Jeon Seokjin tiene exactamente cuatro semanas para impedir el compromiso de su hermano menor, condenado a un matrimonio sin amor. La única manera de pararlo es hacer un compromiso mejor, más ventajoso, más lucrativo para la familia Jeon. Es imposibl...
—No lo hará, ¡lo prometo!— Mikyung aprieta otra vez la mano de Yoongi. —Solo quiero un Chuseok que no se convierta en un caos.
—Si te refieres a la protesta del pollo del año pasado...— Taehyung dice a la defensiva, enderezándose en su asiento.
—Estoy cien por ciento refiriéndome a la protesta del pollo que hiciste el año pasado— Mikyung responde, sus ojos afilados dirigiéndose a Taehyung y entrecerrándolos. —Y el año anterior cuando dejaste al perro perderse en la cocina y se comió todo. Y el año antes...— Mikyung se corta a sí misma, sus labios juntándose rápidamente y sus ojos alejándolos. Ella se aclara la garganta y mira la mano de Yoongi, regresando a su asiento, con la tensión en sus hombros.
El año anterior. Un suspiro se asoma en la garganta de Yoongi, volviendo su vista al paisaje. Él no quiere recordar pasar Chuseok en el hospital, mirando a su abuela descansar en una sala privada, débil y frágil, nada parecida a la mujer que conocen. Él aún puede saborear el pesado hedor a desinfectante y angustia en su boca, puede sentir la presión de sus manos rascándose el cabello, orando, esperando, diciéndose ya he perdido mucho, demasiado, no te atrevas a llevártela, no te atrevas.
Supone que es en esa misma cama de hospital que su abuela formuló la idea de que Yoongi necesitaba casarse, más temprano que tarde. Algo sobre arreglar las cosas cuando aún pudiera verlo, ella le dijo un día después de la cuarta cita que había soportado. Ella había hecho una voz melancólica y dramática, insinuando que su falta de esposa estaba enviándola a la tumba. Él mira las luces de la calle y los borrosos campos de arroz. Esto tiene que terminar.
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La propiedad de los Min es como el apellido, histórico y grandioso, grabado y entretejido en historia y teniendo sus bases al final del periodo Joseon. El edificio principal es una adaptación moderna de la tradicional estructura hanok, rodeado de jardines cuidados y caminos de grava. Cada rama de árbol, cada teja del techo, cada puerta adornada cuenta una historia de riqueza y prestigio. Cada paso que dan les recuerda a los visitantes el privilegio y la clase que no se puede comprar, ganar o robar.
Hoy, la propiedad vibra, el olor a comida flotando con la fría brisa de septiembre, el nivel bajo de conversaciones indistintas como un murmuro en el fondo. Yoongi no puede reconocer a más de seis personas que andan por ahí. Hay grupos de hombres y mujeres más viejos en tradicionales hanboks, adentrados en una conversación seria, mirándolos y frunciendo el ceño hacia ellos ocasionalmente. Docenas de hombres y mujeres elegantemente uniformados apresurados hacia el jardín, llevando ramos de flores y platos calientes de comida.
—¿Están seguros de que somos familiares de todas estas personas?— pregunta Taehyung, con sus ojos abiertos escaneando a la multitud.
—No eres familiar de ninguno de ellos— Yoongi dice, tratando de ignorar los juzgadores ojos de sus familiares a la distancia mientras camina hacia la perta principal.
