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Solo tardamos unos minutos en firmar los papeles en el banco y entregar las llaves al banquero.

Estaba sentado al lado de Louis, pero lo sentía a kilómetros de distancia.

Cuando nos levantamos para irnos, él se dirigió a su coche y yo al mío.

—Louis —lo llamé, sin saber muy bien por qué.

Me miró y arqueó una ceja, a la espera de que hablase. Abrí los labios, pero las palabras se negaron a salir. «Vamos a comer algo y a ver una peli. Hagamos planes hasta que vuelvas a quererme».

—Nada. Da igual.

Suspiró.

—¿Qué pasa, Zayn?

—Nada, de verdad. —Me froté los brazos con las manos.

—Ya empezamos —masculló, y sentí un pinchazo en el pecho.

—¿Qué quieres decir?

—Vas a hacer lo mismo que haces siempre.

—¿Qué hago siempre?

—Empiezas a contarme lo que sientes y después te callas y no dices nada. ¿Sabes lo complicado que es comunicarse contigo?

—Lo siento —murmuré.

—Claro que sí —replicó—. Oye, tengo que irme. Cuando lleguemos a Chester, le contaremos a nuestros padres que nos divorciamos. Deberíamos hacerlo por separado. Vamos a tener que acostumbrarnos a hacer las cosas solos, así que mejor empezar cuanto antes, ¿no?

«Sé fuerte. No llores».

—Vale.

Iba a pasar el verano en Chester, ya que el piso de Atlanta no estaría listo para mudarme hasta agosto. Por una parte, volver al pueblo me aterraba, pues la gente no tardaría en darse cuenta de que Louis y yo ya no estábamos juntos. Por otra parte, me gustaba la idea de que fuéramos a estar en el mismo sitio, en las mismas aceras en las que nos enamoramos por primera vez. Tal vez esa conexión con el pasado haría que volviera a mirarme como antes.

Tenía un verano entero para conseguir que mi marido volviera a enamorarse de mí.

Me metí en el coche y, al girar la llave, el motor petardeó. «Mierda».

Volví a intentarlo e hizo un ruido muy feo. Louis me miró con una ceja levantada, pero lo ignoré. Mi coche era viejísimo, un Buick azul que me había acompañado desde que empecé la universidad. Lo único que llevaba en mi vida más tiempo que este coche era Louis, pero ahora que iba a marcharse, blue pasaba a ser mi posesión más antigua.

Aquella mañana, se puso enferma.

—¿Quieres que le eche un ojo al motor? —preguntó Louis, pero no quise mirarlo. No después de como me había hablado y me hiciera sentir como una mierda por ser como soy.

—No, no hace falta —dije.

—¿Seguro que esa cosa será capaz de llegar hasta Chester? Deberías haber alquilado un coche y tirado esa chatarra.

—Está bien —respondí, giré la llave e hizo el mismo ruido.

—Zayn… —empezó y ya no aguanté más.

—Márchate, Louis. Has dejado bien claro que no quieres estar aquí, así que lárgate de una vez.

«O quédate…».

Frunció el ceño y se enderezó.

—Vale, me voy.

—Es lo mejor.

Notas (ZIAM)Where stories live. Discover now