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Diría que la semana transcurrió tranquila, pero no fue así, Ángel no había venido a clases desde aquel día en la fiesta. No sabía nada de él, ir a su casa no podía  porque me encontraría con Josh y como le explicó al mejor amigo de mi novio que estoy preocupada por su hermanastro.

Necesitaba verlo.

Hola lo siento mucho por no responderte pero es que no he tenido tiempo. Dime para que soy buena.

Era Camila llevaba esperando por su mensaje, hace día le escribí para preguntarle si sabía algo de Ángel, vino a contestar ahora.

Pedí permiso y salí del salón para llamarla.

—Hola Camila sabes algo de Ángel estoy muy preocupada y no aparece...

—Cuando Ángel Gleimor  desaparece, siempre va al mismo lugar. 

—¿Y ese lugar es?

—Al club de Los Diablos al cruzar el puente ¿Sabes llegar?

— Si he escuchado de ese lugar, sé cómo llegar.

Cuando terminó las clases Peter me dejó en casa. Agarré las llaves del auto de mi mamá y salí en dirección al club. No sé si tengo sentimientos encontrados o que me pasa pero este chico me va a volver loca.

Odio conducir y aquí estoy a media tarde en un camino que ni conozco solo para buscarle.

Luego de dos largas horas en carretera me encontraba frente al club. Todo lo que rodeaba el lugar era entonado entre rojo y negro con luz tenua, muchas motocicletas y hombres de mal aspecto, no puedo creer como notaba sexi la manga de tatuajes de Ángel y este sitio cada hombre que veía tatuado me parecía horroroso. 

Dentro del bar el ambiente era asqueroso no se podía respirar aire puro por todo el humo de los cigarrillos. Me dirigí a la barra donde se encontraba una muchacha muy joven trabajando.

—Hola

—Las apuestas ya están cerradas.

—De que apuestas hablas yo solo estoy buscando a una persona — comenté

—Bueno de ser así dime cómo puedo ayudarte.

— Estoy buscando a Ángel Gleimor.

La chica me miro de los pies a la cabeza y luego de unos minutos incómodos comentó — No eres su tipo.

— ¿Está aquí o no? —pregunté un poco enfadada.

—Segunda puerta a la derecha — comentó poniendo los ojos en blancos —Oye niña si yo fuera tu me alejaría de él.

—Lastima no eres yo.

Seguí caminando por el pasillo hasta dar con la dichosa puerta pero una vez ahí, me daba miedo entrar. En qué carajos estaba pensando cuando vine hasta aquí y ahora que me pasa que mis pies tienen vida propia o qué. Sin darme cuenta ya estaba adentro de la habitación y había cometido un gran error.

Ángel se encontraba sentado en un gran sofá rojo mientras que una trigueña permanecía sentada a horcajadas sobre él cabalgando sin pudor alguno.

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