Capítulo XIV: Revelación

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Josslyn:

-Josslyn llevo dos horas aquí, horita me van a crecer raíces -la impaciente voz de Lucas al otro lado de la puerta, me tenía harta.

- ¿Podrás parar de quejarte? -dije como pude, mientras me subía unos jeans, que si seguía engordando no me iban a entrar.

-Pero es que llevas dos horas ahí dentro -rezongó y pude sentirlo mientras se alejaba.

A ver, les actualizo la situación. Resulta que la salida a sabrá Dios dónde que él tenía planificada para las ocho, pues, se postergó unas horitas. Primero por su culpa, ya que en el momento de irnos, a su padre se le ocurrió llamar y estuvo casi media hora encerrado hablando con el señor.

Después Tiana no nos dejaba marcharnos sin comer y como yo y mi hambre son lo primero, obviamente comimos. Entonces, ya todo listo, era el momento de salir. Pero como cada cosa que pasa en esta casa, nunca sale bien.

Resulta que el compañero me hizo volver a cambiarme, porque el vestido precioso que llevaba iba a incomodarme. Y eso nos lleva al punto actual, Lucas impaciente y yo con deseos de lanzarle una maceta del pasillo para provocarle una contusión.

-Engendro del demonio, ya estoy lista -comencé a caminar en su búsqueda por toda la casa, pero no lo veía en ningún lado.

-Virginio del Sol, te estoy llamando -repetí y al parecer, mi nombre inventado pareció hacerlo reaccionar.

- ¿Cómo me llamaste? -inquirió con una ceja encarnada.

-Virginio del Sol -dije orgullosa-, ¿a qué es lindo?

-Siento pena por tus futuros hijos -negó con la cabeza y me condujo hasta la salida.

El aire frío de la noche se hizo presente en tanto crucé el umbral de la puerta. Yo iba bastante cubierta para la zona de las piernas, pero mi blusa de tirantes no decía lo mismo.

Me quedé de pie, junto a la enorme reja que dividía a la vivienda de la carretera, ya que mi queridísimo acompañante, se había marchado a buscar el vehículo en que nos moveríamos. La verdad, es que como veía las cosas en esa casa, que todo es ¨lo quiero, lo tengo¨, no me extrañaba si sacaba un platillo volador del garaje.

-Pts -escuché desde atrás y me voltee para ver al susodicho sobre su preciada motocicleta.

-Vaya -vacilé-, quién diría que después de todo, sí eres un hombre de palabra.

-Ya subiste una vez, pero creo que estabas tan borracha, que no debes recordar nada -soltó con seguridad.

Eso te crees tú.

-Para algo están las segundas oportunidades.

Agarré el casco que tenía en la mano y me lo puse a la par en que me subía detrás de él. Con cuidado, me acomodé sobre el asiento bastante inclinado hacia delante y agradecí, que el insoportable me pidiera que me cambiase el vestido, de lo contrario mi mini-ataque iba pero de seguro si le mostraba mis nalgas al mundo.

Me estresas grandemente.

-Ahora sí, sujétate que nos vamos -aceleró la motocicleta y en un movimiento involuntario, terminé abrazando su abdomen.

La velocidad, que en un inicio me pareció excesiva, luego terminó por relajarme. No puedo decir que me separé de él, pero mi cuerpo agarró más confianza. Ver la ciudad, escabullirse entre otros vehículos, escuchar su risa ronca cada vez que le sujetaba más fuerte, me hizo sentir demasiado bien, en un estado extraño que mezclaba la adrenalina con la paz.

AzulWhere stories live. Discover now