Secuestrada

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Me encuentro en la misma habitación pensando. Hace un mes estoy aquí, en medio de la nada en una cabaña con Damián.

Ya no es como al principio. Los primeros días me tuvo amarrada y venía personalmente a alimentarme. No soy tonta y se que no serviría de mucho escapar estando tan lejos de la ciudad.

Cuatro días después y al comprobar que no intentaba nada extraño me soltó y solo le pasaba llave a la puerta. El cuarto tenía baño propio y una pequeña ventana en él.

Actualmente ya puedo moverme por toda la casa e incluso tengo acceso al exterior. Me gané su confianza poco a poco. Demostrándole que no huiría.

Soy una chica fuerte y estoy acostumbrada a adaptarme a la situación. Si intento escapar y fallo estaré encerrada como al inicio. En cambio si empiezo a jugar con sus sentimientos y seguir su propio juego obtendré el control y podré hacer lo que quiera.

Tengo que jugar bien mis cartas por eso hice lo que hice y no me arrepiento. Aprendí que mi cuerpo puede ser útil y no me importará tener que usarlo si de eso depende algo mayor, mi libertad.

- ¿Qué haces? - pregunta Damián parado en la puerta.

- Solo estaba pensando.

- ¿Y que pasaba por esa linda cabesita? - al decir eso se acerco y se sentó a mi lado en la cama.

- Pues que ya hace un mes que me tienes en este lugar encerrada.

- No estás encerrada puedes salir, recorrer toda la casa he incluso caminar por los alrededores.

- Sí, pero extraño la ciudad, poder ir de compras, comer helado, disfrutar de un rato en el parque.

Me levanté u me senté en su regazo, mis brazos rodando su cuello y mis dedos enredados en su pelo. No tardo en responder rodeando mi cintura con sus manos.

- ¿Qué tal si te llevo a la ciudad hoy? Tengo que comprar la despensa y podríamos tener una cita.

- ¡Genial! - lo abracé emocionada.

No soy tonta, todo este tiempo jugué a que sus intentos por lograr conquistarme le dieron efecto. Pero tampoco lo hice de golpe porque sospecharía y no podría darme el lujo.

No niego que no me disgusta para nada besarlo, la verdad es que no es feo y cuando lo conoces puede llegar a llamar tu atención pero de ahí a lo que él quería estaba muy lejos.

Apenas hace una semana que estamos actuando como novios y aún no a habido nada más allá de los besos y uno que otro roce.

Voy lento y eso lo hace más convincente. Tengo mis planes, llevaba un tiempo haciendo de las mías. Para empezar escondi un cuchillo en la habitación en caso de ser necesario. He analizado cada uno de sus movimientos y ya se donde guarda las llaves del auto y de la casa. Pensé en cedarlo y escapar pero descubrí que escondía un arma y mis planes cambiaron.

Pretendía hacer mi jugada maestra hoy, sin saberlo esa salida me beneficiaría más de lo que creía.

Nos marchamos en el auto hasta llegar a la civilización. Ahí aparcamos frente al súper. Entramos juntos agarrados de la mano y empezamos a echar lo que necesitábamos en el carrito. Pero discretamente me fijé en todo el logar tratando de encontrar algo que me dijera en donde estábamos. Por suerte encontré un gran cartel que decía Bienvenido a la ciudad de Las Palmas y ahí supe donde nos encontramos.

Mi intención era llamar a alguien decirle donde estaba y luego encargaría de emborachar a Damián con alguna excusa y luego esposarlo a la cama con el pretexto de una noche inolvidable.
Pero mis planes se vieron ataviados con los acontecimientos.

Perdida en el mundoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant