028: ᴠᴏᴄᴇs

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Cierra los párpados una vez más pero a su mente no le interesa el sueño. Resopla y mira las manos.

—¿Qué buscas? —dice el silencio—

Sigue la voz y se encuentra con un par de ojos chispeantes entre las sombras. Una luz mortecina envuelve a la figura que ahora le da la mano.

—Ven —dice y de percata de sus ropajes color escarlata—

Le da la mano, se pone de pie y queda frente a frente con él. Algo en su mirada le hace dudar. Entonces recuerda los ojos que había sentido sobre el, antes de encontrarse con Jong-Suk. Recuerdo la pintura.

—Pero —tartamudea—, era un cuadr...

—Sígueme

La oscuridad se deshace de sus pies, como si su nariz aguileña fuese la proa de un barco de luz. Le sigue soñoliento. El museo asemeja un valle siniestro pero el Cardenal avanza sin miedo mientras la noche inquieta le observa.

—¿Adónde vamos?

—A encontrar las respuestas que buscas —dice sin mover los labios—

Su figura camina entre los cuadros, más viva que todos los Rubens, Goyas, Tizianos y Dureros

—Continuemos

Un león y una loba de ojos ardientes quedan detrás. El cardenal y el pelinegro avanzan como espectros ignorándolo todo. Emperadores y retes ven pasar a Jungkook por las galerías del museo.

—Estamos cerca.

Una mujer de cabellos rubios aparece con un paso de su guía y se esfuma en el siguiente. Su rostro se graba en sus retinas como un relámpago.

—Aquí a la derecha

El cardenal disipa la penumbra a su paso y se detiene frente a una pintura. Sigue su mirada y todos los pelos de su cuerpo se erizan. Es la escena más macabra que ha visto en su vida.

Un ejército de esqueletos diezma a la población de la tierra. Un paisaje yermo esculpido con escenas de destrucción. La muerte comanda sus tropas desde un caballo, destruyendo el mundo de los vivos y conduciéndolos a un enorme ataúd.

Algunos intentan luchar contra sus destino y otros se abandonan a su suerte

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Algunos intentan luchar contra sus destino y otros se abandonan a su suerte. Solo una pareja de amantes permanecen ajena a todo. El cardenal extiende sus dedos sobre la pintura y le coge de la mano.

Por mí se va, a la ciudad doliente:
por mí se va, al eternal tormento;
por mí se va, tras la maldita gente.
¡Oh, los que entráis, dejad toda esperanza!

Y desaparecen.

Un coro de gritos, sangre y lamentos le dan la bienvenida. Da un paso atrás y un esqueleto montado a caballo pasa a centímetros de suyo, su guadaña reduciendo bajo el sol. El cardenal continúa impasible a su lado.

ᴀᴘᴏᴄᴀʟʏᴘsᴇ | ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋWhere stories live. Discover now