Prólogo.

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Cara de ángel, testaruda, malcriada, arrogante, lista y excesivamente narcisista, son algunos de las palabras que describirían mejor a la preciosísima Leslie.

El mejor promedio del instituto, la niña más popular y la mejor en su equipo de voley.

Sus títulos no podría cargarlos cualquiera.
Esforzarse por ser la mejor y destacar en todo, trae consigo una responsabilidad enorme que Leslie está dispuesta a asumir.

Su expediente es tan amplio que sorprendería a cualquiera que lo leyera después de ver su edad. ¿De dónde encontraba ella tanto tiempo para hacer tantas cosas? nadie lo sabía. Pero todos la admiraban por ello.

Y ha decir verdad, no todos aguantarían semejante presión. Pocos niños mostraban amplio interés por recaudar fondos, militar causas sociales nobles, participar en olimpiadas y traer variedades de trofeos y medallas a su instituto.

Leslie trabajo a beneficencia en 58 sitios para su currículum, horas y horas dedicándose a ampliar y mejorar su solicitud para cualquier universidad.

También aprendió francés, inglés e italiano, sumando este verano clases de portugués.

Ella estaba sumamente orgullosa de si misma aunque eso para nada significaba estar conforme. Leslie no puede permitirse fallar en algo o simplemente no ser la mejor en eso.
Ella tiene que ser perfecta.

Aunque para Leslie, en este momento solo existe un problema. Una cosilla que por más diminuta que es, simplemente arruina su tranquilidad y amenaza con flaquear su título en el último año del instituto.

Y es la inexperiencia.

Esa palabra no es fácil de oír para una niña cuando la mayor parte de su corta vida ha decidido desvivirse por saber sobre absolutamente todo.

Repito, no cualquiera acierta con tantas cosas en si biografía. Cerrar bocas era algo que simplemente le quedaba de maravilla.

Tan bonita como inteligente,
tan delgada como voluptuosa,
tan calculadora y fría como afable.
Tan odiada como aclamada...

Había algo que estaba mal si alguien hablaba de alguna cosa de lo que ella no podía.
Para Leslie era simplemente algo increíble, digno de indignación.

¿Que inexperiencia podía tener si tomaba cursos todo el año desde que tenía trece?

Algunas envidiosas y estiradas estudiantes, hirieron su orgullo en lo que comenzó como una inocente charla en un vestuario de chicas.

Y ahí comprendió. Ningún trabajo, ningún evento y definitivamente ningún curso le daría la experiencia de la que tanto hablaban ellas.

Leslie aplicó para tantas cosas necesarias en su vida que jamás paro un segundo a pensar en cualquier cosa común y corriente en la que pensarían las personas de su edad, por ejemplo... sexo.

¿Experiencia sexual?

Ella nunca había sentido la necesidad de saber sobre ello. ¿Cómo haría tal cosa? Si los varones que ella conocía ni siquiera valían segundos de su tiempo.

Nunca le habían mencionado que ese tipo de hábito era importante a la hora de hablar con otras mujeres. Mucho menos cuando se señala su pequeña inexperiencia de forma negativa.

Leslie jamás ha estado con nadie y tampoco desea estarlo, no es como si los chicos llamarán mucho su atención como para someterse a estar con uno solo por la maestría.

Nadie merecía estar con ella, así lo pensaba.

Pero al parecer debía cambiar algo sus planes y mirar a su alrededor. No podía permitirse ser etiquetada como una mojigata o alguien de nula sabiduría en cuestiones sociales, amorosas, sexuales o lo que sea.

Debía encontrar una presa para atrapar con sus largas garras cuanto antes.

¿Por qué jamás se había puesto a pensar en lo vergonzoso que era entrar en la universidad sabiendo absolutamente nada de... sexo?

Al parecer Leslie necesitaba calcular y manipular hasta algo tan íntimo como aquello.

BOYS TEARSWhere stories live. Discover now