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Escuela

La chica se escabullía por los grandes y amplios pasillos del edificio tratando de no hacer ruido, sus orejas se movían como antenas intentando captar señales de la infectada que la asechaba desde hace varias semanas.

Con sumo cuidado atravesó el gimnasio, por un momento le sorprendió que su maestra no se encontrara por ningún lado. Su estomago emitió un doloroso gruñido.

La coneja se detuvo por un segundo al escuchar su abdomen crujir, con el pensamiento simple de saciar su hambre. Con precaución, siguió trotando por la edificación, hasta que llego a su destino: La cafetería.

Sin mas rodeos, la joven abrió bruscamente entre el refrigerador y los armarios con comida enlatada hasta que pudo dar con algunas sobras. Una vez que las guardo en su cangurera y se dispuso a salir de ahí.

Salió de la habitación, siempre atenta a los sonidos a su alrededor, camino precavidamente por corredor. Sus orejas empezaron a moverse con mas rapidez y sus ganas de salir corriendo de ahí habían aumentado. De pronto se abalanzaron sobre ella sin previo aviso, y trato de esquivar el contacto haciéndose a un lado.

En tamaño y fuerza la docente poseía una gran ventaja, no sabia que hacer puesto a que no le daba tiempo de apuntar con su ballesta a algún punto critico del cuerpo de la infecto. En algún punto sus torpes piernas le jugaron una mala pasada, y termino cayendo al suelo con la mujer en su encima apunto de morderla y despedazarla.

Bunny, en su desespero por sobrevivir, pateo el vientre de la gacela con toda la fuerza que una débil coneja puede poseer, provocando que esta cayera al suelo unos metros lejos. La mas joven no perdió el tiempo y huyó a su pequeño refugio lo mas rápido que su cuerpo cansado le permitió.

Cerro la puerta de un golpe y se sentó en el suelo, tomo un respiro profundo. Llevo una mano a su ojo izquierdo, el cual estaba oculto por vendajes casi nuevos; estaba exhausta de ese estilo reciente de vida.

— Espera un poco mas — murmuro para si misma.

...

Un lugar seguro

La brisa nocturna golpeaba con gracia las ventanas de su habitación, invitándola a compartir con el universo sus problemas. En el lugar todos se encontraban dormidos, menos la mayor de los Harringhton, quien estaba pensando si era buena idea dejar que su querido amigo de toda la vida viajara en completa soledad hacia un mundo apocalíptico que buscaba matarlo.

¡Era una misión suicida!.

Ella no lo entendía, aun tenían suministros para unas pocas semanas, cosa que era mas que perfecto, podían salir cuando todo se hubiera agotado por completo, no había presura por ser asesinado. ¿A quien quería impresionar?, era simplemente algo insensato, a la mierda lo que dijeran lo demás.

Imaginaria que uno de los demás sobrevivientes lo acompañaría, pero eso no seria suficiente, ninguno podría brindarle protección como ella lo hacia. Morirían, no regresarían.

Su cabello negro se extiende por su almohada, ella entorna los ojos hacia el techo. Quedarse y dejar ir, apreciar y sacrificar; todo un dilema se formaba en su cabeza.

— No pienso perderlo.

...

Distrito Paisho

Una mujer de pequeña estatura se encontraba corriendo de un infectado, en sus brazos tenia muchas latas de comida que apenas podía cargar. Corría y corría a mas no poder, sus piernas, cansadas, tambaleaban por los anchos pasos que daba.

En un momento, su perseguidor la perdió de vista en la oscura madrugada. La joven suspiro y con dificultad, siguió corriendo en dirección a su casa.

Cuando llegó, cerró la puerta con muchos candados y dejo las latas y empaques en su mesa. Le dio una ojeada al reloj sobre un estante; las 12:36, el momento perfecto para conseguir mas suministros.

Se tumbo boca abajo en su mueble de tres, se despojo de sus zapatos gastados y agarró su estropeado teléfono inservible. Inservible por no poder hacer nada mas que reproducir videos de galería y descargar juegos sin internet.

Aborrecía como había cambiado su vida.

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Escuela

— ¡¿Por que mierda ponen tantos candados en una escuela?! — grito la oficial, irritada, mientras abría un candado oxidado que perfectamente podría quebrarse con un fuerte golpe.

Nadie respondió, como era de esperarse.

— Estas tan cansada que hasta hablas sola — pensó, y entro en el cuarto que acababa de abrir, lo único que encontró fue una llave.

La agarro y salió de ahí, camino un rato por los corredores, atenta a la infectada que merodeaba por ahí. Dio un bostezo, era demasiado tarde y tenia que descansar, pero no tenia donde; siguió dando vueltas hasta que encontró un libro, ella ya sabia donde iba.

Fue corriendo hacia la habitación en donde vio el mecanismo, cuando coloco el escrito en su respectivo lugar, la puerta de la pequeña bodega se abrió mostrando a una joven con aspecto afectado, arma en manos y apunto de dispararle.

— Tu debes ser la amiga de Mr. P — soltó, no quería recibir un tiro.

Al escuchar eso la muchachita se relajo por la presencia de ayuda.

— Si, gracias por venir — bajo la ballesta y la examino de pies a cabeza — Me llamo Bunny —

— Liz Clarson, oficial Clarson — le dijo con una pequeña sonrisa.

— Bien, señorita Clarson, Mr.P nos espera en las alcantarillas — sonrió igualmente. Su espera había valido la pena.

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𝐈𝐍𝐅𝐄𝐂𝐓𝐈𝐎𝐍 ★ zizzy x ponyWhere stories live. Discover now