Capítulo 12

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Lunes, 02 de abril de 2018

Llevaba exactamente un mes desde el accidente en casa, recuperándome tanto como Alín. Mi cumpleaños había sido hacía tres días, así que Lynn había venido a felicitarme, darme mi pago y un obsequio por mis veinte. Al igual que Wyatt y Judy, de parte de ella y de Alín.

Su mejora estaba siendo tardada, por supuesto y había ido a visitarla tan sólo una vez desde que todo ocurrió. Seguía con algunos hematomas por el cuerpo y el corte en mi frente cada día sanaba un poco más, al igual que el resto. Sabía que ese en específico iba a dejarme alguna marca y aunque me sentía completamente lista para regresar a mi vida, quería guardar reposo tanto como fuese posible para volver al trabajo sin una sola complicación y a todas las demás situaciones pendientes.

Llevaba casi dos días sin hablar con Jasper. Dormíamos juntos y se hacía cargo de mí, pero nuestra relación se había ido en picada en un suspiro. Para el día de mi cumpleaños ya no podía ignorar lo mucho que Jasper estaba usando el accidente para evitar lo que tanto quería saber. Me estaba siendo molesto que no me permitiera ayudarle. No quería que se fuera, pero no conocía su pasado después de tantos meses conviviendo conmigo.

Le había suplicado, una última vez, que me dijera lo sucedido aquella vez en el puente Ludwick, pero luego de darme sólo rodeos, dejó la cocina y salió del departamento. Desde entonces nuestros cruces de palabras se resumían a preguntarnos cómo estábamos, y nada más.

Pero yo, finalmente, había llegado a mi límite con Jasper.

Tomé la computadora y me senté con ella sobre mi regazo en la cama. Tecleé con las manos sudorosas y me mordí la mejilla interna. Estaba sola en casa desde hacía como una hora. Jasper me había dejado mientras me duchaba y no tenía idea de a dónde iba cada que me dejaba sola en el departamento, pero en ese momento agradecí estar sin su presencia, porque entonces no sería capaz de lo que estaba a punto de hacer.

ALAMAS EN PENA Y CONDENADAS, ¿Qué dice sobre esto la iglesia?

Me llevé la uña a la boca. No quería tener que buscar respuestas por aquel método, porque no era lo mismo que escuchar la versión desde la boca de Jasper. Sentía que estaba metiéndome en terreno pantanoso y en una historia que lastimaba mucho a Jasper, pero no podía más.

Debí haberlo hecho hace tiempo, pensé.

¿Existen las almas "vagantes", que deambulan en pena por el mundo?

¿Existen almas en pena que vagan entre este mundo y el otro, y que buscan contactar con los vivos? Es una de las preguntas a las que contesta el padre Gabriele Amorth, famoso exorcista, a la revista italiana Credere, y que por su interés reproducimos:

—Don Amorth, alguno afirma sentir una especie de "presencia" de alguna persona del pasado. ¿Son sólo sugestiones?
Las que usted se refiere son llamadas "presencias". Se trata de una vasta casuística, que afecta a no pocas personas, que afirman percibir la cercanía, a veces incluso física, de antepasados o de personas extrañas quizás muertas de repente. Otras veces hablan de "almas en pena", que son percibidas como almas de difuntos que aún no han encontrado su lugar en el orden de la vida eterna; otras veces se habla de "almas guía", que aconsejarían a las personas sobre las decisiones más justas. Se trata de problemas abiertos que los teólogos deberían estudiar, profundizando en los datos de la Escritura, del Magisterio de la Iglesia y de las experiencias de los místicos.

—¿Qué hay sobre las almas de los condenados?
No lo sabemos. A mí me ha sucedido que un espíritu durante el exorcismo afirmaba ser una tal persona, pero después de una comprobación más en profundidad, después de varias sesiones, se descubría que en realidad eran demonios. Otros exorcistas, sin embargo, están convencidos de que la presencia de estas almas en pena es real. Repito, sería oportuno promover profundizaciones teológicas sobre la condición de las almas tras la muerte. Tarea que no es propia de los exorcistas, sino como he dicho, de los teólogos.

Lo que no nos dicen del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora