𝐓𝐮𝐫𝐧 𝐦𝐞 𝐨𝐧 | 𝐱𝐱𝐢𝐢𝐢

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Este es el segundo capítulo que me tardo tanto en escribir, el primero fue el 16


—Shouta

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—Shouta... —escuchó que susurraban dulcemente en su oído. 

Aizawa soltó un gruñido ante la interrupción de su sueño, aunque para ser sinceros, la Akiko que aparecía eróticamente cuando dormía era una copia de la verdadera. Así que, en ambos mundos, disfrutaba de Yosano por igual.

Sus músculos se tensaron al querer moverse y no poder. Frunció el ceño ante el impedimento, y abrió los ojos parcialmente, levantó un poco el mentón, y vió que su bufanda lo mantenía atado a la cabecera de la cama.

Sonrió ladinamente, dirigiendo su mirada con lentitud hacia su amada, quien estaba sentada sobre su regazo. Ella le regaló una risa traviesa y deslizó sus manos con suavidad por su pecho, sin perderse un solo abdominal en el camino, estirándose hasta que sus rostros estuvieron a centímetros, rozó sus labios delicadamente y lo besó con fervor.

—Te recuerdo que debo ir a trabajar... —mencionó Shouta, con la voz rasposa, en un débil e inservible intento por detener los planes malvados de Akiko. Soltó un jadeo cuando una de sus diminutas manos se escabulló por debajo de la tela de su piyama. 

—Será rápido, amor, no debes ir estresado—murmuró, dándole una leve lamida a su mentón.

Aizawa la miró con desconfianza, siempre lo hacía llegar tarde cuando comenzaba con sus jueguitos. Además, luego se bañaban juntos y su perfume quedaba impregnado en él, cosa que era cada vez más difícil de ocultarle a Yagi cuando coincidían en sala de profesores.

—Me van a despedir si sigo siendo tan impuntual.

Yosano soltó una carcajada, mientras se erguía para quitarse la camiseta que traía puesta, también propiedad de su pareja. Los ojos de Shouta se perdieron automáticamente en sus pechos redondos y tersos, ella sabía que eran su punto débil y que él no podría negarse ahora.

—Por mí mejor, me puedes esperar con la cena cuando vuelva del trabajo—bromeó.

Shouta arqueó una ceja, la idea de ser ama de casa sonaba tentadora, pero la realidad era que se aburriría estando solo todo el día, y su mayor fuerte no eran las tareas del hogar.

Akiko descendió hasta la altura de su pelvis. Su mente se quedó en blanco cuando sintió la lengua de Akiko deslizarse lentamente por su miembro. Ambas miradas se cruzaron, los ojos de Yosano brillaron con socarronería, y, manteniendo el contacto visual, engulló todo su grosor dentro de su boca. 

Shouta gruñó de satisfacción y cerró los ojos ante la sensación de su lengua frotándose descaradamente contra su glande. Se sujetó con fuerza de la bufanda, tensando los músculos de sus brazos por la repentina estimulación, frunció el ceño evitando que un jadeo se le escapara.

El teléfono comenzó a sonar sobre la mesa de noche, Aizawa apartó la mirada de Akiko para ver quién llamaba, el nombre de Hizashi aparecía en la pantalla, probablemente para avisarle que pasaría a buscarlo en veinte minutos. 

Akiko levantó la cabeza para ver de quién se trataba, al corroborarlo tampoco le interesó mucho que digamos. Ya que arregló su cabello detrás de la oreja y deslizó su miembro por entre sus suaves pechos.

—Akiko, tengo que irme... — jadeó extasiado por la vista. 

Se ganó una mirada traviesa de su pareja, quien apresuró sus movimientos acercándolo más al orgasmo.

—Entonces apresúrate a venirte, bombón. Yo sé cuánto duras, no necesitas probar nada —le guiñó un ojo coqueta. Estiró la mano y tomó el teléfono, aceptando la llamada de Hizashi—Hola, Hizashi, ¿Necesitas algo? Shouta se está bañando—Aizawa trató de guardar silencio, asombrado por la capacidad actoral de su novia. Quien, a pesar de que estaba haciéndole un blowjob, hablaba con voz serena y dulce de secretaria. —Oh, no te preocupes, yo lo llevaré... muchas gracias—ella dio una última embestida que lo llevó a ver las estrellas. El semen se escurrió entre sus pechos y el abdomen de Shouta. — ¡Adiós! —se despidió alegremente y cortó.

Shouta la miró, con la respiración agitada.

—Deberíamos entrar a la ducha—dijo, tratando de devolver su respiración a la normalidad.

[ ... ]

Aizawa observó los dedos ansiosos de Akiko tamborilear en el volante a medida que se acercaban a la escuela. Era obvio, por su pañuelo en el cabello y las gafas de sol, que había cierta persona con la que no deseaba cruzarse. 

—Lleva seis meses sin saber de ti, ¿no crees que deberían hablar?—le preguntó Shouta con tranquilidad. 

Yosano miró por la ventana durante el semáforo, no podía negar que en esos últimos meses el recuerdo de Yagi la ponía bastante incómoda. Era algo que necesitaba tener un cierre, lo extrañaba, no era completamente feliz sin su amigo, pero tenía miedo de decaer en él otra vez. Se tomó un instante para contestar, debatiéndose en qué responder exactamente. ¿Le causaría alguna inseguridad a Shouta si le decía la verdad? Al final se decidió por decirle, después de todo él jamás le mostró falta de confianza en esos temas.

—Tengo miedo—admitió, sin atreverse a mirarlo—, soy feliz contigo y te aseguro que ya no estoy enamorada de Yagi. Pero, aún así, me da miedo arruinar todo lo que tenemos por hacer una estupidez. Él me remueve muchas cosas, y que esté lejos me asegura no equivocarme.

Aizawa guardó silencio, dejando a Akiko algo inquieta por lo que dijo. Entendía que sus palabras podían ser confusas para los demás. ¿Cómo convencerlo de que lo había elegido a él por sobre Toshinori? Aunque todavía tenía la esperanza de que lo empírico lo persuadiera.

El semáforo se puso en verde, y ella continuó manejando hasta llegar al instituto y aparcar en el estacionamiento. Sintió la mano de Shouta tomando la de ella, Akiko volteó a verlo. Él le dedicó una sonrisa cálida.

—Si yo confío en ti, tú deberías también. Sabes lo que quieres, solamente ve con Yagi y háblalo con él, porque tampoco es justo que se quede esperándote, es el único que no sabe que ese patrón suyo se rompió y ya no estarán juntos.

Akiko sintió calidez al escuchar esas palabras, eran esos momentos de sabiduría, provenientes de su novio, que la ponían más tonta y enamorada de él. Por eso verbalizó un pensamiento veloz que no debió proyectarse fuera de su cabeza.

—Deberíamos casarnos—dijo con normalidad, como si fuera lo más cotidiano del mundo.

Aquella típica expresión de serenidad se esfumó del rostro de Shouta, sus ojos la miraron incrédulos y sus labios se separaron sin saber qué responder. Las mejillas de Akiko se tornaron rojas hasta el punto de arderles. "¿Qué mierda dijiste, Akiko? ¿Cómo se te ocurre? ¿Y ahora qué hacemos? ¿Cómo lo arreglo?".

—¿Akiko?—escuchó del otro lado de la ventanilla.

Al voltearse se encontró con Yagi, quien la miraba algo aturdido de encontrársela. "¿Y ahora para qué lado voy? Que me trague la tierra". 

 

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𝐓𝐮𝐫𝐧 𝐦𝐞 𝐨𝐧 | 𝘈𝘪𝘻𝘢𝘸𝘢 𝘚𝘩𝘰𝘶𝘵𝘢Where stories live. Discover now