↳ ੈ‧₊ 20 DE JUNIO

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Fue un tiempo después que un par de melancólicos orbes del color oro opaco más bello se abrieron con desdicha.

No pasó ni un minuto desde su despertar, pero su mente se vio plagada de los últimos terribles momentos que vivió en vida y del miedo que había estado sintiendo en los últimos días, sin la dulce sensación del amor de su dios.

No había razón para su llanto repentino, pero tampoco podía pararlo, aunque quisiese. En esos instantes no debía estar más en el plano material, y quizá era esa una de sus preocupaciones más grandes en momentos actuales. No quería siquiera pensar en donde estaba en esos momentos, sus sentidos e intuición era lo único que parecía mantenerlo con orientación que lo guiara.

¿Huh? Shumai, llegaste antes de lo esperado, ¿estabas ansioso de verme?~ Canturreó una pequeña silueta encima suyo, pues por lo que podía sentir a sus alrededores, se encontraba actualmente sobre algún tipo de cama o colchón que definitivamente no era el suyo. Después de todo... él estaba muerto, y no había duda de ello después de lo que la hermana Tsumugi le había hecho a su cuerpo orgánico.

Era una lástima que no pudiese ver muy bien, ya que sus ojos estaban llenos de lágrimas, aquellas diminutas gotas de agua que simulaban bellas joyas que descendían sin parar de sus ojos y se deslizaban perezosas por sus mejillas sonrosadas de todo el llanto.

Ese fue el momento en el que realmente despertó. No su cuerpo, pues ese ya había despertado, sino que su consciencia fue la que regresó a su cabeza tan rápido como un rayo en la tormenta que era su alma.

Eso fue suficiente para que todo sentido regresase a su cabeza, no solo las cosas que ya se sabía de memoria. Como una persona con sentido común, le intrigaba donde estaba, solamente que su reacción estaba tardando demasiado tiempo en surgir.

—¡Ah!¿D-dónde estoy? Exclamó aturdido una vez todo estuvo procesado bien en su cabeza en conflicto, levantándose inmediatamente de donde se encontraba con una rapidez inhumana. Sabía que quizá estaba en el reino de sus dioses debido al hecho de que estaba muerto y que su hermana Shirogane lo había asesinado por ese simple motivo, pero la habitación en la que estaba no se veía muy... celestial del todo.

Era como una habitación que vería en cualquier otra casa u hostal dentro de la tierra, a excepción del extraño aura que emanaban las cuatro paredes entre las que se encontraba situado. Era lo único que le hacía saber que definitivamente no se encontraba con vida, por más obvio que fuera y por más veces que se lo hubiese confirmado a sí mismo en su cabeza.

Todo parecía dar vueltas, en más de un sentido. Se sentía mareado y abatido, sus lágrimas de susto parecían no secarse de sus ojos, mientras que las mismas memorias y pensamientos recorrían cíclicamente su cabeza, como si de un carrusel se tratase.

—Tranquilo, vaquero, ya estás conmigo, ¿No te emociona? Nishishi~ —Carcajeó divertida la silueta que ya no se encontraba sobre él debido a su repentino cambio de posición, ahora esta figura se encontraba a su lado, juguetonamente tomando su mano con cariño sin mostrar indicios de soltarla pronto.

Aquel tono, aquella energía de gran felicidad, el aura tan infantil que desprendía aquella entidad, la voz, la risa, el tacto tan ligero y frío que sentía entrelazándose entre sus propios dedos, no necesitaba más pistas para revelar la identidad de quien sea que estuviese a su costado sobre la gran cama.

—¿O-Ouma? —Llamó, buscando inmediatamente el rostro ajeno como si su existencia dependiese de ello. Pero no era un entusiasmo lindo, era una gran desesperación enferma, que invadía cada uno de sus nervios—. P-por favor, ya n-no maten a más de mis hermanos chilló, tomando la mano que hacía contacto con la suya entre un brusco agarre, encontrando que la tóxica sensación de tristeza opacó nuevamente todos sus pensamientos.

↳ ☁️₊˚. ··· Ethereal »-Oumasai-«Onde histórias criam vida. Descubra agora