Capítulo 33

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Si alguien le hubiera dicho que se casaría en una ceremonia sencilla y privada, y con la única presencia de sus padres y servidumbre, se habría reído. Pero no podía ser quisquillosa o remilgada con el resultado, ya que desde lo que se había imaginado finalmente no ocurrió. No era la boda que hubiera deseado, pero sí con dicha persona.

Echó un vistazo al novio, que apenas había musitado palabra desde que llegó y se presentó, con la intención de hacerla su esposa. No fue acompañado; imaginándose, que parte de su familia, no estaría contenta con el enlace debido la enemistad que los unían mas ella no entendía de esa rencilla. No importaba, ya que solo quien le preocupaba era lord Rhett, no su padrino. Tampoco, el marqués Werrington hizo gala de su presencia, cumpliendo con su palabra.

- Con el poder que Dios me ha otorgado, os declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.

Para Bonnie, no escuchó los aplausos, sino sus los latidos atronadores en su corazón y el beso que él le depositó en la mejilla. No frunció el ceño porque no la hubiera besado en los labios, había que hablar primero. Bastante se había acelerado la boda y aún había cuentas pendientes. El cura dio por finalizada la ceremonia matrimonial, dejándolos a ellos, recibiendo las bendiciones de sus queridos más allegados. En cambio, lord Rhett, solo recibió las de su familia política.

- No le entregamos solamente la joya de esta familia, sino nuestro corazón, también - dijo un emocionado Darian que desde hacía un tiempo no creyó que llegaría ese momento -. Cuídala muy bien.

Quien se había convertido en su yerno, asintió, solemne.

- La cuidaré, sir - se dirigió hacia su esposa que no se había perdido el intercambio de palabras entre ellos -. ¿Nos podemos ir?

Un silencio se instaló sobre ellos.

- Habíamos pensando que os quedéis aquí - inquirió Ophelia amablemente -, dado de que su herida aún es reciente y necesita recuperarse.

- Le agradezco por el detalle - no hubo burla en su tono -, pero no me gustaría retrasar el viaje. Me gustaría que mi esposa y yo nos instaláramos en nuestra casa lo más pronto posible.

Bonnie se sorprendió de que lo tuviera planeado. ¿Le había dado tiempo en tan pocas horas? ¿A dónde irían?

- No hay nada preparado, sir - replicó apurada su suegra -. Habría que preparar un equipaje entero.

- Seré paciente; hay un carruaje aguardándonos.

- Entonces, no habrá tiempo que perder. Ven, hija - esta lo miró antes de desaparecer con su madre.

Lord Darian se quedó con su yerno.

- Si me disculpa, esperaré afuera.

- No, tómese una copa conmigo - lord Rhett no tuvo oportunidad de declinar la invitación, aún no estaba con la confianza suficiente de estar cerca de él -. Antes, no hemos podido tener una conversación en condiciones. Siéntese, por favor, está en su casa.

Se sentó, aún con la herida tirándole y ardiéndole. Llevaba el brazo en una especie de cabestrillo, envuelto en un pañuelo y atado a su cuello. Herida que le recordaba que había sido disparado y que él no quiso hacerlo, decepcionando una vez más a su tío, que le había pedido antes de batirse a duelo, que no disparara a su contrincante, sino a otro. El que estaba delante de él.

- ¿Por qué no se defendió?

Le entregó una copa con brandy.

- Disculpe, me pregunta el por qué no disparé.

- Sí, podría haberse defendido pero no lo hizo, lo cual me intriga más. Seamos sinceros, lord Rhett, no lo conozco salvo por las pocas veces que nos hemos visto y su relación que tiene con su padrino, lord Bottom, por siguiente, no me crea absoluta confianza en usted, dado que ese hombre me ha declarado la guerra y se ha alegrado de mis fracasos. Por otra parte, mi hija mantiene que fue al hotel por voluntad propia, sin coacción de nadie y que me ha expresado su deseo de querer estar a su lado.

El caballero se tensó, pero no mostró ningún sentimiento. Se guardó el ardor para él solo, recordando como había ardido y como aún las secuelas eran rescoldos en su cuerpo. No obstante, no podía estar indemne enfrente de quién mató a su padre. Bien que lo sabía mas le era extraño de que no cogiera un objeto que fuera un arma, y lo matara. No podía; apretó la mano en un puño. No lo hizo cuando tuvo oportunidad en el duelo, ¿lo iba a hacer ahora que estaban solos?

- ¿Quién no me asegura de que el plan fue urdido para que la reputación de mi hija quedara por el fango?

El rostro del hombre no se alteró y, con una tranquilidad pasmosa, dijo:

- No me era de mi conocimiento que mi propio padrino me iba a drogar para alcanzar otros fines que no involucraban a su hija; ella estuvo allí por accidente.

- ¿Con la intención de salvarle?

Asintió con las mandíbulas apretadas.

- Así es - no pestañeó al mirarle -. No le pedí que me salvara.

- Pero se ha casado con ella, aceptándola.

- No he hecho lo contrario.

- Bien, porque no quería que fuera de otra forma - Darian se tomó un gran sorbo sin apartar sus ojos llenos de desconfianza de él -, no confío en usted como me imagino que el sentimiento es recíproco. Pero puedo hacer un esfuerzo y confiar en su persona.

¿Él podía decir lo mismo?

- Lo único que le pido es que no haga daño a mi hija; sino seré yo quien no tenga piedad y termine con la faena, dándole un balazo en la sien.

Enzo tuvo el cuidado de no estrujar tanto el tallo de su copa de cristal.

- ¿Es su costumbre amenazar?

- Es lo último que hago; mas mi hija está casada con usted. No puedo esperar de usted su palabra que ha dado enfrente de todos.

Darian se levantó a escuchar pasos cerca de ellos. Se aproximó a su yerno y apoyó una mano en su hombro sano.

- También, forma parte de esta familia y cuidamos de los nuestros. No me defraude.

Deséame  #8 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now