Capítulo V: Muéstrate

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Josslyn:

Despertarme no era no es una de mis actividades preferidas del día. De hecho, solía tener una pereza extrema para ponerme de pie. Pero en esta ocasión, fue distinta, pues, en cuanto abrí los ojos, salí corriendo hacia el cuarto de Lucas.

Entra de una buena vez, Josslyn.

No puedo, ¿y si está dormido?

Lo despiertas, pero acaba de entrar ya.

Moví el pomo de la puerta y con sumo cuidado, me introduje dentro de la habitación del susodicho. El olor a cerrado enseguida llegó a mis fosas nasales, logrando que hiciera una mueca de desagrado. La cama de Lucas estaba vacía y las sábanas, arrugadas sobre el colchón.

Que regado es.

Pero si tú no soportas la organización.

Llamé un par de veces y supuse que habría bajado a desayunar. Pero la pregunta era: ¿Cómo?. El bote de píldoras, que le había dejado la noche anterior, estaba en el suelo, con las pastillas regadas en la alfombra junto a la cama.

Recogí las cosas del piso y me dispuse a guardarlas en el aparador de su cuarto baño, que era el lugar del que las había cogido antes. La puerta estaba entreabierta. Así que no dudé en entrar.

Error garrafal.

Para mi sorpresa, no solo encontré con un enrome reguero ahí dentro. Sino que también hallé a mi chico perdido.

Anda, mira dónde estabas.

— ¿Se puede saber por qué demonios no respondes? —solté indignada, obviando la vergüenza que azotaba mi rostro en ese momento.

Mira, nuestra querida Josslyn, se había colado en un baño de chicos por primera vez.

— ¿A ti no te enseñaron a tocar la puerta antes de entrar? —comentó, con una media sonrisa en el rostro.

—No —solté sin más—, como a ti tampoco te enseñaron a responder cuando te llaman.

Levanté la vista del bote de píldoras, para encararle, y me arrepentí al instante. Su torso estaba desnudo y para colmo, aun se veía húmedo. El cabello negro alborotado, goteaba agua, pegándose a su frente y dándome una mejor vista de las facciones de su cara.

Mira más abajo.

No pienso hacerlo.

Venga, házlo.

No.

Mojigata.

Pues resulta, que nuestro querido Lucas, para mi suerte, llevaba una toalla envolviéndole la cintura. Mostrando la perfecta uve que adornaba sus caderas.

Sabía que lo harías.

— ¿Qué miras?

—Nada —tragué en seco y me dispuse a irme.

— ¿Querías ducharte conmigo o no te funcionaba tu ducha? —gritó desde su posición.

Con la misma intensidad que salí del baño, volví a entrar. Dejando la puerta de este abierta, de par en par.

—Ya quisieras tú que fuera una de esas dos cosas, las que me hicieran venir aquí.

Crucé los brazos bajo mi busto y sin darme tiempo a acomodarme siquiera en esa posición, me haló hasta él. Estampando mi cuerpo contra el suyo. Yo llevaba mi pijama, que no era para nada cubierto y el muy hijo de su madre, no llevaba nada.

AzulWhere stories live. Discover now