Ya dentro busca con la vista un asiento vacío, obviando el que todo el salón, la profesora con rulos y la chica que está de pie al frente se le han quedando mirando fijamente. Cuando ubica uno al fondo del salón empieza a caminar en esa dirección.

-Disculpe -la profesora tiene una voz grave y eso que es bajita

Sigue caminando

-¡Joven!

El muchacho voltea

-Sí, usted

-¿Qué? --menciona apresurado, detesta ser el centro atención

-Es el otro estudiante que acaba de ser transferido ¿Verdad?

-¿Acaso hay otro nuevo aquí? -contesta de forma sarcástica

-Pues para su información así es. Asi que le pido que por favor venga al frente para hacer las respectivas presentaciones. Ah, y de una vez le aviso que la entrada a clase es 7:10am, la próxima vez que quiera llegar tarde mejor ni se presente.

De mala gana el muchacho se regresa hasta quedar al frente de todos los demás alumnos, riquillos por lo que se ve, excepto aquel de la esquina, quizás el tenga una beca por las ropas que se carga.

-Bien muchachos -vuelve a hablar la profesora- como ya se han dado cuenta tenemos dos alumnos nuevos, les voy a pedir que ayuden a que se integren de la mejor manera ¿De acuerdo? Bien, ahora ¿Podrías decir tu nombre por favor?

-Bianca

-Leonel

Ambos chicos hablaron a la vez.

¡Genial! Simplemente genial pensó él.

-Ejem -interrumpió la profesora apenada- una disculpa, podrían decirlo de nuevo, esta vez primero usted señorita.

-¡Claro! -contestó la castaña, muy demasiado alegre- Buenos días, me llamo Bianca Audley Jolie. Tengo 17 años y acabo de mudarme a la ciudad con mi hermana. Espero poder llevarme bien con ustedes.

Toda la clase escucho, más nadie dijo nada.

-Gracias señorita Bianca, ¿Alguien tiene alguna pregunta?

Al ver qué la cuestión era ignorada la profesora paso a dirigirse al muchacho, a quien observa con una estatura alta, mas algo encorvado.

-Por favor joven, repita su nombre

-Leonel -contestó el aludido después de poner los ojos en blanco

La profesora espero a que agregara algo más, pero al no hacerlo volvió a interferir

-¿Algo más que le gustaría agregar?

-No, la verdad no.

-Bueno... Ammm pues sean bienvenidos, soy la profesora Kerit y les estaré impartiendo la clase de Biología. Ahora, pueden tomar asiento.

Sin embargo, cuando el muchacho pasó por su lado, la profesora tomo su hombro y le susurró al oído

-Ten en cuenta que estarán cursando 17 materias en este curso. Y al menos en el día de hoy tendrás otras 5 clases, así que te aconsejo sumar algunas palabras más a tu presentación.

El muchacho no dijo nada, pero una vez que tomó asiento se dió cuenta que la profesora rulosa tenía razón. ¡Carajo!

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Habían transcurrido dos meses, pero aún religiosamente, cada día al caer la tarde, se sentaba en aquél lugar, frente a la ventana de su cuarto y recordaba lo que había pasado aquella fatídica noche.

Pensaba en ello largas horas hasta el anochecer, y escribía en su diario los avances de la guerra que había desarrollado con si misma, las nuevas perspectivas que iba teniendo día a día y lo que estaba ocurriendo con el resto de la gente que dejó atrás, en una verborrea que buscaba demostrarle que después de todo, se encontraba bien.

Sin embargo, cuando el sol daba paso a las estrellas y llegaba la hora de dormir, su alma se iba a piso. Perdía todas sus fuerzas e inevitablemente se deshacía en lágrimas, susurrándole a ese pedazo de espuma en la que se recostaba y ahogaba los gemidos de aflicción, cuánto quisiera y anhelaba regresar el tiempo y cambiar lo sucedido. Cuánto lo necesitaba. Cuánto se estaba muriendo día a día al saber que jamás podría hacerlo.

"Si tan sólo alguien le hubiera avisado lo que perdería aquel fatídico día" "Si tan sólo hubieran sido diferentes las cosas" solía pensar.

FINISH LINEWhere stories live. Discover now