Capítulo 18

2.4K 432 19
                                    

Si hubiera sido otro tipo de caballero se habría sentido enormemente halagado por la visita intempestiva de  una dama a las altas horas de la madrugada  o se podría haber sentido ofendido si dicha visita se había quedado dormida en la salita, un claro insulto hacia su persona.

 Sin embargo, fue una ligera molestia al verla recostada en el  respaldo del sofá que fue difuminándose en otro sentimiento conforme se acercaba a la durmiente. Ni siquiera esta notó todavía su presencia, lo que le permitió observarla a su antojo, cosa que seguramente a ella lo habría tomado como una ofensa. Esbozó una sonrisa burlona que nadie se fijó pero que él, sí. 

Desapareció su sonrisa ocupando en su lugar la indiferencia. Tendría que despertarla y averiguar la razón de su visita. Con ese objetivo en la mente, se acercó y le despertó tocándole el hombro, moviéndolo con delicadeza. No pretendía asustarla, aunque una parte de él, malévola, quiso hacerlo para disfrutar un poco. 

— Despierte, lady Darian.

— Mmmmm.

El sonido que había soltado de sus cuerdas vocales lo alcanzó, haciéndole sentir extraño y fruncir el ceño, disgustado consigo mismo.

— Despierte — lo intentó una vez más, al parecía ser que funcionó porque atisbó un aleteo de pestañas.

Se apartó y le dio cierta privacidad a que se despertara. Tuvo que apretarse el puente de la nariz al notar una presión en la cabeza. Aunque pudiera ser una buena señal de su visita para sus planes, realmente, le habría gustado descansar y no tener que lidiar con la señorita Darian. No había sido un día productivo, además, había tenido que ir a ese burdel del infierno para complacer a su padrino. En vez de salir con mejor humor, lo había empeorado. 

— Me puede decir qué hace .... — creyendo que se habría despertado, se encontró para su incredulidad con que había cambiado de posición y continuaba durmiendo, su pecho se elevaba y bajaba con un ritmo pausado. 

Haciendo un gran esfuerzo para no mirar esa zona peligrosa, reanudó sus pasos y se acercó con la decisión de volver a despertarla ya que los anteriores intentos fueron inútiles. 

Si que era terca como una mula hasta durmiendo.

Esta vez, no la cogió del hombro, sino que le dio palmaditas suaves en su mejilla, ignorando la piel suave que había dejado de su palma, ignorando el hormigueo que pellizcó en las puntas de sus dedos.  

No funcionó.

¿No estaría enferma?

El ceño se agravó y aproximó el rostro hacia ella, lo ladeó y notó un ligero aire salir de sus fosas nasales.

— No está muerta — murmuró para sí mismo.

Algo cambió que le dio entender que se había despertado. Una sensación o una señal que le hizo girar la cara hacia ella, encontrándose a unos milímetros de sus... Unos segundos que fueron largos que permitió a la durmiente asimilar lo que ocurría y pegar un grito que para él fue atronador y desquiciante. Si no fuera poco con su chillido espantoso, ella lo apartó con tal fuerza que lo tiró, yendo parar su trasero al suelo.

No la miró con buenos ojos cuando notó el golpe propagándose por todo el cuerpo. Lady Darian, en cambio, no se fijó en ello y se llevó una mano al pecho, dándole entender que la había asustado. 

Bien, estaban en empate, se dijo mientras apretaba la mandíbula, controlando el dolor. Iba desapareciendo, aunque el escozor parecía que iba a durar. Se sentó bien, ya que no le apetecía ahora de levantarse.

— ¿Qué estaba haciendo? — rezongando. 

¿Tenía el atrevimiento de preguntarle? 

— Eso debería preguntarle a usted — no se movió un ápice y apoyó los antebrazos en sus rodillas — ya que está en mi casa y se ha dormido.

— ¿Eso he hecho? — preguntó con los ojos bien abiertos.

— La estaba tratando de despertar, pero dormía como un lirón.

— ¡No es cierto! — frunció su naricilla, evidenciando su molestia con su comentario —. No duermo así. Miente.

Se encogió de hombros. 

— Haz lo que quiera creer. 

Ella alzó la barbilla y apartó la mirada de él, cosa que le divirtió porque lo volvió a mirar, frunciendo el ceño.

— ¿Qué hace en el suelo?

La inocencia no era su virtud, pensó. Abrió los brazos y le dijo:

— No por gusto, ha sido usted que me ha empujado.

Un sonrojo que delataba culpabilidad tiñó sus mejillas, aumentando el regocijo del caballero, ya que no iba a ser benévolo con ella. 

— Discúlpeme — se sentó y se puso en pie, para su sorpresa fue hacia él —. No ha sido mi intención. Le ayudaré.

Le tendió una mano.

— ¿Usted podría levantarme? — mirando la pequeña mano con desconfianza.

— ¿Quiere quedarse ahí? A mí no me importa. 

A regañadientes, asintió no sin antes, de devolvérsela. 

Ojo por ojo, diente por diente. 

Envolvió su mano con la de la joven, esta tiró para levantarlo pero no contó que él sería más rápido y este tirara de ella, empujándola hacia él. Ambos se quedaron quietos y sin aliento ya que la fuerza que chocaron sus cuerpos reverberó hasta sus almas. 

— ¿Ahora qué va a hacer, lady Darian? Los dos estamos en el piso. 

Deséame  #8 Saga MatrimoniosWhere stories live. Discover now