Capitulo 128: "Ellos lo sabrán"

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Thalia encarna a la perfección el espíritu que el Campamento Mestizo y los dioses han deseado y cultivado toda la vida. Es poderosa, hermosa, fuerte y decidida. Nunca duda en hacer lo que cree correcto, a pesar de las horribles condiciones. Ella es el ideal de heroína griega que yo no soy.

Miro a James con una pequeña sonrisa de apoyo y me levanto lentamente, tirando de él con suavidad. Mi amigo se pone en pie a mi lado sin despegar la vista del cuerpo de Nick y su labio inferior comienza a temblarle al ver sus manos y camiseta manchadas de sangre.

- Tenemos que llevarle... - susurra con voz rota. 

Lo cierto es que me sorprende que sea capaz de hablar, si yo abriese la boca ahora mismo solo saldrían sollozos interminables y balbuceos incoherentes. 

- Lo siento, James, pero no podemos - le dice Thalia intentando ser delicada y comprensiva - Nos retrasaria.

"Delicada y comprensiva". No, esas no serían las palabras que utilizaria para describirla. Thalia es como un diamante: dura, resistente y brillante. Y totalmente directa. Ella ya ha aceptado el hecho de que Nick haya muerto y ahora nos pide que hagamos los mismo.

Llorar su muerte no servirá de nada si matan a otro de nosotros. No hay nada que podamos hacer por él. Thalia nos trata de decir que una vez estemos seguros podemos lamentarlo tanto como queramos, pero que ahora es necesario que nos mantengamos firmes.

- Pero... - James me mira con los ojos desenfocados.   - No podemos dejarle aquí...

Su pupila, antes tan verde, ahora es practicamente amarilla, de un tono asombrosamente parecido al dorado en cierta manera. Pero ese cambio no me sorprende, James está diferente. Lo que sea que Thanatos le ha dicho o hecho le está cambiando. No solo es más fuerte y atractivo, sino que cada vez se va pareciendo más a un dios. Su piel, antes mortalmente pálida ha adquirido un saludable tono bronceado. Sus ojos cada vez son más parecidos a los de su padre, dorados como el oro, y poderosos como solo la muerte deberia serlo. Sus rasgos se han endurecido, ya no tiene aquellas facciones ligeramente redondeadas. No es un cambio que acabe de experimentar James, todo esto ha sido progresivo; pero solo ahora, viendole rodeado por su gran aura de destructivo poder y a la vez tan destrozado y vulnerable, me he dado realmente cuenta de ello. 

Pero James jamás será como los dioses. No, él es demasiado bueno como para terminar siendo así.

- Su alma estará en el inframundo - le digo poniendo mi mano en su pecho, justo encima de donde su corazón late desbocado, al mismo compás que sus hipidos - Su cuerpo ahora mismo no es importante, ya no sirve.

Una vez has muerto, tu cuerpo carece totalmente de importancia. El cuerpo es como un recipiente que contiene el alma humana, y una vez que ésta no está; nuestro cuerpo no es más que un recipiente vacio. Algo totalmente inecesario a lo que nos aferramos inútilmente.

James me mira fijamente, mientras sus ojos vuelven a cristalizarse. Es ciertamente cautivador la manera en que el verde y el dorado se mezclan en sus iris. Él sostiene mi mirada durante unos segundos que me parecen eternos y baja la vista avergonzado al tiempo que las silenciosas lágrimas caen de sus ojos.

Decir que está triste sería decir poco. Solo hace falta mirarle a los ojos enrojecidos y repletos de lágrimas, o a sus manos manchadas de sangre para darse cuenta de lo destrozado que está.

"Destrozado" es, ciertamente, la palabra más exacta para expresar su estado.

- Cielo - susurro abrazandole de nuevo. James me envuelve en sus brazos y hunde la cara en mi cabello mientras moja el hombro de mi camiseta. Estos días me he dado cuenta de que cada vez que se siente avergonzado, hunde su rostro en mi cabello; como si eso le ocultase o hallase en ese gesto tan tierno algún consuelo.

El hijo de la muerte (Nico di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora