, Bucky en cama de un desconocido y yo en el techo de alguna casa... —Sam silvó—. Tal parece que estábamos en la fiesta de graduación y no en la reunión de Howard Stark.

Después de que Steve fue arrastrado por la insufrible de su esposa, los chicos se dedicaron a disfrutar la fiesta de ahí en adelante. Aun a días de ese hecho, el rubio negaba divertido por todo lo que le contaban.

—Debiste quedarte. —Bucky se recargo en Steve—. Tal vez, no sé, hubieras terminado en la cama de...

—Basta Bucky. —Rogers lo miro serio, quitando toda diversión en su rostro—. Ya te lo dije, no voy a engañar a mi esposa, además, entre Tony y yo no hay nada.

—Pero si hasta lo tuteas y todo... —Susurró encaprichado Bucky.

—Ahora que lo recuerdo... —La pelirroja menciono de repente—, hablé con la esposa de Howard... Pero no sé dé qué.

Romanoff gruñó irritada. Jamás había perdido la conciencia de esa manera, jamás. Ella era una espía entrenada, y las espías entrenadas siempre estaban alerta.

—Romanoff, Wilson, arriba. —El Capitán ordenó a la espía y al moreno subir al cuadrilátero.

Estaban en la sala de entrenamiento de SHIELD, cada uno con el uniforme asignado. Tal parecía que las vacaciones terminaron.

Cuando estaban en posición, Sam abrió sorprendió los ojos y apunto la puerta.

Por ella, entraban Howard, su esposa y su hijo.

Howard saludo efusivamente, mientras que María venía atrás con Tony.

—¡Oh, Steven! —En cuanto lo vio, la mujer tomó la muñeca de Anthony y lo arrastró consigo.

Steve se paralizó por un momento. Tony se veía sumamente atractivo, sobre todo con esa aura coqueta y pícara rodeándolo.

—Buenos días. —Saludo educadamente el soldado, para después dirigir su mirada al castaño—. Nunca pense verte por aquí.

—Howard quiere que me vaya integrando a SHIELD. —Contestó Tony de manera simple.

Steve arrugó el entrecejo. Busco en María una explicación del por qué un joven como Tony trabajaría en un lugar como ese.

—Tony ayudará en la fabricación de armamento. —Dijo Howard ante la mirada de un escandalizado Rogers.

—Pero, Tony es un...

—No soy un niño, Capitán. —Por primera vez, Steve vio el rostro serio de Anthony—. Tengo 21 años, se perfectamente lo que hago, además, soy un genio.

Howard y María guardaron silencio, los amigos de Steve se miraban entre ellos. Nadie sabía que decir.

—Bueno, tenemos que irnos. —La espía jalo a Sam y Bucky fuera de la sala de entrenamiento.

—Es cierto, tenemos que hablar con Fury. —Howard tomó de la cintura a su esposa y miro a Tony para que esté los siguiera.

—Me quedaré. —El joven no despegaba su mirada de Steve—. Me gustaría ver más el lugar.

Antes de que el mayor de los Stark reclamará, Maria lo jalo fuera de la habitación.

En cuanto estuvieron solos, Steve suspiró nervioso, se acarició la nuca y, finalmente, correspondió la mirada de Tony.

—No fue mi intención decir eso. —El rubio bajo la mirada—. Perdóname si te ofendí.

—Descuida, Cap. —Tony se cruzó de brazos—. No es la primera vez que alguien duda de mí.

Steve se sorprendió ante sus palabras. Segundos después se sintió culpable.

Ante la mirada desolada del soldado, Tony decidió tomar una postura más jovial.

—Lindo... Uniforme. —Rogers vio de nuevo esa sonrisa que conocía bien. Burda, atrevida, coqueta.

Se miró a sí, específicamente la ropa. Hizo una mueca de incomodidad sin poderlo evitar. SHIELD había sido el encargado de diseñar su traje, quitándole el anterior, que si era sincero, era mucho mejor que el de ahora.

Era todo licra, incómoda y molesta licra. Y estaba ese ridículo casco.

—Supongo que es... Útil. —Steve sonrió apenado.

Anthony se mordió el labio. Debía admitirlo, ese uniforme no le hacía justicia al redondo trasero del Capitán.

—Te diseñare uno. —El joven lo escaneo con la mirada—. Más cómodo, gran diseño y con algunas mejoras.

—Oh, no, no tienes que hacerlo, yo...

—Puedo y quiero hacerlo. —Tony se dio cuenta de la inconformidad del soldado—. Ya sé, enséñame algunos movimientos de pelea y yo te hago un súper traje.

—No creo que eso logré cubrir el costo del uniforme. —Replicó el Capitán.

—Vamos Steve, dinero es lo último que me falta. —Anthony le sonrió grande—. Enséñame que tal te mueves.

Si fue una frase con doble intención, Steve no lo noto... O fingió que no lo hizo.

Asintió y lo invito a subir al cuadrilátero. Tony, satisfecho, espero por el soldado.

Cuando Steve estuvo enfrente de él, le explico algunas técnicas y le dio algunos consejos para proceder con la técnica.

Con cada roce, Tony sentía que la temperatura en su cuerpo subía. Rogers le hizo una llave, que si bien era bastante buena, mantenía su trasero pegado en la pelvis del rubio, mientras esté inmovilizaba sus manos.

—¿Tony? —El aliento del Capitán en su oreja encendió algo en el cuerpo de Anthony.

Recordando sus clases de artes marciales, se safo del agarré, doblo el brazo del Capitán y con una patada suave, derrumbó el equilibrio del rubio. Gracias a Dios esté estaba tan sorprendió que perdió la concentración, porque de no ser así, Anthony estaba seguro que no lo hubiera tirado por más que lo intentará.

—Wow. —Ambos cayeron a la lona. Tony se posicionó arriba de un asombrado soldado—. No sabía que...

Rogers no termino la frase.

Tony lo estaba besando.

Amante del Capitán América Where stories live. Discover now