Capítulo 14

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Sus ojos aleteaban como delicadas mariposas en un intento de no quedarse dormido, pero era una lucha muy difícil.

Jeonghan se levantó de la cama a pesar de la debilidad que lo invadía. Deambuló por su habitación, donde ordenó su escritorio y se entretuvo con pequeñeces, pero ello no duró mucho.

Se desplomó sobre las suaves y pálidas sábanas de la cama varios minutos después, sus ojos cerrándose casi a la fuerza por hilos invisibles.

Debió avisarle a Ailee de su estado. Fue una enorme irresponsabilidad de su parte omitir su extremo cansancio y la somnoliencia que le acompañó todo el día, pero creyó que era culpa de los desvelos que solía darse con Joshua. Y aún a esas altura, quería seguir aferrándose a esa idea.

Todo a su alrededor se difuminó y su mente perdía conciencia poco a poco. La almohada debajo de él parecía envolverlo en pálidos lazos y arrastrarlo a lugares de tranquilidad.

Algo diminuto en su mente le instó a seguir despierto, pero pronto fue opacado por la bruma que lo acosó desde la mañana.

Al final cerró los ojos por completo y entonces la realidad dejó de existir.

Hay un extenso pasillo iluminado con fuertes luces blancas. Al final de este se encuentra un chico de cabellos negros, al parecer esperando por él.

Aún no podía apreciar su rostro a la perfección, pero su silueta le resultaba familiar y le ayudaba a encontrar tranquilidad ante la inquietante sensación que le brindaba al encontrarse en ese silencioso y melancólico pasillo.

Jeonghan tardó en darse cuenta que volvía a ser de nuevo un niño.

Jeonghan quiso avanzar hacía el chico, pero el suelo a sus pies se desmoronó, haciéndole caer a un oscuro abismo. Entonces, la luz volvió y ahora se encontraba de nuevo en la cama de aquella fría habitación del hospital.

El niño rubio sentía una tristeza acompañada de dolor, haciéndole difícil concentrarse en llevar a cabo las tareas dejadas por su tutor.

Escuchó la puerta abrirse, luego logró divisar una familiar cabellera oscura.

—¡Volviste! —Chilló Jeonghan al ver de nuevo al niño que le prestó sus increíbles juguetes hace un par de días.

—Te prometí volver a jugar contigo. —El niño que aparentaba rondar su misma edad le mostró una pequeña caja azul. —Tal vez te gusten los legos.

Jeonghan estaba emocionado, ya quería jugar, pero antes de que el otro niño sacara las pequeñas piezas, la puerta se abrió y un vendaval celeste entró, interponiéndose entre él y el niño.

—¡No puedes entrar en la habitación de Jeonghan! —Anunció con determinación una niña tres años mayor que ellos —Nadie puede estar cerca de él.

El niño los miró a ambos.

—Nadie me puede impedir jugar con él —El niño mostró una sonrisa de complicidad —Además, me permiten ir a cualquier lugar del hospital.

—¡Pero aquí no!

Jeonghan tenía toda su atención en aquella niña cuyo nombre era Kim Hyori. La recordaba demasiado bien. Ella fue su primera amiga en aquel hospital y, al igual que él, era una rebelde que solía escapar de su habitación para deambular por todo el edificio.

—¿Por qué no quieres que éste aquí? —Cuestionó el pelinegro, empezando a molestarse.

—Porque escuché a los padres de Jeonghan discutir sobre que nadie debería molestarlo y causarle fuertes emociones. No hay excepciones.

➸ Jihan 💫 HeartbeatWhere stories live. Discover now