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Liam


Después del encuentro con Louis y Autumn, volvimos a mi casa, donde había planeado una maratón de Juego de tronos. Lo tenía todo listo: palomitas, Coca-Cola de cereza y sus dulces favoritos: tacitas de mantequilla de cacahuete de Reese.

Me sorprendía saber cuál era su dulce favorito.

Nunca había tenido una relación tan cercana con nadie como para conocer sus preferencias.

Esperaba que la distracción lo ayudase a olvidar a las dos personas que más daño le habían hecho.

Después de prepararlo todo en la mesita de café, fui a la nevera a por los refrescos, pero me detuve al ver a Zayn mirándose el tatuaje en el espejo. Tenía una sonrisa en los labios que parecía más bien un gesto de tristeza.

—¿Estás bien?

—Sí, no pasa nada. Es que… —Me miró y se encogió de hombros—. Hoy es mi aniversario.

—Ah, no lo sabía… —Se me formó un nudo en la garganta.

Había sido un idiota al permitirme sentir algo por el. No tenía sentido.

Seguía siendo un hombre casado y podía volver con su marido en el momento en que se cansase de lo que fuera que teníamos. Además, no quedaba mucho para que nuestra aventura de verano terminase y volviera a su vida real en Atlanta.

Teníamos un trato, habíamos dejado claro que todo acabaría en agosto y cada uno se iría por su lado.

No me debía nada.

Aun así, lo quería todo.

—Ver a Louis con Autumn habrá sido duro —comenté.

—No, Liam. —Negó con la cabeza y me puso una mano en el brazo—. No es ese aniversario. Es el del primer aborto.

—Mierda. Lo siento.

Me sentí un imbécil.

—No pasa nada. Bueno, sí pasa, pero por eso quería hacerme los tatuajes hoy, para honrarlos. No voy a mentir, ver a Autumn embarazada, precisamente hoy, ha sido un duro golpe.

—Me resulta increíble —susurré y le coloqué un mechón detrás de la oreja—. No entiendo cómo te han hecho algo así.

—Ella le ha dado lo que yo no he podido. Es lo que siempre he intentado ser para él. Siempre he querido formar una familia, pero no he podido cumplir con el supuesto deber de un esposo. No… —Respiró hondo y cerró los ojos—. Quería darle una familia, pero se marchó y formó una por su cuenta.

—Lo siento mucho, Zayn.

Esbozó una sonrisa llena de tristeza y se encogió de hombros.

—A veces la vida es injusta, pero así son las cosas. Soy el chico que casi.

—¿El chico que casi?

—Sí. El chico que casi consiguió su sueño. El chico que casi tuvo un amor verdadero, el que casi triunfó en su matrimonio y el que casi fue padre, pero después de siete pérdidas, comprendí que no iba a pasar. Los médicos dijeron que si seguía intentándolo, mi cuerpo no lo soportaría, aunque lo cierto es que me preocupaba más mi cabeza. Con cada día que pasaba, sentía que me volvía más loco. Ni siquiera tuve tiempo de hacerme a la idea cuando Louis me dejó. Estaba hecho trizas. Tenía el corazón roto. Estoy cansado de ser ese chico, eso es todo.

—Eso no existe —dije y le agarré la mano—. No se puede ser «casi padre». Has tenido siete hijos; que no llegasen a nacer no significa que no hayan existido. Eran tuyos y los quisiste con toda el alma, aunque fuera por un breve periodo de tiempo. Eres un padre, Zayn. Siento muchísimo que nunca hayas llegado a abrazar a tus bebés, pero eres y siempre serás un padre.

Notas (ZIAM)Where stories live. Discover now